King Kong y Godzilla son los dos grandes titanes de la historia del cine. Es por esto que, ya sea por separado o juntos, cada nueva película suya se convierte en un acontecimiento para sus respectivas legiones de seguidores. En estos tiempos de pandemia, con la escasez de blockbusters en los cines, la llegada de Godzilla vs Kong se ha anunciado como un gran acontecimiento.

Aventuras, fantasía, efectos especiales y una confrontación legendaria dispuesta a hacernos recordar lo que era el cine de gran formato en pantalla grande, un gran espectáculo para toda la familia. Y lo podía haber sido.

Sinceramente, creemos que sobre la mesa la película tenía todos los elementos, no para ser una obra maestra, pero sí un gran divertimiento repleto de fabulosos momentos de fantasía, no sólo por los dos titanes, sino también por otros conceptos que se introducen como la Tierra Hueca o esa sorpresa que nos tiene guardada la compañía Apex.

Desgraciadamente, la película no sabe muy bien cómo lidiar con estos elementos y se dedica a lanzarlos como barro contra la pared, sin dedicarles el mimo que se merecían. Todo se precipita sin contexto, ni fascinación, como si las partes explicativas del argumento no fueran más que un engorro, un tránsito que hay que pasar lo más rápido posible para llegar a la siguiente secuencia de mamporros y evitar así que el público pueda aburrirse.

Esto provoca, además, graves problemas de guion o situaciones ridículas e inverosímiles como la facilidad con la que los personajes de Millie Bobby Brown y compañía superan sin dificultad las medidas de seguridad de una macrocorporación tecnológica.

A todo esto se suma también la incapacidad demostrada en las anteriores películas de Godzilla de este monstruoverso a la hora de lidiar con los personajes humanos, aquí exacerbada con la introducción de un insufrible personaje conspiranoico con doble función humorística/ explicatoria de la trama.

A esto se suma una machacona partitura musical de Tom Holkenborg, que falla también a la hora de dar entidad a las dos criaturas, muy alejada del más disfrutable trabajo de Bear McCreary para Godzilla. Rey de los Monstruos.

Sí, por supuesto, los dos titanes están maravillosamente recreados, con unos efectos digitales de excelencia (basta para ello fijarse en el pelaje de Kong) y sus enfrentamientos en pantalla son dinámicos y atronadores. En estos momentos la película aporta verdaderamente lo que promete, pero al conjunto le falta alma.