Nosferatu, de Robert Eggers, es un cuento gótico en torno a la obsesión entre una atormentada joven y el aterrador vampiro enamorado de ella que deja un espantoso rastro a su paso. Desde este 25 de diciembre, ya se encuentra en cines la película, protagonizada por Nicholas Hoult, Bill Skarsgård, Lily-Rose Depp, Willem Dafoe y Aaron Taylor-Johnson, entre otros.
El guion de Nosferatu
Guionista y director de La bruja, El faro y El hombre del norte, Robert Eggers ofrece Nosferatu, una nueva y aterradora versión del clásico de terror.
En el Nosferatu de Eggers, el agente inmobiliario Thomas Hutter (Nicholas Hoult) acude a Transilvania para encontrarse con el Conde Orlok (Bill Skarsgård), un posible cliente vampírico. Durante su ausencia, Helen (Lily-Rose Depp), con la que se acaba de casar, se queda con un matrimonio amigo, Friedrich y Anna Harding (Aaron Taylor-Johnson y Emma Corrin). Perseguida por visiones y un creciente temor inexplicable, Ellen se enfrenta a una fuerza que no puede controlar.
Rodar Nosferatu representa la culminación de un sueño para Eggers, que de niño quedó prendado con la película Nosferatu: Una sinfonía del horror, rodada por F.W. Murnau en 1922. Al aumentar el interés del director por el cine, también creció su deseo de representar una idea suya de Nosferatu inspirada en el guion de Henrik Galeen para la primera película y en el libro Drácula, de Bram Stoker. De hecho, cuando era estudiante en el instituto, Eggers escribió y dirigió una adaptación teatral con su compañera de clase Ashley Kelly-Tata, ahora una conocida directora de teatro. La obra llamó la atención del director artístico Edwin Booth, de Dover, New Hampshire, que les invitó a trasladarla a su teatro. Fue toda una oportunidad para Eggers, que reconoce: “Entonces entendí que quería ser director”.
Al graduarse en el instituto, se apuntó a un programa de arte dramático en Nueva York antes de fundar su propia compañía: “Siempre tuve la intención de volver a montar Nosferatu, pero nunca se presentó la oportunidad”, recuerda. Después de dirigir la obra en el instituto, supo que quería llevarla de nuevo a los escenarios o, mejor aún, a la gran pantalla, y expresarla de un modo único, algo en lo que ha estado trabajando desde entonces.
Orígenes
Robert Eggers debutó en el cine con La bruja, una película de terror sobrenatural situada en un mundo puritano, muy aplaudida en el Festival de Sundance 2015. Después del éxito de este primer largometraje, escribió una primera versión del guion de Nosferatu e incluso escogió al reparto. Pero acabó por dejar de lado el proyecto y dedicarse a El faro, un drama en el que se distorsiona la realidad estrenado en Cannes 2019, al que siguió El hombre del norte, la exitosa epopeya vikinga.
Regresó a Nosferatu con más ganas que nunca de contar esta retorcida historia de la bella y la bestia a su manera, a través de un objetivo distinto. Para conseguirlo, primero optó por explorar la historia mediante otro medio: “Acabé escribiendo una novela corta con amplias historias de fondo y escenas que sabía pertinentemente que nunca incluiría en la película para entender por qué debía volver a contarse Nosferatu”, explica el director. “Era necesario que escribiera esta pequeña novela para apropiarme de la historia”.
Cambio de perspectiva
Fue entonces cuando el personaje de Ellen se presentó como una fuerza impulsora. “En cuanto a la evolución de la historia, lo más significante es que se trata de la película de Ellen. No solo es la víctima del vampiro, sino del siglo XIX”, explica el cineasta.
Teniendo en cuenta el cambio de enfoque, Robert Eggers decidió que el guion arrancaría con un hecho que, en la época, se describiría como “histeria”. “Es un relato sobre Ellen, por lo que hay un prólogo que empieza en su infancia, e inexplicables y aterradoras apariciones”, dice.
El director estudió el guion original de Nosferatu: Una sinfonía del horror para inspirarse: “Analicé cuidadosamente el guion de Henrik Galeen y las anotaciones de Murnau”. También se documentó acerca de las representaciones históricas de vampiros.
“Había libros por todo el despacho”, recuerda el productor Chris Columbus. “Era casi como entrar en el despacho de un experto en vampirología. Libros de ocultismo e historia del vampirismo en todas partes”.
Robert Eggers es conocido por anclar sus películas en una realidad histórica. “Reconozco que disfruto mucho documentándome”, dice. “Es muy útil a la hora de tomar decisiones. No hace falta inventar nada, basta con buscar y encontrarlo”.
Drácula antes que Nosferatu
Drácula fue otra influencia en el proceso de escritura. “Es imposible ignorar Drácula tratándose de esta película. Me parecía que numerosas cosas de las películas de Drácula estaban en la novela, pero descubrí que no era así. Lo curioso es que la había leído en varias ocasiones… También fue muy interesante olvidar lo que sabía de Drácula y de los vampiros, y volver a aprenderlo todo desde cero”. Eggers quería que su película fuese única, por lo que recurrió a numerosas referencias para crear un Nosferatu que no se había visto antes.
Durante el largo desarrollo de Nosferatu, Eggers tuvo la oportunidad de mejorar el guion, de aprender como director y productor, así como de reunir a un notable equipo de colaboradores tanto delante como detrás de la cámara. “No habría tenido tanto control”, dice, refiriéndose al largo proceso y a los retrasos que sufrió el proyecto. “Era el principio de mi carrera, aún no lo sabía todo del cine. Fue de gran ayuda alejarme un tiempo del proyecto”.