La secuela de Blade Runner fue durante muchos años una de las leyendas urbanas y especulaciones más recurrentes en los chascarrillos de Hollywood. En las grandes reuniones de ejecutivos siempre se había evitado llegar a importantes conclusiones. En las pequeñas reuniones, fue en numerosas ocasiones el tema que se empleaba como una manera de romper el hielo y pasar luego a lo importante. En todo caso, era un tema que invitaba a fabular y disertar sobre las secuelas en general, y lo decepcionantes que solían ser. Aliens: El regreso y El Padrino parte II (The Godfather part II, EEUU, 1975) eran, naturalmente, una excepción a la regla. Lo cierto es que, y esto siempre salía en toda conversación sobre el tema, pese al culto inmenso que el filme iba adquiriendo clara y contundentemente a lo largo de los años, Blade Runner no fue un éxito de taquilla.

Recordemos la regla de oro de los productores respecto a las secuelas. Así que la posibilidad de una secuela de esta obra maestra arrancaba sonrisas, pero a la hora de la verdad los ejecutivos se encogían de hombros y pasaban a otra cosa.

La maraña de derechos que había que sortear y pagar por seguir explotando el filme, si es que algún día se convertía en una franquicia que mereciera la pena explotar, era, por otra parte, todo un desafío para los abogados especialistas en contratos de distribución de la meca del cine.

Van pasando los años y llega una fecha concreta que constituye un punto de ruptura en el hastío generalizado de todos los implicados para regresar al universo de los replicantes y sus cazadores con aureola de filme noir.

3 de marzo de 2011. Es la fecha en la cual Broderick Johnson y Andrew Kosove, cofundadores (en 1997) de la productora independiente Alcon Entertainment LLC, que posee un fuerte acuerdo de distribución de sus productos a través de Warner Bros., se hace con unos activos muy importantes: los derechos plenos para la explotación en el cine, televisión, videojuegos y libros de la posible franquicia Blade Runner, de modo que pueden producir series de televisión, precuelas y secuelas a su antojo que tengan que ver con el icónico filme de 1982.

Parte del acuerdo requiere que en la línea de producción ejecutiva figuren el productor y realizador Bud Yorkin, su esposa Cynthia Sikes Yorkin como coproductora. Sikes Yorkin se había convertido en 1998 en socia en iguales partes con Bud Yorkin respecto a los derechos del filme original de 1982. Los Yorkin nunca pudieron comprar los derechos del copropietario Jerry Perenchio (recordemos, el otro de los tres miembros de Tandem Productions, Inc. que se sumergió en el negocio de Blade Runner), además muy reticente a poner en marcha ninguna secuela.

La parte de Perenchio fue finalmente a parar a Thunderbird Entertainment, una productora y distribuidora canadiense. Por esa compañía comparecen Frank Guistra y Tim Gamble como productores ejecutivos propietarios del 50% de la franquicia Blade Runner. Y por supuesto, comparecerán en los créditos igualmente Johnson y Kosove que manifestaron su alegría con la tremenda adquisición, reconociendo que siempre fue uno de los filmes preferidos de ambos, aceptando el reto y la responsabilidad de honrar al filme original en cualquier secuela o precuela que llegasen a producir.

2007 había sido un año importante para Blade Runner igualmente, como se ha explicado. Además del montaje final, aparece en el mercado audiovisual el documental de 214 minutos de duración Días Peligrosos: Creando Blade Runner (Dangerous Days: Making Blade Runner, EEUU, 2007), de Charles de Laurizika.

Por otra parte, la múltiple edición en todo el mundo en DVD y Blu-Ray en 2012 de los diferentes montajes del filme, más algunas escenas alternativas descartadas en su día convierte el suceso en toda una celebración para cinéfilos del mundo entero. 2007 y 2012, en definitiva, supusieron otros momentos de oro, claves para un filme que cumplía 30 años de existencia y tres versiones estrenadas en salas comerciales.

Visto lo visto, en un momento de los “días peligrosos” de 2016, una pregunta flotaba en el aire con mayor brillo e intensidad si cabe que los cuatro años de vida del replicante Roy: ahora que parece que ha habido ciertos movimientos por desenmarañar la tela de araña sobre los derechos del filme original y ciertas intenciones de realizar algunos movimientos creativos en torno al mítico filme de 1982. ¿Dónde estaba la secuela del filme de culto que ya tenía 30 años?

