Que los hijos hereden la línea de trabajo de sus padres ha sido una constante en la civilización. Dentro de cada gremio, el conocimiento pasaba de generación en generación y las posibilidades de cambio o mejora en la situación social no se contemplaba. A día de hoy ese círculo se ha roto. El mercado laboral ya no es hereditario, pero sí es cierto que podemos encontrarnos con que en ocasiones los descendientes continúan la labor familiar por criarse en ese ambiente. En estos casos, contar como impulso con la labor de sus progenitores es una fortuna (en el sentido de fortuito, pero también en el económico).
EL REINO DE LOS NEPO BABIES
Muchas nuevas estrellas del cine actual han sido etiquetadas como Nepo Babies, por proceder de familia de artistas, donde la posición de los progenitores les ha servido de plataforma de lanzamiento para sus carreras. Eso se ha criticado, ya que son artistas, independientemente de su talento, que parten que parten de una posición de privilegio frente a otros aspirantes. Ahí tenemos casos como Margaret Qualley, Patrick Schwarzenegger, Zoë Kravitz, Jaden Smith, Maya Hawke, Mason Gooding, Lily Rose-Depp, Scott Eastwood, Dakota Johnson, Jack Quaid o Ray Nicholson, por mencionar algunos. Que estos dos últimos sean los protagonistas de la cinta que aquí nos ocupa no es tan casual, sino un ejemplo más de este fenómeno en absoluto nuevo (recordemos referentes previos como Jeff Bridges, Jane Fonda, Michael Douglas, Drew Barrymore, Robert Downey Jr, Isabella Rossellini, Josh Brolin, Melanie Griffith, Jamie Lee Curtis, Kiefer Sutherland, Charlie Sheen y Emilio Estevez, Brandon Lee, Sofia Coppola), aunque recientemente se le haya dado más trascendencia con la creación de esta etiqueta.
Jack Quaid (hijo de Meg Ryan y Dennis Quaid, sobrino de Randy Quaid) lleva trabajando de manera incansable desde 2012, cuando debutó en Los Juegos del Hambre, aunque fue con la serie The Boys cuando despuntó. El tono ácido de esta serie ha marcado muchos de los papeles que ha interpretado posteriormente. Hace unos meses le veíamos en La Acompañante y ahora es el protagonista de una comedia de acción irreverente como es Novocaine, donde se enfrenta a Ray Nicholson (hijo de Jack Nicholson), actor que también destacó el año pasado gracias a su pequeño rol en Smile 2.
POSOLOGÍA Y EFECTOS SECUNDARIOS
Novocaine es el nuevo trabajo de Dan Berk y Robert Olsen, dos directores que llevan trabajando juntos desde 2015, con cuatro películas previas en su haber, pero que hasta ahora no habían despuntado al cine mainstream. Lo mismo podemos decir de su guionista, Lars E. Jacobson.
Nathan Caine no siente dolor
En esta época de superhéroes y de héroes indestructibles, indiferentes al dolor físico, la propuesta de una cinta de acción donde el protagonista es incapaz de sentir dolor no es especialmente original. El hecho de que éste sea una persona normal y corriente, de escasa trayectoria social debido a su particularismo, tampoco es especialmente novedoso. Que a un héroe de estas características le pongan en una cinta frenética, con persecuciones y rocambolescas escenas de acción y tampoco resulta demasiado original.
Para colmo, la cinta tampoco le termina de sacar partido a su premisa. Sí, hay determinadas situaciones que basan su comicidad en la insensibilidad del protagonista y en su faceta de hombre gris y apocado en medio de una situación extraordinaria, pero, con esta trama, daba para coger al personaje y hacerle pasar por conflictos mucho más disparatados. Ante un guion tan irrisorio, incongruente e inverosímil, lo que pedía el cuerpo es llevar la historia a límites de mayor desquicie de los que tiene.

El elenco de secundarios, es colorido, desde el mencionado Ray Nicholson (quien ha heredado el gusto por el histrionismo del padre, aunque de momento no tanto su talento), pasando por Jacob Batalon, Betty Gabriel o Matt Walsh, pero de nuevo, quedan muy desaprovechados, en favor de un tempo más acelerado en la historia y concretar el minutaje en unos (eso sí) bien aprovechados 110 minutos que pasan como si fueran 90.
Más que la puesta en escena (juguetona, pero vacía), hay que alabar la labor de montaje para mantener el ritmo narrativo sin que desfallezca el interés del espectador.
Con todo lo anterior, Novocaine no pasa de un entretenimiento bastante limitado. Su principal baza, y mayor potenciador, es Jack Quaid. Este nepo baby tiene parte de la picaresca del padre y el encanto cándido de la madre. El actor consigue dar vida a un personaje de escaso bagaje, lo vuelve humano y divertido, le aporta carisma y presencia en pantalla, haciendo verosímil toda la motivación por rescatar a una mujer con la que acaba de iniciar una relación.
Amber Midthunder también le da entidad a un personaje creado a retazos, pensado más para dar justificación a la trama, que con un peso específico propio. Los dos protagonistas tienen buena química y salvan en gran parte la película.
Novocaine es un caso de película que no engaña a nadie, pero que al mismo tiempo uno guarda la esperanza de que aporte algo más de lo que se ve a simple vista. Quizás en otras manos, con otros directores y otro guionista. Pese a todo, entretiene y soluciona una tarde de aburrimiento.