Con la primera entrega de Venom, hace tres años, comentábamos que la película era el despropósito resultante de diferentes tendencias queriendo llevar la película a sus terrenos particulares e incompatibles. La cinta intentaba dispar a diferentes objetivos al mismo tiempo, errando el tiro en todos ellos. Venom. Habrá Matanza es el ejemplo de que mientras las cifras respondan, en Hollywood no existe sentido de la autocrítica, ni propósito de enmienda.

No vamos a negar que la película cuenta con conceptos interesantes que, de haber tenido un buen desarrollo, podrían haber resultado en una película digna. El problema es que ninguno de estos atisbos de ingenio se llega a materializar, dando como resultado una cinta totalmente extraviada e incongruente, donde, además, en esta ocasión, ni siquiera hay un director competente detrás para intentar disimular el desaguisado.

BUENOS INGREDIENTES, MAL CÓCTEL

De acuerdo, como punto de partida, el construir una buddy movie desde el concepto de que la pareja protagonista comparte el mismo cuerpo es interesante. El que ambos protagonistas sean notablemente disfuncionales podría haber dado pie a gags mucho más divertidos. El hecho de que los antagonistas (Cletus Kassidy y Matanza) sean versiones aún más dementes de los propios protagonistas podría haber dado mucho juego. Incluso el propio reparto incitaba a pensar que el resultado podría ser mucho mejor que el de la cinta original. Desgraciadamente, nada de esto se materializa de manera efectiva en pantalla.

Ver Venom. Habrá Matanza puede retrotraernos a aquella época en la que la industria del cine consideraba al cómic como un producto de baja estofa, infantil y ridículo, provocando que sus adaptaciones a la gran pantalla transmitieran esas mismas sensaciones al espectador. Es más, la película desbarra de tal manera que durante su metraje vuelve a nuestras cabezas aquel que no debe ser nombrado cuando hablamos de adaptaciones de cómics de superhéroes al cine (sí, Joel Schumacher). La cinta está plagada de un humor tan zafio y hay momentos tan apabullantemente ridículos que nos sobrepasa la vergüenza ajena, como la secuencia de la fiesta de salida del armario del simbionte.

EL MAL DE LOS EXCESOS

La presencia de Andy Serkis tras la cámara se puede justificar con la importancia a nivel dramático e interpretativo que tienen que tener los dos personajes digitales protagonistas y su interacción con los actores de carne y hueso. Sin embargo, Serkis como director de actores se ha desvelado tan histriónico como él mismo ha resultado ser como actor físico delante de la cámara.

Sus excesos interpretativos parecen acoplarse muy bien a la captura de movimiento, pero sin la máscara digital sobrepasan la saturación. Eso mismo sucede con la interpretación de los actores protagonistas, Tom Hardy, Naomie Harris y, sobre todo, Woody Harrelson, que resulta estomagante por caricaturesca y desproporcionada.

Si en lo dramático, la interacción de personajes resulta tan elefantiásica; en los apartados de acción, todo se vuelve un barullo de referencias visuales, mal planificadas y en la que se aprecia mucha ingeniería de montaje para construir, a partir de lo rodado, secuencias mínimamente coherentes y funcionales. Al menos, en esta ocasión, los dos simbiontes son de distinto color, por lo que son distinguibles en pantalla (algo que resultaba un grave error en la primera entrega), pero, llevándolo a la terminología del cómic, Serkis planifica como si cada plano fuera una splash page, olvidándose por completo de la sintaxis cinematográfica.

Puestos a quedarnos con elementos positivos, la partitura musical de Marco Beltrami acierta allí donde la imagen decepciona, siendo la principal responsable de que, finalmente, la película tenga cohesión narrativa, definición de personajes y una atmósfera adecuada. Es una pena que la que puede ser una de las mejores bandas sonoras de este 2021 quede sepultada bajo una película tan desmerecedora de su valor.

QUIZÁS LA PRÓXIMA VEZ….

Parece que la idea de Sony, ahora que ya tiene acuerdo cerrado con Marvel Studios, es seguir desarrollando la franquicia. Esperemos que la próxima vez sea la vencida, porque a fecha de hoy todas las versiones cinematográficas de Venom han resultado impropias de un personaje tan importante y admirado por los fans de los cómics.