Al igual que las dos entregas anteriores de la saga, Expediente Warren. Obligado por el Demonio parte de uno de los casos reales investigados por el matrimonio de demonólogos Ed y Lorraine Warren, quizás no tan popular como su trabajo en Amityville, pero desde luego sí uno que tuvo muchísima trascendencia pública y que abrió un precedente legal en Estados Unidos, convirtiéndose en el primer juicio por asesinato, donde el acusado aseguraba haber cometido el crimen bajo posesión demoníaca. La versión de Arne Cheyenne Johnson fue corroborada por el matrimonio, quienes situaban el momento de la posesión tras el exorcismo realizado a David Glatzel, de 8 años, hermano de la novia de Johnson.

Ésta tercera entrega de los casos de la pareja de investigadores se ha convertido en la primera que no viene firmada como director por James Wan, quien sí se mantiene como productor.

La dirección corre a cargo de Michael Chaves, cuyo debut como director tuvo lugar en 2019 con uno de los spin offs de la franquicia, la muy lamentable La Llorona. A partir de los hechos documentados del caso, el guionista David Leslie Johnson-McGoldrick, autor también del libreto de Expediente Warren: El caso Enfield crea toda una trama de investigación donde el matrimonio Warren deberá descubrir las verdaderas causas de la posesión demoníaca.

Una de las franquicias de terror más populares

Pese a ser una de las franquicias más populares de terror de los últimos años, los resultados de las, hasta ahora, ocho entregas han sido bastante irregulares. De momento, ninguna de las películas, ha logrado superar el impacto y el empaque de la película fundacional, aunque la segunda entrega, aunque irregular, cuenta con algunas secuencias de gran intensidad y una excelente labor de puesta en escena. El resto de las entregas han jugado en otra liga, con resultados que van de los cochambroso a la mera corrección.

Desde luego, el paso del testigo de Wan a Chaves ha pasado factura a esta tercera entrega de los casos del matrimonio Warren, pero, en comparación con el listón marcado por los spin offs, supone una notable mejoría.

Johnson-McGoldrick construye un buen libreto, encajando bien las piezas documentados y la parte de ficción de la historia, pero, sobre todo, construyendo en torno al matrimonio protagonista y subvirtiendo sus roles habituales. Tras la secuencia introductoria el personaje de Ed Warren sufre un infarto, por lo que la dicotomía entre físico y espiritualidad que marcaba las dinámicas de los personajes en las dos entregas anteriores aquí quedan rotas, asumiendo Lorraine un papel más activo en las secuencias de acción. Además, en esta ocasión lo sobrenatural adquiere un rol secundario, priorizándose la trama detectivesca, por lo que la película adquiere más un tono de thriller al estilo Seven que de película de terror.

Múltiples referencias

Michael Chaves se centra aquí en presentar una puesta en escena que bebe de múltiples referentes. El principal, por supuesto, es James Wan. Si bien, Chaves es un realizador menos dotado, su empeño en mantener el tono de las dos anteriores y el gusto de Wan por ofrecer una puesta en escena muy expresiva y enfática se mantiene, aunque si alcanzar la intensidad pretérita. Aparte de eso, la cinta está repleta de guiños, nada sutiles, a clásicos del género, bien integrados en la narración y que ofrecen un juego cinéfilo al espectador, aunque reste originalidad a la puesta en escena. Ahí encontramos referencias a El Exorcista, El Resplandor, Posesión Infernal, It o Cementerio Viviente.

A nivel interpretativo, la película mantiene un buen nivel, con estupendas incorporaciones como las de Ruairi O’Connor, el joven Julian Hilliard (que corrobora el buen trabajo de La Maldición de Hill House) o un espléndido John Noble. Eugenie Bondurant es también una presencia inquietante en la película, aunque quede desaprovechada por cuestiones de suspense.

Sin embargo, hay una cosa que está patente desde la primera entrega y es que estas películas pertenecen por igual a James Wan y a Vera Farmiga y Patrick Wilson. La pareja de actores no sólo revalida de manera formidable la química que hay entre ellos, sino que se les ve cada vez más comprometidos y cómodos con sus personajes, especialmente Farmiga, verdadera reina de la función.

Expediente Warren. Obligado por el Demonio se salda como una buena entrega dentro del espectro de la franquicia. Situándose en tercera posición en cuanto a resultados, frente a las cinco restantes, pero, pese a sus virtudes, uno no puede evitar la comparativa de lo que, con estos mismos ingredientes, podría haber llevado a cabo un director más capacitado como el propio James Wan.

Cartel de 'Expediente Warren: Obligado por el demonio'
Cartel de ‘Expediente Warren: Obligado por el demonio’