Crítica: ‘DANIEL NO ES REAL’. El amigo invisible

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'Daniel no es real'. Spectrevisión.
'Daniel no es real'. Spectrevisión.

Llama la atención la madurez y el riesgo de las películas que han ido saliendo bajo el paraguas de Spectrevision, la joven productora de Elijah Wood y Daniel Noah (invitado de la pasada edición del Festival de Cine Fantástico de Canarias Isla Calavera para presentar precisamente una de sus películas, la espléndida El Color que Cayó del Cielo).

Uno de sus trabajos más recientes, Daniel No Es Real, es el segundo largometraje de Adam Egypt Mortimer y se basa en la novela de Brian DeLeeuw In This Way I Was Saved. Esa premisa inicial con joven con problemas psicológicos que se hace acompañar por un extraño personaje aparentemente imaginario puede parecer poco original; sin embargo, hay varios elementos que hacen de esta película un título interesante y distinto.

En primer lugar, Mortimer elude con habilidad los lugares comunes de la vertiente adolescente de la historia y apuesta por una puesta en escena sórdida y sucia. Ninguno de los dos protagonistas pretende ganarse la empatía del público. El protagonista, Luke, resulta demasiado pusilánime, mientras que el atractivo de Daniel lo convierte en un prepotente y un egocéntrico, antes incluso de que la situación empiece a torcerse.

Los dos actores, Miles Robbins (hijo de Tim Robbins y Susan Sarandon) y Patrick Schwarzenegger (hijo de, bueno, ya saben quién), hacen un excelente dúo protagonista, restando interés, eso sí, a los dos personajes femeninos principales. Sin embargo, lo más sobresaliente de la cinta cuando se adentra por territorios más propios de autores como H.P. Lovecraft o Clive Barker.

Daniel No Es Real se salda como una historia inquietante, incómoda e inteligente, que logra coger al espectador con el pie cambiado e indefenso ante su verdadera identidad.