El mejor chiste envenenado que nos proporciona M3gan ha venido de manos de la distribuidora española. El hecho de estrenar esta película de muñeca psicópata en las vísperas del Día de Reyes es, sin duda, un golpe de efecto macabro. Cuántas muñecas y otros tipo de juguetes tecnológicos habrán sido mirados con suspicacia esa mañana.

M3gan se presenta como la enésima variación del patrón del juguete diabólico, relineando la fórmula de contraponer elementos tradicionalmente cándidos e inocentes con una lectura aterradora. En este caso, el componente transmutador no es sobrenatural, sino tecnológico, lo que añade a la trama un elemento tecnófobo que nos recuerda a Terminator (comparación nada baladí, ya que hay elementos calcados en la película) o a aquel Chucky apócrifo de 2019.

La película inaugura este acuerdo entre Atomic Monster (la productora de James Wan) y Blumhouse para dar forma a un nuevo universo de películas de horror, después de experiencias conjuntas de sus creadores con la serie Insidious o El Hombre Invisible. En este sentido, la cinta tiene un esquema muy Blumhouse. Se trata de un producto de presupuesto modesto, que no se apoya en la presencia de ninguna estrella, sino más bien en un concepto que pueda resultar atractivo y curioso para el público, además de la promesa de ofrecer un entretenimiento de terror de consumo rápido (no vamos a encontrar nada de terror elevado por aquí).

Basada en una historia de Akela Cooper y James Wan

En base a esto, podemos afirmar que la película no engaña a nadie y ofrece precisamente lo que propone, con un nivel de violencia y gore bien ecualizado para llegar a una mejor audiencia, tanto por franjas de edad, como por no herir sensibilidades a espectadores más susceptibles (se habla de un montaje alternativo mucho más sangriento y violento que tal vez pueda salir a la luz en vista del éxito de la película).

La película no se esmera demasiado en un guion previsible y formulaico, que básicamente sirve de progresión (absolutamente inverisímil) para que la muñeca protagonista vaya poco a poco desarrollando su personalidad psicopática, en un crescendo de violencia que, como marcan los cánones, detona con un clímax final desproporcionado.

Es una pena que la falta de ambición de la película desatienda otros aspectos apuntados en la presentación de personajes, que podrían haber hecho el conjunto más atractivo, pero también podrían haber desviado la atención del espectador de la monopolizadora trama principal. Podemos encontrar atisbos de crítica a la industria juguetera, a la tecnificación de los juguetes hoy en día, incluso se pasa de puntillas por la falta de habilidades y desinterés maternal de la protagonista. Ni siquiera se ahonda en el otro gran tema de la película, el luto y el uso de elementos surrogados para evitar afrontar el dolor. Como decíamos, aquí no hay espacio para el terror elevado o la reflexión.

M3gan es una película cliché, pensada para agradar y no para incomodar. La puesta en escena de Gerard Johnstone resulta competente y, nos atreveríamos a decir, por encima de la media de este tipo de producciones. El cineasta cumple con pericia por lo general y, en un par de momentos, logra elevar alguna secuencia y aportar algo más de intensidad de incluso alguna imagen para el recuerdo.

Del trío protagonista, las interpretaciones de Allison Williams y Violet McGraw nos resultaron efectivas, aunque anodinas por la falta de desarrollo de los personajes. El conjunto de personajes secundarios no pasa de perfiles estúpidos que sirven de mera carne de cañón. Sin duda es el personaje de M3gan es el que se lleva la función. Aceptado lo evidente del truco, afortunadamente tenemos que decir que se apostó por una representación física del juguete y no digital, fundamental para lograr que funcionen las escenas con la niña, al mismo tiempo que la labor física de la bailarina Amie Donald bajo la apariencia de la muñeca es lo más espectacular de la película.

Por lo demás, estamos ante una película que pasará automáticamente a nuestra papelera de reciclaje y caerá rápidamente en el olvido, al menos hasta la llegada de la ya anunciada secuela que presumiblemente llegará el próximo año.

Póster de M3gan, de Gerard Johnstone.
Póster de M3gan, de Gerard Johnstone.