El 15 de abril de 1982, hace cuarenta años, se estrenaba en los cines Capitol, Luchana y Carlton de Madrid, Conan, el bárbaro, un título de John Milius, absolutamente reivindicado en la actualidad, y que en su momento ya fue un auténtico éxito. No fue solo un estreno nacional, si no mundial, ya que la película se había rodado en España, y la productora quiso tener una deferencia con nuestro país.

Cónan, el bárbaro fue de las pocas grandes superproducciones internacionales que se rodaron en España en los años ochenta. Habían pasado los tiempos de oro del rodaje de las llamadas “runaway productions” en España, con la filmación de aquellos títulos mastodónticos como Espartaco, Patton, Doctor Zhivago o las superproducciones Bronston.

Cuando recala el rodaje del productor Dino de Laurentiis en España, ya no existían en Madrid estudios de cine adecuados, por lo que se tienen que acondicionar enormes naves industriales para acoger semejante empresa. En una nave de Torrejón de Ardoz, se construye el exterior a tamaño natural de la cúpula de la Torre de Seth, mientras en otra nave, aún más grande, en Fuenlabrada, no solo se levantan decorados fastuosos para los palacios o fosos tenebrosos, sino también, talleres de todo tipo para decorados, vestuario, atrezzo, y efectos especiales.

Varias provincias españolas acogen el rodaje de exteriores, Almería, Segovia, Ávila, Cuenca, y la Comunidad de Madrid, aquí en municipios como Talamanca de Jarama o Navacerrada, tal y como se explica estos días en la exposición itinerante “Madrid, escenario de cine fantástico”. Conan regalará impresionantes imágenes para la retina, como el Templo del Poder ardiendo en El Ejido, o a Arnold Schwarzenegger blandiendo la espada sobre la roca en Colmenar Viejo, un momento que se convirtió en un auténtico icono de la época. De aquella y de las posteriores.

El rodaje de la película, como todos los rodajes de las películas, tuvo sus avatares. Uno de los más curiosos es que el afortunadamente fallido intento de golpe de estado del 23 de febrero de 1981, pilló a la producción de Conan en pleno rodaje. Mientras Tejero levantaba la pistola, Arnold hacía lo propio con la espada. La primera unidad de rodaje se encontraba filmando en Valsaín el poblado arrasado, y la segunda unidad, la lucha del bárbaro contra la serpiente gigante, criatura realizada por técnicos tan memorables como Colin Arthur.

Afortunadamente, la involución, el “tejerazo” no prosperó, y sí la maravillosa película de Milius sobre el personaje de Robert E. Howard, que ha quedado para la posteridad. Invito, cuarenta años después, a revisarla. No defraudará a quien la vea por primera vez. Y la disfrutará quienes ya la conozcan.