Mazinger Z Infinity supone el fin de un trayecto de 10 años para conseguir llevar a este personaje clave de la cultura pop a la gran pantalla en una película conmemorativa. La película carga las baterías de nostalgia y trae de vuelta a todos los personajes de la serie original.

Ambientada 10 años después de la derrota del Doctor Infierno, este trabajo prefiere ignorar secuelas posteriores, como Grendizer o Mazinkaiser, y se queda con el Mazinger original y con el Gran Mazinger. Al mismo tiempo, desarrolla una trama más compleja que da una interpretación metafísica de la naturaleza de los super robots, jugando con las teorías cuánticas de los universos paralelos. A esto se suma todo una colección de sublecturas que van desde los valores tradicionales de la familia a la defensa del medioambiente. Al mismo tiempo, a nivel formal, propone una conjunción entre animación tradicional y animación digital (reservada principalmente a los robots).

El problema es que la cinta lleva al extremo sus diferentes posturas. Su valor nostálgico es tan fuerte, que la acumulación de personajes y guiños hacen que parte de la trama y la acción sólo sea entendible para los conocedores de la serie. Por otro lado, su discurso filosófico posthumanista más cercano a títulos como Akira o Ghost in the Shell engarzado con un simplista mensaje conservador lastra a la cinta con un desarrollo final enrevesado que roza el absurdo.

A esto añadimos los mensajes sexualizados y machistas de la serie original que hoy resultan retrógrados e inapropiados. A su favor cuenta con unas secuencias de batalla poderosas y emocionantes.

Mazinger Z Infinity es un ejercicio de nostalgia descarrilada, que funciona más a nivel emocional que cinematográfico y que, desgraciadamente, queda alejado del homenaje que se merecía el personaje.

Mazinger Z Infinity