A finales de la década de los años 70, el canadiense James Cameron era un innato relaciones públicas que soñaba a lo grande. Cameron estaba provisto de un auténtico “pico de oro” o poder de convicción. Había sido conductor de profesión, primero de camiones, luego de autobuses escolares, pero también fue un prematuro creador de historias de ciencia ficción y de maquetas a escala. Iba para guionista de cómics, hasta que se dio de bruces con La Guerra de las Galaxias (Star Wars, EEUU, 1977), de George Lucas. Salió del cine convencido de que él también era capaz de construir y diseñar todo aquello y entonces una inspiradora vocación se abrió ante sus pies.

Xenogenesis

Estudia con entusiasmo técnica de creación de efectos especiales de un modo autodidacta. Escribe y dirige junto a su amigo Randall Frakes el corto Xenogenesis, de 1978, financiado con los 20.000 dólares obtenidos de la inversión de una asociación de dentistas del condado donde vivían. Cameron filmó 12 minutos de puro delirio visual. Un homenaje a la ciencia ficción, con influencias de 2001: Una Odisea del espacio (2001, EEUU, 1968), de Stanley Kubrick y de la citada Star Wars, sus dos grandes iconos del género.

Roger Corman enseguida vio las enormes posibilidades del canadiense. Contrató sus servicios para la creación de miniaturas espaciales y efectos de fotografía de Los Siete Magníficos del Espacio (Battle Beyond The Stars, EEUU, 1980), del especialista en animación, Jimmy T. Murakami.

Satisfecho del trabajo del futuro realizador, Roger Corman le encargó la dirección de segunda unidad y la dirección artística de La Galaxia del Terror (Galaxy of Terror, EEUU, 1980), cuya hipotética rentabilidad se basaba en una estructura similar al filme de Ridley Scott de 1979, y unas morbosas dosis de erotismo de la cinta, a cuenta de la presencia de cierta modelo de la revista Playboy integrada en el reparto, desnudada y violada por una especie de larva babosa gigante en la gruta de un planeta remoto.

Cameron remata su labor en la factoría Corman como asesor de diseño, encabezando el departamento de arte para la película Androide (Android, USA, 1982), de Aaron Lipstadt, que juega con la presencia de una inteligencia artificial, ciertos apuntes curiosos en la relación entre las criaturas y su creador, con ecos de Frankenstein y La Isla del Doctor Moreau, de Mary Shelley y H.G. Wells, respectivamente, ambientada en el espacio exterior, con un mad doctor encarnado por el sensacional actor alemán Klaus Kinski. La propuesta vuelve a venir sazonada, la fórmula obliga, con ciertas secuencias eróticas.

Inasequible al desaliento, hizo algunas gestiones importantes en el mundo de la industria del cine, entre ellas para que su guion Terminator circulase por los diferentes estudios, los más grandes, pero también los más independientes y osados, como una muestra de su currículum personal, es decir, como prueba palpable de lo que él tenía claro que era su talento de escritura e imaginación y ¿por qué no decirlo? Su mente aclimatada a la ciencia ficción, conseguida con muchos años de lectura de obras claves del género, a diferencia de, por ejemplo, Ridley Scott o Walter Hill y David Giler.

Fuera de New World Pictures, James Cameron recibió la llamada de otro cineasta que despuntaba y comenzaba a marcar maneras en el género: John Carpenter. Se le encarga a Cameron la labor de maquetista y director de fotografía de los efectos visuales de 1997: Rescate en Nueva York (Escape from New York, EEUU, 1981). El filme ha podido verse en la octava edición del Isla Calavera, Festival de Cine Fantástico de Canarias Ciudad de La Laguna con la presencia de la actriz Adrienne Barbeau. No resulta arriesgado afirmar que el filme de Carpenter tuvo un gran impacto en sus propias historias y aproximaciones a otras franquicias. Terminator y Aliens: El Regreso serían dos filmes tremendamente influenciados formalmente por el realismo y la ironía de Carpenter en su mini clásico de ciencia ficción.

