Tras el “Me Too” o el “Time’s Up”, el cine de Hollywood ha venido desarrollando una nueva línea de cine de acción donde no sólo la mujer ocupa el protagonismo absoluto, sino que además estos nuevos argumentos actúan como metáforas más o menos evidentes de las propias reclamaciones de los colectivos feministas dentro de la industria audiovisual o en otros campos de la sociedad.

Gunpowder Milkshake es una comedia de acción de estética muy vintage, emparentada con el modelo de moda, establecido por John Wick. A nivel de acción, la película apuesta por la adrenalina desatada, con extensas y elaboradas secuencias de acción donde se apuesta por colocar la cámara en medio de la acción y que el espectador se sienta zarandeado por las complejas y contundentes coreografías de peleas, tanto cuerpo a cuerpo, como con el despliegue de armas de juego de amplio rango de calibre.

El director Navot Papushado le da al conjunto un toque de ironía postmoderna, extremadamente esteticista, con un fabuloso uso de la fotografía y el diseño artístico, y desplegando un reconfortante sentido del absurdo.

Gunpowder Milkshake, de Navot Papushado
Gunpowder Milkshake, de Navot Papushado

Sobre el reparto

El quinteto de actrices (sexteto, con la joven actriz Chloe Coleman) es espléndido y muy particularmente las cuatro actrices más veteranas (Lena Headey, Carla Gugino, Michelle Yeoh, Angela Bassett).

Esto produce también que, si bien Karen Gillan lidera muy bien la película, ésta no acaba de coger el tono y el ritmo adecuado hasta que no está el grupo reunido.

En cuanto a los personajes masculinos, salvando la presencia de Paul Giamatti, carecen todos por completo de entidad, incluso roles que debían tener más peso para contrarrestar el conflicto dramático de la película resultan diluidos en la trama.

Con todo ello, la película resulta un entretenimiento disfrutable, pero descompensado e irregular.