Valorar una película como Godzilla y Kong: El Nuevo Imperio depende mucho de la perspectiva. Y no nos referimos a la perspectiva que acompaña a estos dos titanes y que, evidentemente, marca las dimensiones del escenario y de toda la acción, sino, en este caso, a la perspectiva del espectador. Y es que no es lo mismo ver esta película con 9 años que con 49. Por mucho que uno haya querido cuidar al niño interior, hay elementos que a un preadolescente le generan un estímulo fascinador y a un adulto a punto de entrar en la cincuentena le dan vergüenza ajena (‘cringe’, que dicen las nuevas generaciones).

Godzilla y Kong: El Nuevo Imperio es una continuación directa de Godzilla vs. Kong, no sólo argumental, sino en cuanto a tono. El regreso de Adam Wingard como director marcó un cambio de enfoque con respecto al trabajo de sus predecesores Gareth Edwards, Jordan Vogt-Roberts o Michael Dougherty.

Mientras estos apuntaban a un tono más adulto y violento, Wingard ha tirado por la línea más Pulp y comiquera para todos los públicos. En esta nueva entrega, se recupera la idea de la Tierra Hueca, con sus reminiscencias a la literatura decimonónica, principios del siglo XX, de Julio Verne, Arthur Conan Doyle, Edgar Rice Burroughs, esa tierra de tiempos remotos, prediluvianos, con civilizaciones perdidas, aisladas de la superficie. Tenemos elementos de ciencia ficción (naves, guantaletes, portales entre una realidad y otra). Hay destrucción masiva de grandes poblaciones propia del Kaiju Eiga. Hay antiguas profecías, seres mitológicos, Kaijus digievolucionando. Un batiburrillo de muchas cosas para apabullar al espectador.

'Godzilla y Kong: El nuevo imperio'. (c) Warner Bros. Pictures
‘Godzilla y Kong: El nuevo imperio’. (c) Warner Bros. Pictures

La épica batalla continúa

Todo eso mezclado a ritmo postmoderno, con música a todo trapo (eso sí, mejor que el ruido de la entrega anterior), un amplio despliegue de efectos digitales (casi podríamos decir que estamos ante una película de animación, ya que la gran mayoría de la cinta es CGI).

A eso le añadimos la necesidad continua de meter chascarrillos de humor para aligerar el tono y el ritmo. El argumento es un conjunto de sinsentidos, deux ex machinas, y situaciones rocambolescas, que sacrifican cualquier amago de construcción de personajes o historia en favor de una molonidad forzada que resulta grotesca y ripiante.

En lo referente a los personajes humanos, de absoluto chiste, en esta película hacen suyo aún más el título de aquella canción de Luis Eduardo Aute “Pasaba por aquí”.

Pero, claro, aquí es donde entra en juego la perspectiva. De haber visto esta película hace cuarenta años, uno lo hubiese flipado en colores, Godzilla y Kong: El Nuevo Imperio hubiese sido la gran película, atiborrada de estímulos que me hubiese abducido a base de pura pirotecnia visual y sonora. Hoy, me parece, precisamente eso, pura pirotecnia… y poca enjundia.