Los Yorkin contactan con Johnson y a Kosove. Alcon Entertainment ha producido algunos filmes de cierto prestigio como Insomnia (EEUU, 2002), de Christopher Nolan, o 16 Calles (16 Blocks, EEUU, 2006), de Richard Donner. Pero, principalmente, tenía en su haber dos éxitos incontestables cuyas cifras en taquilla habían cuadruplicado sus presupuestos: The Blind Side (EEUU, 2009) de John Lee Hancock, un drama racial de buenas intenciones que supuso un Oscar de la Academia para Sandra Bullock, y el intenso thriller Prisioneros (Prisoners, EEUU, 2013), dirigido por un francocanadiense que había llegado para quedarse y que iba diciendo a todo aquel ejecutivo que quisiera escucharle, en cada reunión que tenía y había tenido en Hollywood, que algún día haría películas de ciencia ficción de gran presupuesto. Su nombre era Denis Villeneuve.

BLADE RUNNER 2049

Cynthia Sikes Yorkin se convierte en una especie de mediadora de facciones beligerantes en el proceso de producción del filme que daría lugar a Blade Runner 2049. Comienza convenciendo a su esposo para limar asperezas con Ridley Scott y con el guionista original Hampton Fancher. Digamos que, gracias a la señora Yorkin, todos consiguieron sentarse en un salón para hablar civilizadamente sobre lo que sería Blade Runner 2049, una vez superado el “molesto” tema introductorio de las secuelas. Definitivamente Michael Deeley y la productora ejecutiva del primer filme, Katy Haber, no quisieron formar parte de la nueva aventura. Fancher comienza a desarrollar un borrador de guion con algunas ideas que ya tiene al respecto. Ridley Scott está demasiado ocupado para hacerse cargo de la energía y el tiempo necesarios para un proyecto de esta envergadura. Acaba de estrenar con bastante éxito una incursión en el género de ciencia ficción con la que está bastante contento: Marte (The Martian) (The Martian, EEUU, 2015). Se convoca a las posteriores reuniones al artífice de Prisioneros. Tres fueron las razones que Villeneuve esgrime para involucrarse:

I). Una vez dijo que sí a la secuela, Villeneuve quería la bendición de Ridley Scott. Quería sentarse delante de él, mirarle a los ojos y escuchar, “si, puedes hacerlo”. Menos mal que el británico así lo expresó.

II). Al leer el guion de Hampton Fancher y Michael Green, Villeneuve sintió claramente que había una gran película que obtener de él y comprendió que Scott había sentido lo mismo.

III). Al francocanadiense le habían ofrecido ya unas cuantas películas importantes y algunas de género. Sin embargo, pocas eran realmente dignas de hacerse realidad y pocas significaban tanto artísticamente para él como aquella. Ridley Scott es uno de los directores preferidos de Villeneuve, quien sentía un amor desmesurado hacia el filme original.

Como un joven director de películas independientes en Canadá, Villeneuve jamás había tenido la menor oportunidad de hacer ciencia ficción a la escala presupuestaria que requerían los efectos especiales en ese género. Sus dos primeros filmes, fueron escritos igualmente por él y de alguna manera dan rienda suelta al interés de su realizador por los accidentes automovilísticos a finales del milenio. August 32nd on Earth (Canadá, 1998) Una especie de road movie donde Simone Prévost (Pascale Bussieres), una joven de 26 años se replantea su existencia después de sobrevivir a un terrible accidente de coche. Decide cancelar un programado viaje a Italia y llamar a su amigo Philippe (Alexis Martin) y proponerle tener un hijo con él. Éste acepta, con la condición de que la concepción tenga lugar en el desierto. El filme fue seleccionado para la sección A Certain Regard del Festival de Cannes de 1998.

