“Hay mucha gente que justo antes de morir dice que le hubiera gustado hacer esto o lo otro, pero, cuando esté a punto de morir, yo voy a poder decir que pude hacer esto, ver cómo mi hija ganaba un Óscar, pude hacer vino, y también me di el gusto de hacer las películas que quise. Y, de todos modos, como voy a estar tan ocupado pensando en todas las cosas que todavía me quedan por hacer, sé que cuando me muera ni siquiera voy a estar pensando en ello”.
Francis Ford Coppola en la rueda de Prensa de Megalópolis.
Festival de cine de Cannes 2024
17 de mayo de 2024

FESTIVAL DE CINE DE CANNES. 16 DE MAYO DE 2024

El 16 de mayo de 2024 se estrenó el filme número 23 dirigido por Francis Ford Coppola en la edición número 77 del Festival de Cine de Cannes. El estreno tuvo un instante único de interacción desde la sala de emisión hacia la película y viceversa. Un actor se levanta del patio de butacas y se aproxima al escenario, con un micrófono en un momento determinado. Se coloca frente a la pantalla. El encuadre se ha recortado y la imagen se concentra en el centro y parte baja, en formato también rectangular, muy cerca del actor, cubriendo tan solo un 20 por ciento de la pantalla. César Catilina, el protagonista del filme, interpretado maravillosamente por Adam Driver, parece que mira al hombre, y, en perfecta sincronía con su pregunta, le responde y comparte con él (y con el público) una diatriba sobre su concepción del amor, sobre un cambio en la manera de vivir en la sociedad, en una explicación que termina convergiendo con la concepción de la utopía.

Cuando finalizaron sus 138 minutos de proyección, el filme arrancó una ovación final del público de la sala del palacio de congresos que duró alrededor de 10 minutos. Parece claro que Megalópolis es un filme que pertenece al ecosistema de un festival de cine.

Cannes es un festival muy querido por el cineasta. En 1974 recibía su primera Palma de Oro por un filme de extrema belleza, que resumía la paranoia política conspirativa de la década de los 70, al mismo tiempo que resumía la esencia de El Lobo Estepario, la magnífica novela de Herman Hesse, la historia de un individuo y sus dificultades en general para relacionarse con el mundo, que se deshace emocionalmente entre su humanidad y su desarraigo. Su título: La Conversación (The Conversation, EEUU, 1974).

En 1979, con su hija Sofía sobre los hombros, el cineasta volvía a pasearse por la Croissette. Esta vez la palma de oro la recibe por la monumental Apocalypse Now (EEUU, 1979), su particular adaptación de El Corazón de las Tinieblas, la novela de Joseph Conrad, cuya historia, el avance de un hombre por el río Congo a relevar a otro de su cargo en el puesto avanzado de una compañía en el siglo XIX, se extrapola a la guerra de Vietnam en su año de máximo apogeo, 1969. El premio fue concedido ex aequo con El Tambor de Hojalata (Die Blechtrommel, Alemania, Polonia y Francia 1979), de Volker Schlöndorff, otro filme antibelicista de muy diferente calado. Sin duda aquella tarde de mayo de 1979 tuvo que suponer una enorme satisfacción para el cineasta que había estado años en Filipinas rodando su magna obra, en medio de diversas calamidades de sobra conocidas.

Homenaje a George Lucas

El octogenario realizador esperó hasta la ceremonia de clausura del Festival en 2024. La espera no era baladí. Su amigo, discípulo y contemporáneo George Lucas iba a recibir la Palma de Oro de honor por los logros de toda una carrera dedicada al cine, sin los cuales, la séptima de las artes no habría experimentado la misma evolución en términos de sonido y efectos visuales y absolutamente de su integración en la narración.

Ambos cineastas han tenido una intensa relación desde el comienzo de sus carreras. Gracias a la gestión y el empeño de Coppola, Lucas pudo hacer para Warner Bros., THX 1138 (EEUU, 1971), que vio la luz en Cannes. Lo mismo vale respecto a American Graffiti (EEUU, 1973) para Universal Pictures, todo un éxito de taquilla, que vaticinaba otros aún mayores. Con el devenir de los años, sería Lucas quien estuviera ahí para Coppola. Gracias al primero, el segundo pudo hacer Tucker, el hombre y su sueño (Tucker, the man and his dream, EEUU, 1988).

Con una gran satisfacción, el sábado 25 de mayo, después de haberse anunciado los premios a los filmes en competición, Coppola comparece al escenario donde le espera su amigo. Megalópolis no estuvo entre los filmes premiados. No importaba. El hecho de estar allí aquella semana maravillosa, entre amigos y con su familia, era premio suficiente para un anciano de 85 años que experimentaba una mezcla entre “alivio y alegría” cuando escuchó su merecida ovación. Otro filme estadounidense, Anora (EEUU, 2024), de Sean Baker, recibe el principal galardón, cosa que no ocurría para un filme estadounidense desde que Terrence Malick recibiera el suyo por El Árbol de La Vida (The Tree of Life, EEUU, 2011).

