En estos tiempos de corrección política, de cultura de la cancelación, de rechazo a todo lo que pueda ser ofensivo, amoral o violenta o sexualmente explícito, la carrera de un guionista como el británico Garth Ennis corre el riesgo de convertirse en el objetivo de todas las campañas. Continuador, a principios de los 90, del camino abierto en el cómic estadounidense por sus compatriotas Alan Moore, Grant Morrison o Jamie Delano, su salto a la fama vino precisamente de la mano de Hellblazer, cuya etapa pasó a convertirse en una de las más populares gracias a arcos argumentales como el de Hábitos Peligrosos. Provocador nato, a Ennis le gusta la violencia desatada e hiperbólica, el humor negro e insolente, el sexo sucio y agresivo y los personajes irreverentes y desafiantes de cualquier actitud bien pensante. Tras Hellblazer, lo demostró en series como Predicador, su etapa al cargo de El Castigador o con The Boys.

Esto provoca que las adaptaciones de las obras de Ennis al cine han tenido que estar, por lo general, muy edulcoradas para poder granjearse un tipo de clasificación por edades que las hiciera mínimamente rentables, cuando no directamente por el temor a que resultaran demasiado agresivas para el gusto del público. De ahí que Constantine (que bebía mucho de Malos Hábitos) carezca de los elementos más excesivos del cómic o que la serie de Predicador, pese a sus buenas dosis de irreverencia y violencia, quede muy corta frente a las barbaridades explicitadas por la pluma de Ennis y los dibujos de Steve Dillon.

Justicieros

The Boys no puede ocultar su vínculo con Watchmen. Ambas nos presentan una lectura menos heroica, más humana y más acorde a los parámetros de nuestra sociedad de los superhéroes. Lejos de ser esa figuras mesiánicas a lo Superman, nos encontramos con seres tan humanos como nosotros, víctimas de la ambición, la envidia, la megalomanía, la violencia y la depresión. La diferencia es que la escala de las acciones de estos seres es muy superior, y a mayor poder, mayor depravación. Por otro lado, en The Boys, Ennis presenta además a un superequipo de seres que son propiedad de una gran corporación y que deben dedicar más tiempo incluso a sus campañas de imagen y popularidad que a sus labores heroicas.

Llevar esta obra a la televisión, sin respetar la crudeza y el humor malsano de Ennis hubiese sido un error garrafal. Afortunadamente, el showrunner Eric Kripke (responsable durante 15 años de Sobrenatural) y su equipo han preferido ir a por todas y no se han arrugado a la hora de adaptar en toda su mala uva el comic a la pantalla. En la serie tenemos a Los Siete, el grupo de superhéroes que oculta muchos secretos y que son propiedad de la empresa Vought, y a Los Chicos, un conjunto de personajes sin ninguna habilidad sobrehumana, desarraigados sociales, pero que afrontan el desafío de intentar desenmascarar a los supers en toda su depravación.

Si bien podemos decir que podemos decir que la serie mantiene muy fiel el tono con respecto a los cómics, sí encontramos algunos cambios notables. La habitual misoginia de Ennis se transforma aquí en algo más paritario y, frente a la debilidad del creador del cómic por dejarse llevar por la violencia desatada de sus planteamientos, aquí podríamos decir que la trama está mejor cohesionada y comprimida. Probablemente, esto decepcionará a los fans más irredentos del Ennis desaforado, pero objetivamente, favorece al resultado final de la serie como tal y se ajusta mejor a las necesidades de la producción como formato distinto al del cómic.

Sobre el reparto

La serie juega con un reparto coral fabuloso, todo un acierto de casting, donde los intérpretes han sido perfectamente cómplices con el tono de comedia negra de la historia. Es difícil quedarse con alguno de ellos en concreto, pero la verdad es que el liderazgo de los dos grupos a cargo de El Patriota y Carnicero, magníficamente interpretados por Antony Starr y Karl Urban, es difícil de olvidar. En las dos temporadas que llevamos de la serie podemos apreciar un cierto cierre argumental; si bien, de cara a la tercera temporada, se han dejado ciertos cliffhangers abiertos.

De discurso más cercano al perfil demócrata que republicano, la serie no oculta su mirada crítica con el liberalismo feroz en Estados Unidos o la deriva hacia al ultraderecha propiciada por la administración Trump. Esto no quiere decir, que los guionistas se repriman a la hora de dar estopa a los dos sectores. Sin ir más lejos, el aparente protagonista de la historia, Hughie Campbell (interpretado por Jack Quaid) responde de manera sarcástica al perfil buenista del votante demócrata (remarcado con el cierre de la segunda temporada).

Efectos especiales

Como serie de superhéroes, evidentemente, el apartado de efectos especiales juega un papel fundamental. Si bien no hablamos de una historia de superhéroes al uso, y los grandes momentos de impacto visual están más acotados, la serie se guarda momentos verdaderamente espectaculares, como ya en el primer episodio cuando un personaje es brutalmente arrollado en plena calle. Dentro de ese imaginario, la serie recurre a las imágenes más espectaculares, no con fines de acción o aventura, sino para restregar de manera más soez y brutal los aspectos más explícitos de la trama por la cara del espectador.

Las dos primeras temporadas de The Boys nos ofrecen diversión a raudales, una trama bien construida, personajes bien armados (nada es blanco o negro en la serie), situaciones que verdaderamente son capaces de coger por sorpresa al espectador y dejarle desarmado ante los acontecimientos y mucha sangre, violencia y humor. Dentro del más difícil todavía que define al espectáculo, cada vez que vean algo que les parezca desproporcionado e inverosímil, no se preocupen, llegará otro momento aún más enloquecido y brutal.

The Boys, disponible en Amazon Prime Video.
The Boys, disponible en Amazon Prime Video.