MAELSTRÖM

Por su parte, Maelström, el segundo filme de su realizador, es un drama psicológico donde asoman ciertos aspectos de género fantástico. Su protagonista es también una mujer, Bibianne Champagne (Marie-Josée Croze), una joven empresaria que se involucra a un nivel romántico con el hijo de un hombre al que atropelló y se fugó. El filme está narrado por un pez parlante, mediante el empleo de la técnica animatrónica. Se estrenó en el Festival Internacional de Cine de Montreal y en el Festival Internacional de Cine de Berlín. Para Villeneuve, los resultados con estos dos filmes habían sido decepcionantes. Tanto es así, que no hizo un solo largometraje en 9 años, dedicado a su familia.

Nueve años más tarde

Su regreso vino con Polytechnique (Canadá, 2009), rodada en Quebec y recrea la masacre real que emprende un joven en la escuela politécnica de Montreal el 6 de diciembre de 1989, cambiando la vida de sus estudiantes para siempre. El punto de vista elegido es doble: el de dos jóvenes estudiantes que observan todo el proceso emprendido por el asesino, y la óptica de éste, que quiere matar a tantas mujeres como sea posible. Su estreno mundial tuvo lugar en Quebec, y a partir de ahí, fue seleccionada para la sección quincena de realizadores del festival de cine de Cannes de 2009. Recibió nueve premios Genie, que otorga la academia canadiense de cine y televisión. Villeneuve rodó el filme en francés, pero también hizo una versión en inglés.

Incendies (Canadá, 2010), parte de la obra teatral de Wajdi Mouawad: La Mujer que Cantaba. Dos hermanos mellizos se reúnen con un notario canadiense amigo de la familia para leer el testamento de su madre una inmigrante canadiense. La mujer provenía de una familia árabe. El descubrimiento de las raíces, la dramática concepción de los dos gemelos, las guerras en oriente medio, la falta de atención a los derechos humanos más elementales, así como una promesa incumplida sobre una tumba y un ataúd forman parte del reto familiar de los dos herederos en un sensacional filme de profunda crítica política y social, sin descuidar en drama personal de los protagonistas, con ecos de tragedia griega. Obtuvo una nominación al Óscar a la mejor película de habla no inglesa. Ambos filmes colocaron definitivamente a Denis Villeneuve en el mapa de Hollywood.

La citada Prisioneros, la poliédrica y surrealista Enemy (EEUU, 2013), y el thriller Sicario (EEUU, 2015) sobre el grado que alcanza la lucha contra el narcotráfico en EEUU, son películas absolutamente innovadoras, osadas y magníficamente realizadas, y el hecho de que de alguna manera vaya a contracorriente de la zona de confort del cine comercial estadounidense, no impide que sean tremendamente populares.

En sus sueños con “ovejas electrónicas”, es decir, con hacer películas de ciencia ficción, Villeneuve tenía siempre un top: una adaptación de la saga Dune, según las novelas de Frank Herbert. Sabía que era un camino largo. Había que obtener, primero que nada, un buen guion, había que desenmarañar los derechos de las novelas, en un proceso tan complicado como el de Blade Runner 2049. En fin, que el sueño de Dune era un sueño de largo recorrido. Villeneuve comenzó a andarlo, bajo el paraguas de Warner Bros. La ventaja de ese deseo a largo plazo es que el tiempo jugaba a favor del visionario realizador. Si aceptaba hacer otras películas de género, la experiencia le proporcionaría aquella soltura que necesitaría cuando Dune estuviese lista.

Y así ocurrió. La Llegada (EEUU, 2016), es una obra compleja sobre el lenguaje alienígena y como éste permite avanzar a través del tiempo, en una invitación a reconsiderar conceptos como la comunicación y la cronología. Villeneuve salió enormemente airoso de su soñado su debut en la ciencia ficción a gran escala. Luego vino Blade Runner 2049. Su satisfacción personal con el resultado no sería la misma.

Denis Villeneuve, junto a Harrison Ford y Ryan Gosling, en el set de Blade Runner 2049.
Denis Villeneuve, junto a Harrison Ford y Ryan Gosling, en el set de Blade Runner 2049.

¿SUEÑAN LOS HUMANOS CON REPLICANTES EMBARAZADAS?

