En manos de Edgar Wright, la primera entrega de Ant-Man podría haber resultado una película más alocada y ambiciosa, sin embargo, el carácter conservador de Disney hizo que finalmente el producto derivara en manos de Peyton Reed, realizador eficaz, pero más convencional. Como cinta introductoria, aquella primera aventura resultaba banal y entretenida, salvada por un clímax final más trepidante y, sobre todo, por la presencia de Michael Peña, que con su papel de Luis eclipsaba al resto de los personajes. Tras dos títulos de mayor empaque en este 2018 (Black Panther y Avengers. Infinity War), la segunda entrega del Hombre Hormiga (Ant-man y la avispa) vuelve a ejercer de hermano menor, una aventura menos determinante y sin la carga épica de sus dos predecesoras en el Universo Cinematográfico Marvel, pero al menos entretenida por su ligereza argumental y su falta de pretensiones.

Hechas ya las presentaciones y liberada de los tiras y afloja que lastraron la producción de la primera parte, esta segunda entrega si nos parece que tiene un mejor desarrollo argumental y un superior tratamiento de los personajes, con una notable mejoría en cuanto a la construcción del villano.

Michael Peña vuelve a llevarse la película de calle y, por otro lado, con la entrada de La Avispa, queda más patente que Scott Lang es más bien un secundario en su propia película (como ya sucediera con Pantera Negra, todo hay que decirlo).

A nivel técnico, el uso de los efectos especiales y el juego con las diferentes escalas tiene aquí un mayor protagonismo, lo que le da un mayor atractivo visual a la película. En general, y manteniéndonos en ese nivel de cinta de aventuras Marvel ligera y sin pretensiones, esta segunda parte nos parece más entretenida y compacta que su predecesora.

Póster 'Ant-man y la avispa'.
Póster ‘Ant-man y la avispa’.