Aliens: El regreso.
Aliens: El regreso.

RIPLEY 57 AÑOS DESPUÉS: LAS CONSECUENCIAS DEL NEOCOLONIALISMO CORPORATIVO

Es en el verano de 1983 cuando el guion The Terminator va a parar a los despachos de Brandywine Productions. Walter Hill, David Giler y Gordon Carroll tienen una reunión con James Cameron. No es que quieran producir ese guion, cuyo proceso ya está en marcha con la productora británica afincada en Los Ángeles, Hemdale Productions. Los ejecutivos de Brandywine otorgan al canadiense unas pautas de cómo debe de ir ese futuro filme de la franquicia. Ripley rodeada de soldados y toda la parafernalia militar.

Los directivos que tomaron la antorcha dejada por Alan Ladd Jr. en 20th Century Fox, no estaban receptivos precisamente a la idea de una secuela del rentable filme de 1979, que todavía se mantiene como el filme con mayor número de espectadores de toda la saga. Los argumentos para no llevar a cabo la secuela eran de lo más variopintos. En torno al filme original, se decía, que no había el merchandising, a diferencia de lo acontecido con los filmes de Star Wars. Muchos pensaban que el filme de 1979 había sido todo un fenómeno cinematográfico, pero que, definitivamente, era un filme desagradable y el público ya había visto suficiente sobre la criatura parásita y asesina. Los ejecutivos de la compañía, aquellos años, por otra parte, seguían a rajatabla la “regla de oro” de las secuelas (rápidamente derogada): cuestan el doble y recaudan, como mucho, la mitad. Las buenas noticias para Alien II llegarían en julio de 1984.

El productor independiente Lawrence Gordon fue contratado para reemplazar a Joe Wizan en la cabeza visible de Fox. La relación entre Lawrence Gordon y Walter Hill no puede ser mejor. Ambos han hecho juntos El Luchador, The Driver, y los dos hits de Paramount Pictures, The Warriors y Límite 48 Horas. Llega el momento de hablar de la continuidad de uno de los filmes más rentables de la casa.

Avatar, de James Cameron
Avatar, de James Cameron

Avatar

Resulta muy complicado separar el nombre de James Cameron de la saga Avatar. El estreno del primer filme en 2009 se saldó con un éxito que necesitaban desesperadamente las salas de cine. Los fans del realizador, los amantes del género y las familias se lanzaron hacia la sala de cine más próxima, y lo hicieron varias veces como regla general. Su visionado en salas 3D, podía haber dado más dividendos aún si se hubiesen estandarizado antes.

Avatar fue el filme que hizo a los distribuidores modernizar sus salas de cine. La Invención de Hugo (Hugo, EEUU, 2011), de Martin Scorsese, y La Vida de Pi (The Life of Pi, EEUU, 2012) de Ang Lee, y en menor medida Prometheus (EEUU, 2012), de Ridley Scott, fijaron las bases sentadas por el filme de James Cameron respecto a los estándares de las 3 dimensiones en la gran pantalla, dejando claras unas infinitas posibilidades de utilización del formato con fines narrativos.

Las 3D y su molesta conversión también hicieron ver los aspectos negativos, a través de filmes como Furia de Titanes (Clash of Titans, EEUU, 2010), de Louis Leterrier, y su secuela Ira de Titanes (Wrath of Titans, EEUU, 2012), de Jonathan Liebesman.

Desde 1997, documentales aparte, Cameron en la ficción no ha hecho otra cosa que los filmes colosales ambientados en el mundo de Pandora, y que de alguna manera parten de un conglomerado de cine y literatura ya vistos sobradamente aderezados con lo último en tecnología. Pero este no ha sido ni mucho menos el estado de las cosas.

