El estreno de la primera adaptación cinematográfica del personaje gráfico conocido dentro del noveno arte como Blade – Eric Brooks en su identidad civil (Stephen Norrington, 1998), pilló a todo el mundo con el paso cambiado, sobre todo después de más de una década sin ninguna adaptación destacable, salvo por películas tales como The Mask (Chuck Russell, 1994); Timecop (Peter Hyams, 1994); Mystery Men (Kinka Usher, 1999) y Virus (John Bruno, 1999). Todas ellas tenían en común el estar basadas en personajes y/o en historias publicadas por la editorial Dark Horse Comics, y por obtener desiguales resultados en la taquilla -las dos primeras fueron un éxito y las dos siguientes, un fracaso.

Tampoco la adaptación del manga Crying Freeman (Kazuo Koike y Ryoichi Ikegami, 1986-1988) dirigida por Christophe Gans e interpretada por Mark Dacascos logró atraer al público hasta las salas de cine tal y como hubiera sido deseable, dada la calidad del producto en cuestión. En el caso particular de The Rocketeer (Joe Johnston, 1991) basada en una historia gráfica, escrita y dibujada por Dave Stevens, los pobres resultados que cosechó en la taquilla estuvieron motivados por la cerrazón del estudio que la produjo, Walt Disney, queriendo edulcorar un producto pensado para un público adulto y por la miopía de un público que empezaba a olvidarse de lo que era y es disfrutar dentro de una sala de cine.

En realidad, en aquellos años lo único que se multiplicaba, de maneras exponencial, eran los rumores, multitud para ser exactos, sobre posibles, futuras y/o seguras adaptaciones cinematográficas de personajes y series gráficas, pero no los rodajes de dichas adaptaciones, dado que, entre las prioridades de los estudios de cine, no primaba el llevar héroes del papel hasta el celuloide.

Además, para colmo de males, Blade no dejaba de ser un personaje secundario, surgido en una serie The Tomb of Dracula: Lord of the vampires (Gerry Conway, Archie Goodwin, Gardner Fox, Marv Wolfman, Gene Colan y Tom Palmer, 1972-1979) la cual, si bien era considerada como un verdadero clásico por los aficionados más veteranos, estaba muy lejos de ser el fenómeno de masas que es la serie Amazing Spider-man y su personaje principal, Peter Parker, el simpático vecino arácnido por excelencia.

Blade Tomb of Drácula

Y si el proyecto de llevar al arácnido hasta la pantalla llevaba años -décadas, más bien- atrapado en un bucle temporal, saltando de un director a otro y de una productora a otra, para luego volver a empezar, era más que lógico entender la sorpresa ante el éxito de quien, para muchos, se presentaba como el primer héroe de “color” que luego de pasar por los cómics había logrado saltar del noveno al séptimo arte.

Blade (The Tomb of Dracula# 10, 1973) no fue el primer héroe de color publicado por la Casa de las Ideas, sino el cuarto, tras T´Challa, el rey de Wakanda, más conocido como Black Panther (Fantastic Four# 52, 1966); Sam Wilson, trabajador social en el que fuera, y aun es, el barrio afroamericano por excelencia de la cultura popular contemporánea, Harlem (Nueva York) y que luego se convertiría en Falcon (Captain America# 117, 1969); y Luke Cage (Luke Cage, Hero For Hire #1, 1972) el héroe de alquiler de piel impenetrable.

De todos ellos, el rey de la nación africana de Wakanda continúa siendo uno de los referentes para varias generaciones de afroamericanos que vieron en él, y en lo que representaba -y aun representa- una suerte de ariete contra la discriminación y el racismo que ha predominado en la sociedad norteamericana desde su misma fundación, aunque durante la década de los años sesenta del pasado siglo la situación llegó a una confrontación directa, brutal e intestina.

El mismo nombre “totémico” del personaje, la pantera negra -uno de los felinos más icónicos y majestuosos del reino animal- es el mismo nombre que acuñaron y expandieron, allí donde por donde pasaron, el grupo pro-derechos de los afroamericanos por excelencia de aquellos años, estandarte armado y combativo del “Black Power”; es decir, The Black Panther Party, BPP (originalmente Black Panther Party for Self-Defense) fundado en Oakland, California, pocos meses después del debut gráfico del personaje de Marvel Comics.