El veterano cineasta de Detroit entrega el galardón a su amigo, el cineasta de Modesto, California. Lucas no sabía que aparecería “su hermano mayor, su mentor”, a entregarle el premio. Tras un emotivo abrazo y la entrega de la Palma de Honor, el hermano mayor pronuncia con solemnidad unas palabras:

Es algo excepcional estar aquí para celebrar la imaginación, la persistencia y el éxito de tu propio hermano pequeño, el primero de los que he tenido. Conocí a George Lucas cuando era estudiante de la Universidad del Sur de California (USC), que tenía la escuela de cine competidora a la mía, la UCLA, y él estuvo allí para verme dirigir mi primer filme para un estudio, con un equipo mucho mayor que yo, todos vestidos de traje y corbata. Cuando le pregunté a este joven de 19 años vestido informalmente con un suéter, que estaba mirando, no dijo mucho más. Yo estaba tan complacido por tener a alguien de mi propia generación, que sugerí que continuase viniendo cada día, pero con la única condición de que trajese consigo alguna sugerencia brillante cada día, lo cual hizo de un modo consecuente. Con ello comenzó una asociación que ha durado toda una vida, ya que continuamos en contacto, mientras observaba sus brillantes ideas a lo largo de toda su carrera, incluyendo la primera pista musical de una de las canciones más exitosas de su época, una banda sonora completamente diferente, la primera película en contener una breve explicación de lo que ocurrió con cada personaje al final, y el primer filme con los créditos en el medio. Continuó y continuó haciendo historia del cine, historia en los negocios del cine, y ahora hace historia frente al país donde nació el cine con los hermanos Lumiére, y donde el cine es celebrado con más pasión que en ningún otro lugar del mundo. También recuerdo, George, cuando él regresó tan triste y rechazado después de haber ido a los propietarios de Flash Gordon, el protagonista de un cómic del espacio de 1934, y dijo que le dijeron que no era lo suficientemente importante como para confiarle su famoso personaje, la estrella de un serial de películas que él amaba tanto desde que era un niño. Me miró y dijo, ‘bien, haré mi propia película’, la llamaré “batalla de camiones espaciales”, Star Wars o algo así, y lo hizo. En el proceso arriesgó todo para lograrlo. Enhorabuena, George. No sólo te lo digo yo y tus muchos amigos, orgullosos de ti, sino que también el mundo entero está aquí orgulloso para honrarte”.

Francis Ford Coppola, escritor y guionista de Megalópolis. Foto: Phil Laruso
Francis Ford Coppola, escritor y guionista de Megalópolis. Foto: Phil Laruso

Megaproyecto

Francis Ford Coppola ha tenido toda una vida para poder hablar de su megaproyecto con multitud de cineastas, como su querido amigo y discípulo George Lucas. Entre los agradecimientos, además de a su familia, figuran los nombres de John Milius, el guionista de Apocalypse Now, su editor y diseñador de sonido, Walter Murch, y un grupo de directores tan variado como legendario: Mike Figgis, Barry Levinson, Matthew Robbins, Steven Soderbergh o los más contemporáneos Brad Bird, Ryan Coogler, Guillermo del Toro y Jon Favreau.

Todos estos nombres, y otros, figuran entre los agradecimientos finales del maestro Coppola en los créditos de Megalópolis y certifican la pasión de un cineasta en el otoño de su vida por estar al día en la técnica cinematográfica y de su constante vocación de aprendizaje y enriquecimiento personal.

Tiene sentido que un filme tan revolucionario esté yendo y viniendo en la mente de Coppola desde los años 80 del siglo XX. Es una década en la que el cineasta tiene que pensar mucho sobre los siguientes pasos, pues sus películas de los años 70, continúan siendo lo mejor de su filmografía y sin duda, por derecho propio, forman parte de la historia del cine.

En los 80, Coppola tuvo otro sueño extremadamente caro: Corazonada (One from the heart, EEUU, 1982), que remató el fracaso previo de filmes como Carga Maldita (Sorcerer, EEUU, 1977), de William Friedkin, New York, New York (EEUU, 1977) de Martin Scorsese, 1941 (EEUU, 1979), de Steven Spielberg (éste un fracaso relativo), o El Gran Miércoles (Big Wednesday, EEUU, 1979), de John Milius y sobre todo el fracaso de La Puerta del Cielo (Heaven’s Gate, EEUU, 1980), de Michael Cimino, filmes que hoy, con el devenir del tiempo, tienen la fama de legendarios (en su momento fueron sumamente criticados), de obras personales y filmadas dentro de la industria, pero en entera libertad, por parte de sus artífices. El fracaso económico de tales filmes, especialmente el de Cimino, de alguna manera, hundieron para la industria, los logros (otros sueños) de libertad de una generación de directores que sin duda cambiaron la concepción del cine para siempre.

Hollywood cerró filas en torno a los productores, cercenando el poder de los realizadores tomando como excusa el fracaso de tales filmes. Cuando los últimos representantes de esta generación de cineastas se hayan ido, habrá desaparecido toda una época y una concreta manera de hacer películas. A diferencia de los otros fracasos mencionados (relativo, insistimos, en el caso del filme de Spielberg), donde las productoras que invirtieron en sus presupuestos perdieron dinero, el fracaso de Corazonada lo fue para el artista (sus casi 30 millones de dólares de presupuesto, los puso el cineasta de su propio bolsillo). Coppola entró en bancarrota.

Megalópolis ya estaba en su cabeza, pero no era el momento.

1. MEGALÓPOLIS. LA MATERIA DE LA QUE ESTÁN HECHAS LOS SUEÑOS.
2. EL CRISOL DE INFLUENCIAS.
3. LA (EN OCASIONES) MEZQUINA MIRADA CRÍTICA.
4. NUEVA ROMA. TERCER MILENIO.
5. LUZ EN LA VIDA CONTEMPORÁNEA.

Cartel oficial Megalópolis. Tripictures
Cartel oficial Megalópolis. Tripictures