Con Villeneuve al mando de la cacareada secuela, las decisiones van cayendo en escala. Reaparecerá el personaje de Deckard. Harrison Ford muestra su entusiasmo por estar. Habrá cameos de Edward James Olmos y Sean Young, que aceptan el reto. Ryan Gosling, actor tremendamente popular ya en 2017, Robin Wright, Jared Leto, Dave Bautista y Ana de Armas van firmando contratos.

El director de fotografía británico Roger Deakins se quedó profundamente impactado y deslumbrado con el visionado de Incendies. Su director le pareció un cineasta muy especial. Deakins le dijo a su agente que si Villeneuve venía o se quedaba en Hollywood y quería hacer películas, le hiciese llegar claramente sus intenciones de que estaría disponible para él. Prisioneros y Sicario marcaron el comienzo de una hermosa amistad entre el realizador y el cinematographer. Villeneuve llamó personalmente al británico de cara a Blade Runner 2049 y le dio carta blanca para marcar la pauta lumínica del filme. El resultado es absolutamente rico y deslumbrante, además de un merecido Oscar de la academia para la fotografía del filme.

La filmación tuvo lugar entre julio y noviembre de 2016, principalmente en los bien equipados estudios Origo de Budapest y en algunos edificios emblemáticos de la ciudad que replicaron a un Los Ángeles 30 años por delante del filme original.

El resultado fue un tanto agridulce en términos de público. Se esperaba que los fans del original acudiesen masivamente a llenar las salas de cine una y otra vez. Todo el mundo levantaba la mano y se autoproclamaba fan del filme original, por tanto, no era disparatado suponer un visionado a gran escala. Y la taquilla no fue mal, solo que el presupuesto resultó ser enorme y, por tanto, tampoco Blade Runner 2049 ha sido un éxito rotundo. Otra pregunta flotaba en el ambiente ¿Dónde estaba la legión de fans de Blade Runner cuando se les necesitaba para llenar las salas?

A todo ello hay que sumar el descontento de Denis Villeneuve con el balance final de este magnífico filme. El realizador francocanadiense lo resume del siguiente modo:
“Estaba constantemente pensando en la película original mientras hacía Blade Runner 2049. Era imposible no hacerlo, así que 2049 fue realmente una carta de amor a la primera película, pero fue de lejos uno de los proyectos más difíciles que jamás he hecho y no creo que vuelva a acercarme al universo de otra persona otra vez. Aún me despierto por las noches a veces diciendo ¿por qué hiciste eso?”.

Pantalla Prince Charles Cinema
Pantalla Prince Charles Cinema

Science Fiction/ Double Feature

Noviembre de 2024. Diez minutos separaron los créditos finales de la melancólica Blade Runner de 1982 y los créditos iniciales de Blade Runner 2049 en la Downstairs cinema de los cines Prince Charles. El visionado de ambos filmes uno detrás del otro, constituye un espectáculo sin precedentes. Tanto es así, que el cronista decidió que esa es la mejor manera de plantarse ante ambos filmes, uno seguido del otro, como si ambos fuesen una especie de todo. Era la primera vez que así lo hacía. Los sentimientos encontrados que tenía respecto a la secuela de Villeneuve, se habían ido disipando con cada pase, y con cada experiencia vivida con cada uno de ellos.

Sin duda, Blade Runner 2049 constituye todo un triunfo a nivel estético y visual, terreno en el que confluye una visión absolutamente personal de una riqueza y sutilidad arrebatadoras. El exquisito gusto por el detalle y en como transita, en definitiva, por el rico mundo histórico, donde personajes nuevos conviven maravillosamente con los ya conocidos, con una nueva trama al viejo estilo «noir» como hilo conductor, marcan la maravillada visión en la gran pantalla. Villeneuve, y el operador Roger Deakins, crean una atmósfera digna de su predecesor, confiriéndole un ritmo mucho tan o más pausado que justifica, en opinión de este cronista, los 164 minutos de duración que transcurren de manera natural, engarzando cada uno de los impactantes eventos que sustentan la trama en perfecto maridaje con el filme de 1982.

