Desde el estreno en 2008 de ‘Iron Man’, Marvel Studios ha ido implantando y desarrollando una progresión en forma de bola de nieve.

Si en Fase 1 todo desembocaba en la primera entrega de Los Vengadores, donde confluían todos los héroes presentados hasta el momento, con ‘Vengadores: Infinity War’ llevan este modelo al paroxismo, dotando de protagonismo no a 6 personajes, sino a 25, cada uno con su espacio de lucimiento y su relevancia en la trama. Es cierto que incluso para los parámetros de hoy en día, las dos horas y media de metraje superan la longitud standard, pero dada la tarea que había que llevar a cabo, hasta poco parece. Quizás ese sea el problema que le encontramos a este macroevento cinematográfico.

Desde un punto de vista de espectáculo palomitero, nada que objetar, la cinta arranca con acción desde la primera secuencia y mantiene un ritmo creciente hasta el final. La confluencia de elementos físicos y digitales resulta sobresaliente, especialmente con un villano, Thanos, que corrige los problemas que lastraban a Ultron. No sólo esta vez el villano tiene desde guion un mayor trasfondo psicológico, sino que la animación digital le otorga una presencia más emblemática.

El trabajo de edición es minucioso y matemático para dar cabida de manera equilibrada a todo. Sin embargo, esto tiene un precio. La acción es tan rápida que no hay tiempo para preguntas, pero lo cierto es que la cinta deja demasiados elementos sin respuesta, hilos de continuidad que se solventan a base de elipsis y situaciones aparentemente caprichosas que supuestamente quedan abiertas a explicaciones futuras.

No ponemos en duda, por lo tanto, la cualidad de gran espectáculo de la película, pero sí hubiésemos preferido algo menos de pirotecnia y un poco más de cohesión argumental.