Si bien en los últimos años ha mostrado su interés por salir del género, lo cierto es que James Wan ha destacado como un habilidoso director de cine de terror. Títulos como Insidious o El Expediente Warren han evidenciado especialmente su preferencia por un acercamiento clasicista al género. Su último trabajo, Expediente Warren. El Caso Enfield, mantiene las constantes de aquellos dos títulos: una cuidada construcción narrativa, una preferencia por la creación de atmósfera y suspense en lugar del sobresalto fácil o la truculencia gratuita, preponderancia por los efectos físicos frente a los digitales y sostenimiento del terror sobre la construcción de personajes para que la empatía del espectador sea mayor.
En este sentido, este nuevo trabajo mantiene alto el listón, aunque peca de repetir fórmulas, un efecto déjà vu que produce cierto desgaste a medida que avanza la película.
La cinta funciona mejor en su primera mitad, pasando a ser más mecánica una vez los Warren llegan a Enfield y cerrando con un clímax final efectivo, pero inferior en cuanto a terror y tensión que otras secuencias previas de la película.
En cualquier caso, pese a esto, los amantes del terror podrán disfrutar de una estupenda cinta de espíritu clásico y poderosa puesta en escena.