Terminator
Terminator

Terminator

Entre 1984 y 1997, James Cameron realizó una serie de películas conmovedoras, filmes que fueron encareciéndose a medida que fue ganando credibilidad y prestigio. En todos ellos luce maravillosamente su visión del espectáculo combinada con el intenso drama humano, liderado por personajes femeninos de gran potencia y carisma. Sus dos filmes sobre Sarah Connor y su hijo John Connor y los ciborgs venidos del futuro en la citada Terminator y su siguiente secuela Terminator 2: El Juicio Final (Terminator 2: The Judgement Day, EEUU, 1991), filmes sobre el reinado de las máquinas en un desastroso futuro para la humanidad y los viajes en el tiempo para tratar de arreglar las cosas son dos filmes espléndidos, por más que la segunda posea un tono políticamente correcto respecto al personaje encarnado por Arnold Schwarzenegger, pero esa es otra historia. La impecable acción, el ritmo del filme y los sofisticados efectos especiales, todo ello al servicio implacable de la historia, dejaron mudos a los espectadores de comienzos de los 90.

Para 20th Century Fox, Cameron hizo dos filmes sensacionales, bien escritos, mejor filmados, intensos, espectaculares donde cada dólar invertido puede apreciarse en sus visionados para la gran pantalla. Abyss (The Abyss, EEUU, 1989) es un filme que no proporcionó todo el dinero que se esperaba de él y tuvo una filmación complicada, agravada por la mala relación entre Ed Harris y el realizador. Siendo el final de este filme un tanto decepcionante, puesto en relación con la épica del resto del filme, no deja por ello de ser un filme de aventuras espléndido, de gran impacto.

Kate Winslet y Leonardo DiCaprio, en Titanic, de James Cameron.
Kate Winslet y Leonardo DiCaprio, en Titanic, de James Cameron.

Titanic y Abyss

En la segunda década de los 90 y en contra de lo anunciado por los agoreros que vaticinaban un fracaso estrepitoso, Cameron estrena Titanic (EEUU, 1997), la producción más cara de la historia en aquel momento, cuyo dinero se había reunido en una asociación entre la Fox y Paramount Pictures. La recaudación de taquilla, lejos de estrellarse como el famoso buque, dejó perfectamente claro que la aventura, las dificultades de la filmación y la historia de Rose (Kate Winslet) y de Jack (Leonardo DiCaprio) en medio de la catástrofe del buque británico, era lo que el público de entonces quería ver.

Linda Hamilton, Mary Elisabeth Mastrantonio y Kate Winslet encarnaron en los filmes mencionados al prototipo de heroína instaurado por su realizador, con sus inseguridades, pero obteniendo de la flaqueza la entereza necesaria para resolver las situaciones límite y los grandes dilemas planteados por los habilidosos guiones del cineasta canadiense. Aliens: El regreso no sólo pertenece a este ilustre período de la filmografía del cineasta autoproclamado rey del mundo en la ceremonia de los premios Oscar de 1997 mientras sostenía un premio en cada mano. Es sin la menor duda, la mejor de todas las películas de ese período, y la que le proporcionó al cineasta la posibilidad de dirigir con pleno control los filmes de 1989 y 1997 mencionados.

Aliens: El regreso.
Aliens: El regreso.

Aliens

En las salas de cine en EEUU el 17 de julio de 1986 se estrenó una versión de 132 minutos de Aliens: El Regreso, con el objetivo primordial desde la distribución de poder efectuar los 4 pases diarios, esenciales al no estar todavía estandarizados los «cineplex”. La versión extendida del filme estrenada mundialmente en formato de video doméstico el año 1992 permitiría, con sus pros y contras disfrutar de la completa visión de James Cameron, es decir de 155 minutos, frente a los referidos 132 minutos pactados para su estreno, En España se tuvo que esperar hasta el 30 de octubre. La versión extendida del filme permitiría disfrutar de la completa visión de James Cameron, es decir de los 155 minutos que constituyen “el viaje que realmente queríamos contar”, en palabras de la productora Gale Ann Hurd. El éxito de recaudación del montaje para los cines fue rotundo. Más de 180 millones de dólares de taquilla a lo largo del planeta. La versión extendida constituyó todo un récord de ventas en el formato doméstico, y con el tiempo se vería en salas comerciales. Aliens: El regreso tuvo siete nominaciones a los Oscar de la academia, entre ellas una para Sigourney Weaver a la mejor actriz.

