Con MaXXXine, el director Ti West llega al final de su trilogía X, completando el recorrido de su protagonista Maxine Minx, 16 años después de los acontecimientos de la primera película.

Si en la primera (X, 2022), West hacía un cruce curioso entre la incipiente industria del porno y la redefinición el terror en una sociedad estadounidense que afrontaba una nueva etapa de madurez, aquí el salto temporal nos lleva a 1985, al pleno apogeo del slasher como subgénero cinematográfico. En esta ocasión, los referentes temáticos y visuales de West van del Brian De Palma más “De Plasma” a la mirada calvinista de Paul Schrader en películas como Hardcore. Un Mundo Oculto, sin descuidar la vertiente más europea, especialmente el giallo italiano tardío.

La puesta en escena del director es espléndida, cuidando todo elemento estético como si realmente estuviéramos ante una producción de aquella época, a lo que se suma el uso del montaje, la fotografía o la música de manera precisa.

Mia Goth vuelve a dominar la película con una interpretación carismática y poderosa. Es cierto que, después de la magnífica Pearl, MaXXXine se convierte en la más referencial de la trilogía, y su trama acaba teniendo menor peso y una resolución precipitada; sin embargo, para los amantes del slasher ochentero, la película se convierte no sólo en un gozoso homenaje y una mirada reivindicadora de aquel cine de explotación, trasgresor, irreverente y rupturista, sino que nos recuerda las dosis de atrevimiento que ha perdido el cine de género actual.