Memorable resulta cómo Villeneuve nos introduce sabia y paulatinamente en el reconocible universo del filme de Ridley Scott, y en cómo prorroga de un modo muy novedoso, respecto del filme anterior, el discurso sobre la soledad. El Blade Runner protagonista, el agente de policía que retira replicantes, es… ¡un replicante! Una idea sensacional, una de tantas. La idea de expandir el universo de Los Ángeles hacia otras áreas de California, las más agrícolas, y las menos favorecidas, para exponer nuevas estructuras sociales, ampliando escenarios, personajes y sectores de la sociedad, redefiniendo ideas y situaciones ya presentes en el filme de Scott, como las disquisiciones en torno a los implantes de recuerdos, brillan a cada nuevo visionado.

La relación entre los personajes que componen maravillosamente Ryan Gosling y Ana de Armas constituye, por otra parte, un bloque absolutamente fascinante del filme. Dos personajes y dos interpretaciones para la historia del género. Su relación constituye una metafórica reflexión sobre la soledad en un mundo tecnológico que ya estaba muy presente en el filme original. La idea de un androide protagonista, K, y su juguete virtual, Joi, el holograma-aplicación, en un mundo que ya no distingue entre lo real y lo artificial, que le ayuda a combatir la desolación que el replicante cazador de los de su especie siente en su propio hogar. Un conato de historia de amor intangible, maldita, que recoge una de las maneras más hermosas que ha encontrado el cine de narrarnos esa soledad en esta era tecnológica.

Llama la atención en la trama la idea de que Rachel, la replicante interpretada por Sean Young en el filme original, se quedó embarazada y murió en el parto. El filme, a partir de ahí, desata todo un cisma en la quebrada sociedad futurista, entre los seres humanos, los robots y por supuesto en el seno de la Wallace Corporation (que ha relevado a la extinta y en suspensión de pagos, Tyrell Corporation), liderada por Niander Wallace (Jared Leto). Wallace envía a la letal replicante Luv (Sylvia Hoeks) a recuperar los restos de Rachel y tras la pista de la criatura nacida. La sociedad de 2049 no está nada preparada para hacerse a la idea de que una persona artificial pueda dar a luz a una nueva vida, o, dicho de otro modo, que una vida, con alma, provenga de una persona artificial, del mismo modo que K (excelente Ryan Gosling) expresa en un momento dado que nunca ha “retirado” a nadie que haya nacido previamente. Las órdenes que recibe el replicante es acabar con toda evidencia del mencionado embarazo.

Finalmente, y en consecuencia con la razón anterior, el rescate narrativo de Deckard (maravilloso Harrison Ford) prevalece como una opción nada forzada. Antes al contrario, el personaje está perfectamente integrado y su presencia, como padre de la criatura que cambiará todo, es necesario en el nuevo orden 30 años después. Deckard, después de la muerte de Rachel, y para proteger su descendencia, decide abandonarla. La hija resultará ser la doctora Ana Stelline (Carla Juri), que ha desarrollado problemas inmunitarios, vive en una especie de burbuja, un entorno seguro, pero desde él posee una gran creatividad en los diseños de la vida artificial de Los Ángeles de 2049. Nadie sabe que es la hija de Rachel y Deckard. K encuentra al ya anciano ex Blade Runner en Las Vegas, recluido en uno de sus lujosos hoteles, entre whisky y antiguos videos de Sinatra y Presley, evitando la polución exterior, donde el polvo radioactivo en suspensión, fruto de irresponsabilidades pasadas, constituye, paradójicamente, un ecosistema estable, proporcionándole el perfecto escondite. Deckard continúa enraizado en aquellos convencimientos que presenciamos en su evolución al final del filme de 1982.

Cada época, cada era, posee sus propias obsesiones y temas. Así, 1982 y 2017 tienen los suyos, y los tiempos de 2019 y 2049 en los que transcurren las respectivas películas, no constituyen una excepción. Además, si en 2019 la publicidad que aparecía en el filme, como parte de la ambientación futurista, era todo un espectáculo audiovisual, con mujeres cantando entre haces de luz y color en las paredes de los edificios, Los anuncios en la realidad de 2049 ya se integran entre la gente a pie de calle: bailarinas, o la nueva aplicación de compañía Wallace, con el rostro de Ana de Armas, danzan sensualmente invadiendo, nuestro espacio mientras caminamos por las avenidas. En un mundo donde lo artificial y lo real es completamente imposible de distinguir, la base de la existencia consiste en “sentir la vida”, sea real o artificial.