Prince Charles Cinema
Prince Charles Cinema

La versión vista en la Upstairs cinema de los cines Prince Charles fue la versión extendida, aquella que realmente desarrolla y expande todos los aspectos que toca el filme. Se entiende ese afán protector de Ripley sobre Newt (Carrie Henn), la joven superviviente de la colonia LV 426, cuando nos percatamos que ha perdido a su hija, ya fallecida, a la que había prometido regresar para su cumpleaños. Es en la versión extendida donde nos enteramos igualmente que la audiencia a la que asiste Ripley y donde narra los hechos acontecidos en el primer filme se está jugando su licencia y termina con su revocación y sin cargos penales, pero la necesidad de evaluación psiquiátrica mensual. Un par de momentos adicionales entre Ripley y Hicks, donde se intercambian nombres de pila y de alguna manera conectan, no sobran, pero no son necesarios. Las secuencias con los padres de Newt siendo atacados por el face hugger y las armas automáticas con sensores de movimiento colocadas en los pasillos del complejo, pueden ser prescindibles.

En cualquier caso, desde que está disponible la versión extendida, el cronista siempre ha sentido absoluta predilección por la misma. Complacido con la estandarización de la versión extendida de Aliens: El regreso, el pase en los cines de Leicester Square estuvo a la altura, con una copia espléndida en 70 mm, conservando su granulado y en unas circunstancias fabulosas para su visionado dando el frío y la lluvia reinante en el exterior.

A Cameron, por tanto, no le interesa la idea de creación de otros mundos, ni de ir ensamblando una mitología fantástica, como sí que ocurre en la colosal saga Avatar. La película va directa a la historia de Ripley, sus dilemas y los problemas a los que tiene que hacer frente su personaje. En un primer momento, el dilema de Ripley pasa porque la crean respecto a los hechos del primer filme, con el objetivo claro de que alerten a los colonos de que allí está el germen de la criatura. A continuación, la disyuntiva pasa por si ella acude personalmente, o no, al planeta, cuando finalmente se pierde todo contacto. Finalmente, está la encrucijada de considerar que, capturada por una de las criaturas, la niña todavía está viva e ir a salvarla de las garras de los monstruos extraterrestres antes escapar de un planeta a punto de convertirse en polvo cósmico.

James Cameron, que respeta muchísimo el trabajo meticuloso y personal de Ridley Scott en el anterior filme, retoma las principales reglas narrativas de la primera película, como es lógico (el personaje de Ripley, las características de la criatura, la corporación y sus intereses económicos), pero se aleja visualmente de ella todo lo que le es posible. Hay cierta continuidad estilística, qué duda cabe, pero el realizador canadiense busca y consigue reflejar su propia personalidad. Lejos de ser un estilizado filme de terror psicológico como era el filme de Scott, definida por el uso del teleobjetivo (que le otorga a la imagen esa textura especial, tan definitoria, marcando distancia al filmar, y cerrando mucho el encuadre, para captar tan sólo partes concretas de la criatura), Aliens es un espectacular filme bélico, con reminiscencias directas a la entonces reciente guerra de Vietnam, cuyas repercusiones, no sólo respecto a las importantes bajas humanas, sino a su repercusión mediática, o la división que creaba en la sociedad, con predominio de su impopularidad, surcaban y azotaban a la sociedad estadounidense. Ello puede apreciarse en secuencias como aquella que comparte la euforia de los soldados, ante el escepticismo de Ripley, que ya sabe cómo se las gasta la criatura, y el de la niña, la joven Newt, que, paradójicamente, se siente más segura sola que ellos. Aliens comparte con el conflicto del sudeste asiático la incomprensible derrota de un ejército entrenado y tecnológicamente superior, derrotado por una raza primaria.

Newt y Ripley, en Aliens: El regreso.
Newt y Ripley, en Aliens: El regreso.