En realidad, los “Panteras Negras”, nacieron bajo la sombra del Black Power, en octubre del año 1966, el mismo año en el que Stokely Carmichael se hizo cargo del Student Non-violent Coordinating Committee (S.N.C.C.) liderado, hasta ese momento, por John Lewis. Stokely Carmichael decidió, entonces, transformar una organización de carácter pacifista y basada en los postulados integradores de Martin Luther King Jr. en una organización empeñada en la defensa de los derechos de la comunidad afroamericana, pero sin dejar a un lado el uso de la violencia y la confrontación.

En junio de ese mismo año, Stokely Carmichael sustituyó a James Meredith, herido mientras comandaba la “marcha contra el miedo” (the March Against Fear), la cual se desarrolló desde Memphis hasta Mississippi. Tras ser detenido y puesto, luego, en libertad proclamó a quienes le habían acompañado en aquellos momentos: «Ya son 27 veces [que me arrestan]. Ya no quiero que me vuelvan a meter preso…. Llevamos seis años diciendo `Libertad’ y no tenemos nada. Desde hoy en adelante vamos a decir `¡poder negro!'»
Esta doctrina diametralmente opuesta a la desarrollada por el líder del movimiento por los derechos civiles de los afroamericanos Martin Luther King Jr., cuyo momento álgido llegó en agosto del año 1963 -mes en el que se celebró the March on Washington for Jobs and Freedom– caló en el imaginario de una juventud acosada por la falta de expectativas, el fantasma de la guerra del Vietnam y por las desigualdades que existían en aquella sociedad que presumía de ser democrática, pero que ya no tenía espacio debajo de las alfombras para esconder tanta miseria y podredumbre.

De ahí que, poco después del discurso fundacional del nuevo líder del S.N.C.C., Huey P. Newton y Robert George «Bobby» Seale decidieran crear the Black Panther Party for Self-Defense, una organización revolucionaria y socialista, además de volcada en el propagar y difundir la cultura y el legado de la comunidad afroamericana. Sus creadores, empapados de las enseñanzas del emblemático y controvertido Malcom X -asesinado un año antes de la fundación de la organización (febrero 1965)- pasaron de organizar comités ciudadanos de autodefensa contra los abusos de la población caucásica, la policía y otras instituciones gubernamentales, a liderar una beligerante organización en donde muchos de sus miembros iban armados. El desmedido y megalómano J. Edgar Hoover, sempiterno director del F.B.I. la consideró “una de las mayores amenazas para la seguridad interna del país”.

Y si bien su mayor expansión llegó en los años posteriores a su fundación (1966-1970) justo cuando la lucha contra una segregación era más virulenta y con la ya comentada escalada bélica en Vietnam -la cual castigaba en demasía a los jóvenes de “color”, muchos de los cuales volvían arrastrando tremendas secuelas físicas y psíquicas- además de las terribles secuelas de la drogadicción que asolaba los barrios afroamericanos de manera brutal en la década de los años setenta, buena parte de los obtenido se malogró y de forma irreversible. El acoso del F.B.I., unos medios de comunicación que pusieron contra las cuerdas a sus líderes, y las distensiones y excesos de sus miembros contribuyeron a desmontar buena parte de los postulados enarbolados como combativa enseña, por la organización, solamente unos años antes.

Sea como fuere, el personaje de T´Challa se desarrolló en un ambiente hostil, poco dado a las aventuras de este estilo, sobre todo porque la sociedad norteamericana de aquellos momentos veía la integración como una amenaza para los intereses de los caucásicos, no como un bien para la misma sociedad. Es más, Marvel Cómics decidió cambiarle el nombre al personaje ante las connotaciones político-sociales que soportaba el nombre de Pantera Negra, algo que sucedió en la entrega 119 de la serie de los Cuatro FantásticosThree stood together…or die!” (Roy Thomas, John Buscema y Joe Sinnott, fecha de portada; febrero de 1972).

En ese mismo número, en el que Ben Grimm y Johnny Storm deberán unir fuerzas con el rebautizado rey de Wakanda, seremos testigos de la discriminación que T´Challa sufre por parte de la policía, solamente por ser una persona de color, o que hay quienes discriminan a las personas en virtud de su lugar de procedencia y/o por el color de su piel, colocando dos puertas, una para los caucásicos –europeans– y otra para el resto de las razas -coloreds- a la entrada de su casa.

