Si nos fijamos en los guiones previos escritos por Christian Gudegast (Diablo, Objetivo: Londres), encontramos historias plagadas de testosterona, con protagonistas masculinos de rudos modales, pocas palabras y actitud fascistoide y donde el honor entre audaces tiene más peso que cualquier atisbo de contenido romántico. Su salto a la dirección en 2018 con Juego de Ladrones: El Atraco Perfecto siguió ese mismo patrón. La cinta, englobada en el clásico conflicto entre policías y ladrones, nos presentaba un choque de machos alpha, donde los personajes de Gerald Butler y Pablo Schreiber parecían responder a un remedo de la extraordinaria Heat de Michael Mann, pero cambiando la elegancia, el carisma y las dotes interpretativas de Al Pacino y Robert DeNiro por exabruptos y músculos más cercanos a la saga de Fast & Furious.

Con un presupuesto de 30 millones de dólares, la cinta llegó a hacerse con una recaudación de 80 millones en todo el mundo. Nada desdeñable, pero tampoco un éxito desbordante.

Con esto, Gudegast ha pasado a convertirse, junto con Ric Roman Waugh (Objetivo: Washington D.C., Greenland: El Último Refugio, Operación Kandahar), en uno de los directores de confianza de Gerard Butler, quien ha encontrado en ellos a realizadores ideales para sus vehículos de acción de lucimiento estelar.

SOBRE LOS HOMBROS DE CLÁSICOS

En el caso de Gudegast, su faceta como guionista le supone una mayor implicación en las historias y los personajes que tratan. De hecho, independientemente de los resultados de las películas, se aprecia en las intenciones del director un gusto por un tipo de cine clásico y de contundente narrativa. No sólo aquella referencia tan evidente de Heat en Juego de Ladrones: El Atraco Perfecto, sino el tono europeo de esta segunda parte, donde se percibe la estela de clásicos como Círculo Rojo o Rififí, o títulos modernos como Ronin. Gudegast busca replicar el gusto por el detalle de estas películas, lo minucioso de la preparación del atraco y lo elaborado de las secuencias de atraco, que casi se convierten en una película en sí mismas. A esto sumamos escenas de acción y de persecuciones automovilísticas bien armadas.

El toque europeo se nota también en la decisión de trasladar la acción de Juego de Ladrones 2: Pantera a la Costa Azul, sacando a los dos protagonistas de su hábitat natural, la ciudad de Los Angeles. Costa Azul que finalmente se rodó en Tenerife, sin embargo, si hay algo de lo que la película puede presumir es de lo bien que lucen las localizaciones a lo largo de todo el metraje.

TRABAJO EN EQUIPO

Gudegast y Butler dedican gran parte del metraje de la película a presentar personajes, tramas alternativas y mostrar pausadamente la preparación del atraco. Como elemento diferenciador con respecto a la primera entrega, aquí sí tenemos un personaje femenino relevante y con autoridad suficiente como para medirse junto a los dos roles principales.

Esto no quita que el centro de la dinámica se mantenga entre Nick O’Brien y Donnie Wilson (Gerard Butler y O’Shea Jackson, los dos únicos actores que repiten de la primera entrega). Los antiguos antagonistas van a desarrollar aquí una relación más cordial, que va desde la desconfianza inicial a una amistad construida desde el respeto mutuo. Buenas intenciones que desgraciadamente no terminan de materializarse en pantalla.

Jackson no logra dar verosimilitud a la sofisticación de su personaje, por mucho que ponga cara de duro y juegue con el anillo de su dedo. A Butler sí lo vemos más cómodo en su papel. En esta segunda parte se le nota bajo de forma (el actor reconoció que el rodaje coincidió con una lesión de tobillo y que no pudo prepararse físicamente como le hubiese gustado), y, sin embargo, esto, de manera involuntaria, acaba dando más peso al personaje. Con respecto a Evin Ahmad en su papel de Jovanna, nos queda la impresión de que no se termina de sacar el merecido partido ni a la actriz ni al personaje. Para el resto de personajes, como ya sucediera en la primera entrega, la directriz de la selección de reparto apostó más por contundencia muscular que por habilidad interpretativa, por lo que a la película lo que le sobra de físicos fornidos, le falta de capacidad actoral.

PLAN PERFECTO
El plato fuerte de la película, lo que pude llegar a justificar todas sus irregularidades, es la secuencia del atraco. Si en la primera entrega, el tiroteo en la calle era con diferencia lo mejor de la película; aquí, la labor de puesta en escena y de montaje de toda la incursión del equipo en el banco de diamantes resulta espectacular.

Puede que Gudegast como guionista no termine de sacar todo el partido a sus historias y resulte ramplón con el diálogo o que, como director, tampoco le sepa sacar partido a sus actores; sin embargo, no le podemos negar contundencia en las secuencias de acción y una estupenda capacidad para prolongar y mantener la tensión con elaboradas set pieces. Su forma de escenificar y rodar la acción es elegante y de alto calibre. Además del atraco, la película cuenta también con una frenética secuencia de persecución automovilística, a la que nosotros le hubiésemos pedido un poco más de desarrollo, pero que también se presenta como uno de los momentos estelares de la película.

REPARTO DEL BOTÍN

Con un metraje de casi dos horas y media, Juego de Ladrones 2. Pantera pretende presentarse como una película de acción ambiciosa y de fuerte calado. Ante esto, hay que aplaudirle los esfuerzos del director por construir una cinta ruda y violenta, pero, desgraciadamente, le faltan algunos ingredientes de calidad, como son un guion más trabajado, con unos diálogos mejor construidos y un reparto que no sólo dé el físico, sino que sepan dar verosimilitud y humanidad a sus personajes, sin resultar ridículos.

En este sentido, al atraco perfecto de Christian Gudegast le falta un mejor plan y mejores atracadores, aún así, no nos vamos de vacío y hay que reconocer que, cuando la película brilla, cumple con las expectativas.