Cameron, tan maniático por el detalle como Scott, consigue una película épica, intensa, rica en detalles, filmada a las maneras clásicas. Muestra de ello son, por ejemplo, esas retroproyecciones (imágenes proyectadas en una pantalla al fondo del plano) que se utilizan por ejemplo cuando en la estación Gateway, Carter Burke le viene a traer a Ripley información sobre su hija. El plano engaña y da a entender que Ripley está en un jardín (sabemos que está en el espacio) y de repente la cámara se mueve y ella apaga la pantalla. Es una proyección filmada (de un jardín de los estudios Pinewood) en Panavisión (uno de los formatos surgidos en los años cincuenta como alternativa al cinemascope, para hacer la guerra a la televisión que proporcionaban mayor tamaño y resolución de imagen). Cuando los protagonistas van a salir de la colonia, esperan la llegada de una nave nodriza para recogerlos, y trasportarlos a la Nave Sulaco, pero se ha colado un Alien que aniquila a sus tripulantes. La secuencia de la nave estrellándose al fondo del plano, mientras Ripley, Newt y los suyos tratan de escapar del impacto, es igualmente una retroproyección.

Ripley en Aliens: El regreso.
Ripley en Aliens: El regreso.

El filme, por otra parte, posee un empleo tremendamente eficaz de la pista de sonido, gran culpable de los instantes más aterradores y desasosegantes del filme, como esos dispositivos que usan los marines para detectar el movimiento, y que más de una vez se integra en los acordes del formidable score de James Horner, anticipando el ataque de las criaturas. El uso de la luz también es muy importante. El color azul tan característico del cine de Cameron, se combina magníficamente con la luz roja de alarma, en secuencias límite, con el empleo de las luces estroboscópicas o intermitentes que acompañan los disparos del fusil de asalto a-10 mm que usan los marines. Al tono pesadillesco y caótico de la propuesta, contribuye el hecho de que Cameron fuerce el encuadre, combinando diferentes posiciones de las criaturas, o filmando a la reina alien, creando el efecto entre majestuoso y fantasmagórico, dotándola de sensaciones primarias como dolor y furia, que potencian el desasosiego de la excelente secuencia de lucha final de esta criatura con Ripley armada de un robot elevador.

Con Aliens: El regreso, el cineasta canadiense logra el mejor filme de su carrera hasta la fecha, y se mueve por última vez en los parámetros de serie B. Tal vez no sea el rey del mundo, pero sus películas, mejores o peores, jamás causan indiferencia y constituyen un palpable ejemplo del enorme esfuerzo que hay detrás de una producción cinematográfica. Con Avatar: El sentido del Agua (Avatar: The Way of the Water, EEUU, 2022), Cameron ha recuperado, en opinión de este cronista, gran parte del sentido de la aventura esgrimido en los intensos filmes de los 80 y 90.

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DE ALIEN A BLADE RUNNER. SCOTT, CAMERON Y VILLENEUVE. PRIMERAS SECUELAS

1. UNAS PALABRAS INTRODUCTORIAS. CINE DESDE EL WEST END
2. RIDLEY SCOTT. SUEÑOS DE CREDIBILIDAD. ALIEN, EL 8º PASAJERO O LA GÉLIDA SOLEDAD EN EL ESPACIO EXTERIOR
3. RIDLEY SCOTT (II). SUEÑOS DE UNICORNIO. BLADE RUNNER O LA SOLEDAD DEL CORREDOR DE FONDO
4. JAMES CAMERON Y LA CATARSIS BÉLICA. RIPLEY 57 AÑOS DESPUÉS: ALIENS EL REGRESO O LAS CONSECUENCIAS DEL NEOCOLONIALISMO CORPORATIVO.
5. DENIS VILLENEUVE, EL APRENDIZ DE REALIZADOR DE GÉNERO FANTÁSTICO. BLADE RUNNER 2049. ¿SUEÑAN LOS HUMANOS CON REPLICANTES EMBARAZADAS?
6. PROYECTOS INMEDIATOS. LA BUENA SALUD DEL GÉNERO DE CIENCIA FICCIÓN ESTADOUNIDENSE