Al final, la lógica se impuso y en la entrega número 105 de la serie The Avengeres, titulada “In the beginning was…the world within!” (Steve Englehart, John Buscema & Jim Mooney, fecha de portada; noviembre 1972) el rey africano, héroe y vengador, recupera su nombre y “pelillos a la mar”, como se diría en nuestra geografía.

Además, las mismas dudas y cautelas demostradas por parte de la editorial no respetaban las raíces del personaje creado por Stan Lee y Jack Kirby, un lustro antes. Dicho esto, la cautela era compresible, dado que ese mismo año fue cuando estalló el escándalo por el asalto a las oficinas el partido demócrata, situadas en el edificio Watergate, y el país estaba sumido en la conmoción de la publicación de los celebérrimos papeles del Pentágono, publicados por el New York Times y el Washington Post, un año antes.

Como muy bien señala Jamil Smith, en el artículo publicado en el número de la revista Time de 19 de febrero del presente año 2018, T’Challa no solo era fuerte y había recibido una buena educación, sino que también es rey. Él no tenía que dar cuentas a nadie, era el que estaba al mando. Black Panther era sinónimo de Afrofuturismo, una corriente que combina mitos africanos con tecnología y ciencia ficción, que sirve para criticar representaciones convencionales o, peor, para sacar a la luz un futuro desprovisto de toda esperanza para la gente negra.

En esto, como en tantas otras cosas -por ejemplo, tener una guardia personal formada por mujeres, Dora Milaje, guerreras capaces de combatir contra los más fieros y desmedidos enemigos, mayoritariamente varones- le valdrían al personaje, dentro de nuestra sociedad actual, el calificativo de “políticamente incorrecto”, aunque, en realidad, lo que se pretendía era demoler buena parte de los recurrentes tópicos acuñados en torno a continente africano, sus habitantes y su legado histórico.

T´Challa y su país, Wakanda, no se parecía en nada a las tribus que aparecían en las películas de Tarzán de los monos, ni en las aventuras africanas cinematográficas -pésimas adaptaciones, en su mayoría, de sus homónimos literarios. Tampoco tenía nada que ver con la imagen que proyectaban los afroamericanos en la gran pantalla, salvo en el caso de Sidney Poitier, actor, éste, que rompió todos los moldes preestablecidos sobre el papel de un actor “de color” en la gran pantalla. Salvando mucho las distancias, si en aquellos años se hubiese planteado la posibilidad de llevar al personaje gráfico hasta la gran pantalla, la elección más lógica -y más sensata, comercialmente hablando- hubiese sido escoger al actor nacido en las islas Bahamas en 1927.

Hoy, cinco décadas después, la responsabilidad de dar la réplica al personaje gráfico recayó sobre los hombros del actor Chadwick Boseman, tras su debut en Captain America: Civil War (Russo brothers, 2016) y, visto lo visto, la elección no ha podido ser más sensata.

Black Panther, por su carácter indómito, independiente y decidido, al igual que el de sus súbditos, sobre todo sus hembras, en una época en donde las mujeres luchan por una igualdad que, todavía, hoy se les niega, rompió y sigue rompiendo los moldes de una sociedad que menosprecia o, simplemente ignora el legado y la importancia del continente africano en el mundo contemporáneo.

Quizás no nos hemos librado del poso colonial, racista y destructivo que caracterizó a las sociedades del siglo XVIII, XIX y buena parte del siglo XX, aquélla que tan bien retrató Joseph Conrad en Heart of Darkness (1899), pero es innegable que, cinco décadas después, y coincidiendo con el estreno de su adaptación cinematográfica del mano del director Ryan Coogler, el personaje supuso un antes y un después dentro de la cultura popular contemporánea.

Luego, y tras su estela, llegarían los ya mencionados Falcon, Luke Cage y Blade, en el mundo gráfico, y John Shaft (Richard Roundtree); Virgil Tibbs (Sidney Poitier); Foxy Brown (Pam Grier) y, cómo no, Lando Calrissian (Billy Dee Williams) en el cinematográfico, sólo por citar algunos. Ah, y no se olviden de Michonne, personaje de la serie de televisión The Walking Dead, interpretado por la actriz Danai Jekesai Gurira, quien a su vez da la réplica al personaje de Okoye, líder de las Dora Milaje en la mencionada adaptación cinematográfica de los estudios Marvel que acaba de llegar a los cines de todo el mundo.