Paco Plaza ha demostrado sobradamente ser un maestro del género fantástico con las aportaciones que ha realizado a través de toda su filmografía. Tras el impasse que supuso su salto al thriller con Quien a Hierro Mata, el cineasta ha regresado a terreno conocido (que no acomodaticio) con La Abuela, cinta que retoma (y, en nuestra opinión, mejora) la línea abierta con Verónica en 2017. La alianza con Carlos Vermut, director de Diamond Flash y Magical Girl, supone una excelente sinergia y el protagonismo casi absoluto de Almudena Amor y Vera Valdez sostiene la película con absoluta entereza.

LEGADOS

Plaza no sólo es un cineasta de género, también es un cinéfilo conocedor de la tradición del cine de terror en nuestro país, esa largamente defenestrada, pero que desde hace algunas décadas no sólo se ha ido asentando, sino que ha logrado establecer una interesantísima alineación de directores, alzándose como el segundo género más taquillero dentro de las producciones nacionales en nuestro país, compitiendo estrechamente con la comedia.

La Abuela limita al máximo el componente sobrenatural y prefiere jugar con la ambivalencia, apostando por la creación de atmósfera, el suspense y un tratamiento de lo fantástico naturalista, heredero del Roman Polanski de Repulsión, El Quimérico Inquilino o La Semilla del Diablo, aunque con algún guiño al giallo y al Suspiria de Dario Argento y, por qué no, a Amor de Michael Haneke. En este sentido se trata de una película de trama concisa y sencilla, pero cuyo principal valor radica en la forma en la que guionista y director logran dilatar las situaciones para atrapar al espectador con su sentido de la claustrofobia y de amenaza latente.

BABA YAGÁ

La pérdida de la belleza, el envejecimiento, la enfermedad (física o mental), la decrepitud o la muerte con conceptos que sobrevuelan esta historia y que timonean el devenir de los personajes. Plaza ha comentado que el germen de la película surgió mientras rodaba Quien a Hierro Mata, viendo la situación de los ancianos en las residencias, lugares donde los que otrora fueron miembros útiles de la sociedad, ahora quedan relegados para contar sus días hasta la muerte sin interrumpir la vida de sus familiares. También se basó en el caso de una tía materna, enferma de Alzheimer y la sensación del director al verla de estar ante un envoltorio vacío, donde ya no estaba aquella persona ágil y dinámica que había sido su tía.

En todos los folclores existe una figura amenazante representada en forma de anciana y que suele suponer un ser sobrenatural, que devora niños, recela de la juventud y belleza de las mujeres del pueblo y hipnotiza o seduce a los hombres con fines sexuales y funestos. La vejez siempre nos ha resultado repulsiva, de ahí secuencias clave del género de terror como la Baby Jane Hudson de ¿Qué Fue de Baby Jane?, el matrimonio Castevets de La Semilla del Diablo, la mujer de la habitación 237 de El Resplandor, el matrimonio aterradoramente encantador de Mulholland Drive o la anciana señora Kersh de It. Capítulo 2 la hayan representado como algo grotesco y desagradable. A esto se suma también el rechazo a la enfermedad y las manifestaciones físicas de ésta. Por otro lado, la antinatural búsqueda de la eterna juventud, también ha creado algunos monstruos particulares, como Dorian Gray o la Condesa Báthory. Con La Abuela, Paco Plaza se ha posicionado en rotundamente en este listado de honor.

La abuela, de Paco Plaza.
La abuela, de Paco Plaza.

QUE VIENE VALDEZ

El personaje de Pilar recoge esta tradición. Para interpretarlo, Plaza escogió a la brasileña Vera Valdez, actriz, modelo y bailarina, musa de Chanel y de la Nouvelle Vague, cuyo pasado se fusiona con el de su personaje. Valdez ofrece una maravillosa interpretación, empleando su cuerpo como expresión manifiesta de la amenaza que se cierne sobre la otra protagonista, su nieta Susana, interpretada por Almudena Amor. La fragilidad por la edad de Pilar equivale a la debilidad de su nieta por su carácter inocente y aún inmaculado. Susana se debate entre su amor y responsabilidad hacia su abuela y la oportunidad perdida para su carrera como modelo que le supone su nuevo puesto de cuidadora. Sin prejuicios y sin moralina, Plaza pone sobre la mesa la situación de muchas (en su mayor parte) mujeres cuando uno de los familiares mayores enferma y tienen que sacrificar su vida personal para dedicarse a su cuidado.

EL LABERINTO DE CRETA

El terror de la película va escalando poco a poco. La Abuela no es una cinta de miedo sustentada en el sobresalto fácil o en desatar el componente sobrenatural desde el principio de la película. Todo lo contario. Plaza establece un plan a largo plazo, marcando la tensión y el paulatino despliegue de la amenaza por los recovecos del piso donde tiene lugar la mayor parte de la acción. Uno de los aspectos más positivos es la misteriosa estructura de la casa, repleta de pasillos y habitaciones que parecen cambiar su localización como si el inmueble estuviera vivo o situado en una dimensión mutante.

El espectador, al igual que Susana, pierde por completo la referencia geográfica dentro del escenario, que se convierte en un laberinto, oscuro y claustrofóbico, donde cualquiera de las esquinas resulta amenazadora y cargada de una presencia sobrenatural. Todo la labor de fotografía, escenografía y diseño artístico es exquisita, el piso se convierte gracias a estos departamentos en una extensión viva de la propia Pilar.

CAMINO A LA PERFECCIÓN

Como ya sucediera con Verónica, Paco Plaza demuestra aquí ser un cineasta con una gran madurez narrativa, con el atrevimiento de llevar a cabo una propuesta tan complicada y precisa como ésta, donde se corre el riesgo de que el público acostumbrado a otro tipo de propuestas más efectistas, acabe desestimando la película, bajo la falsa premisa de que “no da miedo”. Todo lo contrario, Plaza conoce demasiado bien el género y sabe construir el terror a través de la atmósfera, sin recurrir a trucos de feria.