La presentación en sociedad de Plissken, alias “Serpiente”, interpretado por un antiguo actor infantil para Walt Disney Pictures, constituyó todo un impacto en 1981. Un presupuesto de apenas cinco millones de dólares, se convirtió en una ganancia de cincuenta. John Carpenter y Nick Castle crearon todo un icono cultural que resuena desde entonces. El resultado rezuma autenticidad e integridad por parte de un cineasta que navega entre los filmes apocalípticos que rondaban al cine estadounidense, australiano e italiano de aquellos años, la estética punk, el cómic de acción y su clásica manera de entender el cine, que yuxtapone hábilmente al cine fantástico y de terror.

El éxito le debe muchísimo al carisma de Kurt Russell, actor fetiche de Carpenter. Serpiente es un héroe lacónico, desencantado y anarquista, a quien le “…importa una mierda su guerra o su presidente”, como le dirá a Bob Hauk, el jefe de policía que controla la seguridad de la isla prisión. Ese plano final donde el héroe ha dejado en evidencia al alto cargo del país, al tiempo que destroza el casete que contiene el verdadero discurso que tendría que estar escuchándose en la cumbre mundial de Hartford, demuestra la escasa fe del condecorado ex militar en el ser humano, al mismo tiempo que constituye su particular “que le den” al sistema prestablecido y a la corrección política. Plissken, digno heredero del romántico bucanero de la literatura decimonónica, atravesado por el arquetipo estoico del western, es un héroe resolutivo que, probablemente, como abogado o inversor financiero no se ganaría la vida, pero sí sabe lo que ha de hacerse en una isla de Manhattan convertida en prisión de alta seguridad.

¿PRESIDENTE DE QUÉ?

Russell se vio arropado por un plantel de actores diverso y versátil. El también carpenteriano Donald Pleasence otorga una personalidad caricaturesca y pusilánime al alto cargo de la nación. Otras figuras reales posteriores han demostrado lo patético que puede llegar a ser un presidente de EEUU. “¿Presidente de qué?”, dirá Serpiente a Hauk, como primera reacción cuando se le informa de los parámetros de su misión.

Los veteranos Lee Van Cleef (que aporta una presencia utilizada previamente por Budd Boetticher, John Ford o Sergio Leone) como Hauk y Ernest Borgnine, cuyo personaje, Cabbie, deja claro cómo sobreviven los taxistas en el nuevo orden de la isla de Manhattan. Harry Dean Stanton como “Cerebro”, después de sus trabajos para Wim Wenders o Ridley Scott, y Adrienne Barbeau, que ya había colaborado con Carpenter en Alguien me está espiando (Someone is watching me!, 1978) y La Niebla (The Fog, 1980), convertida en una de las grandes damas del fantástico, además, por obra y gracia de sus filmes con Wes Craven y George A. Romero.

Un insólito Isaac Hayes como el villano “Duke”, músico para filmes exploitation de los años 70, un cameo de la actriz y cantante Season Hubley, y la presencia de Tom Atkins, éstos dos últimos nada ajenos al universo carpenteriano, acometen personajes muy bien definidos.

A James Cameron se le encarga la labor de director de fotografía de unos efectos visuales entre sofisticados y añejos. La casi siempre nocturna fotografía de Dean Cundey obtiene sorprendente partido de las localizaciones, y en particular al periférico barrio de San Louis donde la filmación tuvo lugar, que sustituyó a Manhattan, por obra y gracia de Joe Alves a cargo del diseño de producción. El atronador poder de convicción de este emblemático clásico permanece intacto.

En el Festival de Cine Fantástico de Canarias Ciudad de La Laguna, tendremos la perfecta ocasión de disfrutar el domingo 10 de noviembre del pase en Multicines Tenerife de 1997: Rescate en Nueva York, con la presencia de Adrienne Barbeau, Premio Isla Calavera de Honor 2024, en sala para el posterior coloquio con la actriz.