El cine y la literatura de ciencia ficción nos tienen acostumbrados a advertencias sobre los riesgos de la Inteligencia Artificial y la tiranía de las máquinas hacia los seres humanos. Muchos son los libros y películas que colocan el componente tecnológico como una amenaza que, en cualquier momento, se puede rebelar contra sus creadores, los humanos. La falta de empatía o brújula moral fuera de unos fríos parámetros de programación supone uno de los principales componentes de confrontación entre humanos y máquinas.

SER HUMANO CONTRA LA MÁQUINA, O VICEVERSA

Con La Acompañante, el director y guionista Drew Hancock le da la vuelta a este componente. La cinta arranca como muchas propuestas de terror, un grupo de amigos se reúnen en una casa apartada de la civilización para pasar el fin de semana. El aislamiento y la falta de comunicaciones se convierten, por lo tanto, en un elemento conflictivo en caso de que suceda cualquier cosa.

Descubrimos, además, que la pareja protagonista no es lo que parece, sino que ella es una robot de compañía, un modelo experimental para proporcionar acompañamiento físico y emocional. Un violento giro de acontecimientos y el trato vejatorio por parte él lleva a la androide a rebelarse contra su programación y defenderse de la agresión sufrida.

Como punto de partida es muy sugerente y promete sumergirse en los aspectos más oscuros de la raza humana, esa que, con o sin brújula moral, se sale de los parámetros de programación humana para transformarse en una versión perversa y maquiavélica de nuestra especie. Por el contrario, la parte tecnológica, por su falta de experiencia vital, se retrata como inocente y confiada.

LAS ESPOSAS PERFECTAS

Hay en la película una clara referencia no sólo al modelo de mujer de los años 50 en Estados Unidos, ama de casa y sumisa a los deseos del hombre, sino también a la novela de Ira Levin, Las Esposas de Stepford, con esa idea de erradicar la rebeldía femenina sustituyendo a las mujeres por complacientes clones robóticos.

Esto viene reforzado por la caracterización del personaje de Iris, interpretado por Sophie Thatcher. Su estilizada figura, su vestuario, el maquillaje y el peinado, todo apunta a la representación de la esposa ideal, como recién sacada de un catálogo de la revista Housekeeping Monthly. Todo esto escenificado en un contexto post #MeToo, de manera que las maneras tóxicas y dominantes del personaje de Josh (Jack Quaid) están aún más subrayadas.

CAPERUCITA Y EL LOBO

Desgraciadamente, la cinta no tarda demasiado en desprenderse de los aspectos más interesantes de su propuesta argumental para centrarse en el componente de thriller y persecución, más rutinario y donde los “giros inesperados” no resultan tan sorprendentes, ni tan maliciosos como se quieren presentar. Lo cierto es que toda la parte “criminal” de la película nos ha parecido muy endeble, de escasa verosimilitud y efectista al no poder agarrarse a ningún componente más sólido.

En su inocencia, Iris se transforma en una Caperucita moderna, que se deja encandilar por un lobo y, de repente, es consciente de las intenciones de este depredador. Aquí tenemos un bosque, tenemos una cabaña (más bien chalet de lujo) y un reparto de personajes de lo más inclusivo, incluso dos guardabosques, pero que ninguno de estos personajes despega más allá de la caricatura.

La acompañante, de Drew Hancock.
La acompañante, de Drew Hancock.

AMOR EN LA ERA DE ANDROID

De puesta en escena efectiva, pero nada sobresaliente, la película cuenta como mejor baza con sus dos actores protagonistas, Jack Quaid y Sophie Thatcher. El primero, procedente de la carga de irreverencia de The Boys, seduce a la cámara con sus modos inquietantes, pero elegantes, jugando con la falta de autoestima de Iris, pero también con su imagen de “chico bueno”. Por su parte, Thatcher se convierte en la reina de la función. Su personaje es el único que resulta convincente y los hace gracias al carisma y la notable interpretación de una actriz en pleno auge de su carrera en Hollywood. En este sentido, La Acompañante viene a reafirmar lo ya demostrado en títulos como Yellowjackets, The Boogeyman o Heretic (Hereje).

El resultado es una película con sus toques de irreverencia, sobre todo en el tratamiento de la violencia, pero que se queda corta frente a sus aspiraciones y que resiste lo justo para ser un divertimento entretenido, pero poco más.

La acompañante, de Drew Hancock.
La acompañante, de Drew Hancock.