Como fuente de inspiración, el trastorno disociativo de personalidad ha sido muy prolífico en los mitos y la literatura, mucho antes de serle asignado una etiqueta y unas características médicas. Culturalmente hablando, probablemente quien mejor acuñó el concepto, sirviendo de inspiración para muchísimas obras posteriores, fue Robert L. Stevenson con su novela de 1886 El Extraño Caso del Doctor Jekyll y el Señor Hyde. En la novela encontramos dos elementos muy recurrentes y que, a su vez, son clave para la creación del personaje protagonista de Morbius, el Mad Doctor y la doble personalidad.

La influencia en los cómics es tal, que antes de la llegada del Doctor Michael Morbius en 1971 ya encontramos varios personajes aquejados del mismo síndrome. Stan Lee usó la novela de Stevenson como inspiración confesa para la creación de El Increíble Hulk, pero lo mismo podemos decir de El Lagarto, personaje perteneciente también al Spider-verso y que resulta muy cercano al propio Morbius.

VAMPIROS

Evidentemente, otro elemento de inspiración para la creación de Morbius fue el mito del Vampiro. Aquí confluyeron varios elementos. Por un lado, la década de los 60 fue bastante prolífica en lo que se refiere a la figura del vampiro, y de Drácula en concreto, en el cine gracias a las película de la productora británica Hammer, que no sólo dieron nueva vida al Rey de los Vampiros, sino que estableció una estética gótica de intensidad cromática. En los comics estadounidenses, la figura del vampiro estaba vetada por el Comics Code, el código de autocensura de la industria establecido después de la polémica creada por publicaciones como las que llevó a cabo EC Comics, repletas de terror, gore y violencia explícita.

Entre 1954 y 1971, todo aquellos que se acercara a la violencia, el terror o el erotismo resultaba censurado en el cómic estadounidense al considerarse un medio dirigido a un público infantil y juvenil, altamente sugestionable con este tipo de historias e imágenes. Con la entrada en la década de los 70, siguiendo a la desaparición del Código Hays de la industria del cine en 1967, el Comics Code suavizó sus postulados, abriendo las puertas a la introducción de elementos fantásticos prohibidos en las casi dos décadas anteriores. Para Marvel, Morbius fue su primer vampiro, un tanto atípico al proceder de un experimento fallido y no contar con las debilidades propias de estas criaturas como el crucifijo, el ajo o el agua bendita. Un año más tarde, Marvel presentó su propia serie de terror propiamente dicha, La Tumba de Drácula, a partir de la creación de Bram Stoker, introduciendo al personaje en su propio universo compartido.

LOS EXPERIMENTOS CON MURCIÉLAGOS NO TRAEN NADA BUENO

El salto de Morbius a la gran pantalla nos llega de la mano de Sony, empresa que ostenta los derechos cinematográficos de Spiderman desde finales de los 90. Si bien el Spider-verso de Sony está ya insertado en el Universo Cinematográfico Marvel desde que se llegó a un acuerdo para introducir al arácnido en las películas de Marvel Studios a partir de Capitán América. Civil War, el estudio ha ido desarrollando una serie de títulos donde el Spiderman interpretado por Tom Holland aún no ha participado, como Spiderman. Un Nuevo Universo, las dos entregas de Venom o, próximamente, la película sobre Kraven El Cazador.

Al igual que sucedió con Venom, Sony ha querido aquí hacer un título dedicado en exclusiva a uno de los villanos del cabeza de red, con el fin de poder desarrollar una franquicia que, de manera natural, confluya hacia el encuentro con Spiderman. El problema es que si bien Spiderman. Un Nuevo Universo entra entre las mejores películas de superhéroes realizadas en lo que llevamos de siglo XXI, su acercamiento a los villanos y la reconversión de estos en antihéroes ha resultado bastante errada y deficiente.

Morbius, de Daniel Espinosa.
Morbius, de Daniel Espinosa.

HERMANOS DE SANGRE

Para los orígenes de Morbius, la película se acerca de manera bastante próxima a lo establecido por los cómics, incluyendo la enfermedad de la sangre, el experimento con murciélagos y la conversión en monstruo a pesar del protagonista. El colocar al Dr. Morbius como protagonista de la historia, sin Spiderman, implica buscar un enemigo a la altura, ya que, según el canon de Hollywood, el protagonista no puede ser el villano.

De esta manera, la película, en un giro que nos recuerda Lobo de Mike Nichols, coloca a Milo/Lucien Crown, el mejor amigo del protagonista, como el antagonista perverso de la historia que, mientras Morbius intenta combatir su nueva naturaleza, él abraza por completo la sed de sangre y la esencia depredadora del vampiro. Hay, por lo tanto, a lo largo de la película una lucha interna y externa del héroe por salvar su alma e intentar recuperar su humanidad.

DOBLE NATURALEZA

Como punto de partida, una trama atractiva, pero maniquea y manida que, lamentablemente, la película no es capaz de superar. Pese a las buenas intenciones de sus actores y del director Daniel Espinosa, la película, como su propio protagonista parece un experimento de laboratorio que ha salido mal. No sabemos qué hubiese salido del proyecto inicial de la película, pero la impresión que deja al espectador una vez ha pasado la última de las secuencias postcréditos es que la cinta ha sido ampliamente intervenida en postproducción, cambiando y eliminando elementos fundamentales de la trama, dando como resultado una narración atropellada, confusa, que pretende ser epatante a base de efectos especiales y ralentíes enfáticos, pero que lo que logran es un relato cansino y con graves errores de continuidad.

No creemos, en cualquier caso, que estemos ante un caso como el de La Liga de la Justicia, donde un montaje del director pudiera revelar una película muy distinta a la que ha llegado a las pantallas, pero sí es cierto que los tijeretazos y la forma chapucera en la que se intenta introducir la película en el Universo Cinematográfico Marvel es de lo que puntúa más bajo de este pastiche que nos ha presentado Sony.

Como aspectos positivos, podríamos destacar la fotografía de Oliver Wood o la partitura musical de Jon Ekstrand, pero lo cierto es que incluso estos apartados quedan malogrados por un montaje probeta con el que se ha intentado destilar una historia diferente a la que se rodó.

Al final, lo que tenemos es una película fallida que no cae en el abismo del cine Marvel porque pocos meses atrás tuvimos la desgracia de sufrir Venom 2. Habrá Matanza.