Los finales de ambos filmes se tienden un maravilloso puente con el humano Deckard como nexo de unión. Si en la parte final del filme de 1982, el replicante Roy tiende la mano al humano para evitar su muerte, en el final del filme de 2017 el replicante K salva la vida de Deckard y lo lleva a que pueda ver y conocer a su hija. Ambos, Roy y K mueren ante un fenómeno natural y en silencio, en un momento de pura extenuación y agonía personal. El primero bajo la lluvia que disolverá todos sus recuerdos, y el segundo bajo unos sutiles copos de nieve que le darán la paz que necesita y que tal vez lo llevan hacia su holograma preferido… o simplemente igualmente a la simple desaparición y pérdida de todos sus implantes y experiencias.

El fin del mundo no se desató finalmente en Londres aquella lluviosa y fría tarde de noviembre de 2024, especialmente propicia para la revisión del primer filme de la franquicia Alien y los dos de la saga Blade Runner en la capital del imperio de su majestad. El cinéfilo viajero abandonó los cines Prince Charles muy a su pesar. Se llevó algo de comida para el apartamento en la conexión de metro habitual, las líneas Victoria y la prodigiosa y práctica Jubilee Line principalmente. Cenó en soledad del apartamento de Canary Wharf. Parecía un ex Blade Runner llegando a su reducido habitáculo después de un día intenso.

Blade Runner 2049
Blade Runner 2049

El reencuentro con Blade Runner 2049 en la gran pantalla estuvo sensacional. Una de las revisiones en formato doméstico en su hogar, había constituido un claro punto de ruptura que hizo que el nuevo disfrute en pantalla grande fuera mayúsculo. Mientras regresaba al apartamento, recordó aquella tarde de domingo 25 de febrero de 2020. Teníamos la pandemia del Covid 19 ya encima. El confinamiento de la población llegaría en apenas dos semanas. Quizá fue necesario experimentar una sensación de apocalipsis, unos «Días Extraños» que diría el cantante y poeta Jim Morrison. Aquel domingo, la calima extrema que convirtió Canarias en el lugar más contaminado del planeta y estimulaba ciertas sensaciones experimentadas desde un hogar herméticamente cerrado. En Sidney, Australia, había pasado algo parecido en 2019, año de una tóxica tormenta de polvo rojo que impedía ver los elementos más reconocibles de la ciudad. Aquel domingo de febrero de 2020, era el día perfecto para ver la polución en la ciudad del juego por excelencia que proponía el segundo filme de anticipación de Denis Villeneuve. Su visionado nunca volvería a ser ya el mismo. Blade Runner 2049 es el filme perfecto para disfrutar durante el fin del mundo.

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DE ALIEN A BLADE RUNNER. SCOTT, CAMERON Y VILLENEUVE. PRIMERAS SECUELAS

1. UNAS PALABRAS INTRODUCTORIAS. CINE DESDE EL WEST END
2. RIDLEY SCOTT. SUEÑOS DE CREDIBILIDAD. ALIEN, EL 8º PASAJERO O LA GÉLIDA SOLEDAD EN EL ESPACIO EXTERIOR
3. RIDLEY SCOTT (II). SUEÑOS DE UNICORNIO. BLADE RUNNER O LA SOLEDAD DEL CORREDOR DE FONDO
4. JAMES CAMERON Y LA CATARSIS BÉLICA. RIPLEY 57 AÑOS DESPUÉS: ALIENS EL REGRESO O LAS CONSECUENCIAS DEL NEOCOLONIALISMO CORPORATIVO.
5. DENIS VILLENEUVE, EL APRENDIZ DE REALIZADOR DE GÉNERO FANTÁSTICO. BLADE RUNNER 2049. ¿SUEÑAN LOS HUMANOS CON REPLICANTES EMBARAZADAS?
6. PROYECTOS INMEDIATOS. LA BUENA SALUD DEL GÉNERO DE CIENCIA FICCIÓN ESTADOUNIDENSE