The Vigil es una película que se sale del estilo habitual de película de terror al que Blumhouse nos tenía acostumbrados últimamente. Si bien cuenta con los niveles de producción habituales de la empresa (es decir, poca inversión, un reparto prácticamente desconocido, una premisa atractiva), lo cierto es que, en los últimos tiempos, las películas presentadas por la productora optaban más por la línea de comedia negra de terror, e incluso aspirando a presupuestos algo más ambiciosos y estrellas más conocidas, procedentes principalmente de la televisión.

El debut en la dirección de Keith Thomas apuesta más por los orígenes de la productora de Jason Blum como Paranormal Activity o Sinister. Uno de los aspectos más llamativos es que se trata de una cinta de terror donde el componente sobrenatural bebe de la tradición hebrea tan poco explotada por el cine más allá del mito de El Gólem.

Aquí se nos presenta al Mazzikin, un espectro que se alimenta del dolor y los miedos de las personas y que se pega a su víctima como un parásito acompañándole toda la vida. Thomas crea una atmósfera obsesiva y llena de tensión, que logra mantener en toda la película gracias al juego con la oscuridad y la habilidad de no mostrar el terror. Situando como protagonista a una persona en plena crisis de fe, la película juega también a una doble lectura, donde toda la angustia puede tener su origen tanto en los componentes sobrenaturales, como en la lucha interior del personaje principal.

La trama es directa y sencilla, sin subterfugios, ni giros enrevesados, y funciona perfectamente en su austeridad, con unas lecturas religiosas que le otorgan una originalidad que compensa con la simplicidad de su argumento.