Después de su paso por el Festival de Sitges, la Semana de Cine Fantástico y de Terror de San Sebastián (donde ganó el Premio del Público al Mejor Largometraje) y el Festival de Cine Fantástico de Canarias Ciudad de La Laguna Isla Calavera, por fin ha llegado a carteleras Oddity, segundo largometraje dirigido por Damian McCarthy, y que se ha convertido en una de las sorpresas de este año en materia de género fantástico y de terror. McCarthy ya nos había sorprendido en el año 2000 con su opera prima, Caveat, y aquí reincide con otra película atmosférica y tétrica, que busca dar una vuelta de tuerca al cine de fantasmas.
El cineasta nos propone en Oddity una trama criminal y las dudas de la hermana de la víctima ante la resolución del asesinato, todo a modo de trama detectivesca sobrenatural y con una particular herramienta de investigación, un tótem de madera que sirve de contacto con lo sobrenatural. La película funciona a modo de pieza de cámara, con tres personajes como protagonistas casi únicos, reunidos en un espacio cerrado, una casa aislada en el campo. McCarthy emplea lo minimalista de elementos para construir una narración cargada de tensión, suspense y terror.
Una de las sorpresas del cine de terror del año
Pese a sus búsquedas de originalidad, lo cierto es que el guion peca de previsible, siendo el aspecto más endeble de la película. A pesar de esto, McCarthy logra que la película no se resienta por este motivo gracias a la puesta en escena, que mantiene atrapado al espectador en todo momento. Pausada y elegante, prescindiendo del recurso del sobresalto, prefiere construir una atmósfera oscura y enrarecida a través del uso del espacio.
A esto se une la excelente labor de fotografía de Colm Hogan. La escasa iluminación en la casa se convierte en un factor subyugante, repleto de recovecos y sombras, donde habita la amenaza. La cámara se mueve con cautela por los pasillos, manteniendo al espectador en constante preaviso de que el terror puede ocultarse entre esas tinieblas.
![Oddity, de Damian McCarthy](https://tumbaabierta.com/wp-content/uploads/2024/11/oddity-696x348.jpg)
Una atmósfera realmente inquietante
A esa casa de piedra se suma el tótem de la protagonista, una médium ciega que sospecha que el asesinato de su hermana obedece a términos distintos del informe policial. El tótem de madera pasa a ser una especie de ángel justiciero y aterrador, un voz del más allá dispuesta a denunciar los pecados del prójimo. Su figura, inmóvil, silenciosa, pero omnipresente, sentencia los secretos de los habitantes de la casa, del marido viudo y su nueva compañera.
Igual de inquietante es la presencia de la protagonista, magnífica Carolyn Bracken (quien además aborda doble papel en la cinta), quien lejos de permitir que su ceguera comprometa su seguridad en la casa, se transforma en un elemento revelador, transmitiendo a los otros personajes la sensación de que, a pesar de no ser vistos, están siendo constantemente observados. Junto con Bracken, McCarthy se apoya también en el espléndido trabajo de su reducido reparto, a los que dirige de manera férrea, intensificando la tensión de la trama.
Con su aliento clásico, Oddity logra transportar al espectador a la esencia del cine de terror, tomando con seriedad las claves del género y ofreciendo una película que no se escuda en excusas externas, ni deriva a componentes de comedia. El objetivo de Damian McCarthy era una cinta de terror puro y, desde luego, lo ha conseguido.