Una Ballena ha llegado a salas comerciales después de su paso por festivales como el Sitges – Festival Internacional de Cine Fantástico de Catalunya, la Semana de cine Fantástico de San Sebastián, Fancine – Festival de Cine Fantástico de la Universidad de Málaga, o el Festival de Cine Fantástico de Canarias Ciudad de La Laguna Isla Calavera, donde además se alzó con el premio al mejor actor para Ramón Barea.
Pablo Hernando es un cineasta con aspiraciones muy personales, con un acercamiento a la narrativa cinematográfica particular y que rompe con los patrones más comerciales. Sus trabajos previos se habían caracterizado por su carácter más experimental y rupturista, frío, desnudo y cerebral, todos con títulos enigmáticos. Una Ballena es su propuesta más ambiciosa, una oportunidad para entrar en un circuito más global dentro del mercado español; sin embargo, el cineasta no ha querido renunciar a sus señas de identidad y el resultado es una de las películas más extrañas, poéticas e inclasificables del cine español reciente.
Cuando Ingrid aprieta el gatillo, sus víctimas no saben quién les ha disparado
Es cierto que, de cara al espectador, la cinta cuenta con un asidero genérico. Se trata principalmente de un thriller, con guerra de bandas de narcotraficantes en los muelles de Galicia. Hay un choque frontal entre el narcotráfico tradicional, arraigado en el microcosmos de los muelles, frente a la entrada de una vertiente nueva, más agresiva y depredadora. En este sentido, Hernando respeta los componentes del género y nos ofrece una narrativa seca, dura, con personajes ásperos y desalmados. El trabajo de Hernando con sus personajes es contundente, destacando especialmente la labor de Ramón Barea, como especie en extinción luchando por su supervivencia.
El trabajo de atmósfera logrado por la puesta en escena envuelve a toda la película. Hernando pone mucho empeño en el valor estético de sus imágenes, pero también en el mapa sonoro que conecta la parte más realista de la cinta con su componente fantástico, aportando al conjunto un componente de extrañeza y abstracción que, desde un inicio, antes de desvelar al público la parte inmaterial, ya nos sitúa en territorio inexplorado. Ingrid García-Jonsson asume el rol más complejo, insólito; un personaje carente de empatía, de presentación áspera, que justifica la aportación fantástica de la película y aporta la originalidad al conjunto. La actriz ofrece una interpretación esmerada, sobre todo a la hora de desnudar de emoción a su personaje.
Su poder viene de otro mundo, un lugar habitado por criaturas monstruosas
Una Ballena, pese a su vestidura de cine de género, es una propuesta muy personal y hasta a contracorriente. Habrá quien la encuentre de ritmo lento, que le cueste entrar en la historia o los personajes, o la considere incluso pretenciosa. Desde luego, no es un cine abierto a todo tipo de públicos, pero precisamente eso la convierte en una película a reivindicar.
Ya sólo con la parte de thriller, Hernando tenía en sus manos una cinta sólida, pero la introducción del componente fantástico, cósmico, transforma a la película en una rara avis, una propuesta novedosa, rupturista, críptica y ambiciosa, que probablemente se aleja del gusto mayoritario, pero que se atreve a ofrecer una propuesta más sopesada, insólita y críptica, alejando al espectador de todo confort en favor de un desafío estético e intelectual.