Imagínense lo que era ser un niño de 10 años en los 80, entrar en una sala de cine y ver una comedia con fantasmas, algunas escenas francamente aterradoras, un humor zafio y de trazo grueso, referencias sacadas de libros reales de temática paranormal y todo un espectáculos de luces que componían un apartado de efectos especiales realmente espléndido, todo eso sazonado con un conjunto de canciones de lo más molonas y escenas entre lo épico y lo grotesco. No es de extrañar que aquel niño saliera de la sala con los ojos haciéndole chiribitas y que, posteriormente, desgastara la cinta magnética del VHS a base de visionados compulsivos de la película. Después se ha dicho que aquella película no era precisamente apropiada para un público infantil, pero, qué demonios, aquello eran los 80. Los sábados desayunábamos con Alaska en negligé presentado La Bola de Cristal.
¿A QUIÉN VAS A LLAMAR?
Tal vez, Cazafantasmas no fuera la mejor película del mundo, pero logró atrapar a toda una generación que, a día de hoy, mantiene su pasión por la película intacta. Hace falta entender esto para comprender por qué era importante el regreso de los personajes y por qué había que hacerlo de la manera correcta.
LOS VIEJOS ROCKEROS NUNCA MUEREN
Si a estas alturas del siglo XXI pueden regresar Daniel LaRusso, Indiana Jones o Pete ‘Maverick’ Mitchel, interpretados por sus actores originales, por qué no iban a regresar Peter Venkman, Raymond «Ray» Stantz, Egon Spengler y Winston Zeddemore.
Treinta y siete años después de la original, 32 de su secuela y 5 después del fallido reboot femenino, Cazafantasmas. Más Allá propone una nueva fórmula que facilite la reentrada de la franquicia al nuevo siglo, asegurándose como público cautivo a aquellos niños de 10 años que vieron la original en el cine, pero buscando la forma de captar también al público juvenil actual. Afortunadamente, en esto, han tenido también ayuda externa y ha sido en producciones recientes como (sobre todo) Stranger Things donde han sabido apoyarse.
COSAS EXTRAÑAS EN EL VECINDARIO
Para el público veterano, tener a Ivan Reitman (el director original) en la producción, a su hijo Jason (quien se ha granjeado su propia reputación como cineasta independiente) tras la cámara, el anuncio del regreso de la tropa original interpretando a los personajes originales, así como el sentido homenaje que la película hace al fallecido Harold Ramis y a su personaje Egon Spengler, era un póker de ases con el que atraerlos a la sala. Para las nuevas generaciones, se cuenta precisamente la referencia a Stranger Things, con uno de sus actores, Finn Wolfhard, en uno de los roles principales, junto con otros actores juveniles (Mckenna Grace, Logan Kim, Celeste O’Connor), además de la presencia de Paul Rudd (Ant-Man), actor con tirón entre los dos grupos demográficos de espectadores.
NOSTALGIA
Seamos sinceros, para esta nueva entrega, Jason Reitman, acompañado en el guion de Gil Kenan, ha optado por ese concepto tan recurrente en las secuelas tardías de aquellos títulos cuyas franquicias Hollywood quiere destacar que se basa en un cruce entre secuela y remake. La cinta viene winstrolada de nostalgia para provocar en el espectador una respuesta emocional continua a lo que va sucediendo en pantalla. Aunque en la letra el argumento es distinto, en su esqueleto sigue muy de cerca a la cinta de 1984, y la construcción de los nuevos personajes tienen como base el espíritu de los veteranos. La suma que aporta la recuperación de personajes clásicos, guiños nostálgicos y situaciones similares mantiene al espectador en la cómoda butaca de lo ya conocido. Todo el diseño de arte, los efectos especiales o la música se pliegan por completo a su referente ochentero, aunque con los avances que permite casi cuatro décadas de desarrollo tecnológico.
ECOS DEL PASADO
Todo esto podría haber sido un fuerte contratiempo para la película (ahí queda las entregas de J.J. Abrams para Star Wars como ejemplo); sin embargo, pasa a convertirse en un importante activo para la película, y es que Jason Reitman, con una cariñosa puesta en escena que no sólo tiene el ADN de su padre, sino del cine ochentero en general, consigue que la película trascienda el concepto de reiteración y se asiente en el terreno del homenaje respetuoso y emotivo.
Cazafantasmas. Más Allá se convierte así en una reunión de antiguos alumnos que vienen acompañados por sus hijos. Los pequeños detalles, los guiños continuos, las referencias sonoras o visuales van marcando un camino de baldosas amarillas que nos guían a lo largo de toda la película y como espectadores seguimos el camino con esa cadencia que nos va engolosinando la vista y el oído hasta llegar a un clímax final donde Reitman Jr sustituye la épica de la original por un sentido de familia con el que es difícil rehuir de la lágrima sentimental y catártica.
LLAMADA RECIBIDA
Es cierto que en la parte central echamos de menos un poco más de crescendo de actividad paranormal y que a la película le falta la pegada que tenía la selección de canciones de la original, pero creemos que en todo lo demás la cinta cumple con nota y crea el puente necesario para poder rescatar (ahora ya sí, por fin) el concepto de Cazafantasmas para el siglo XXI.