Hablemos de la mitología del Parque Jurásico.

Corría el año 1990 cuando el imaginativo escritor (y médico) estadounidense Michael Crichton, quien tenía a sus espaldas una larga carrera literaria e incluso había dirigido por entonces un buen número de películas (entre ellas los estupendos clásicos del fantástico Almas de metal y Coma), publicaba la novela en la que un avispado empresario resucita a los dinosaurios con el fin de explotar un parque zoológico habitado por criaturas de la Prehistoria. El texto llegó a las manos de Steven Spielberg que vio una aventura con un potencial cinematográfico indiscutible pero con unas necesidades técnicas que rayaban lo imposible.

Los dinosaurios ya habían conquistado el Séptimo arte prácticamente desde sus inicios (recordemos la popular King Kong de 1933) mediante la utilización de disfraces y el trucaje de la animación de marionetas fotograma a fotograma, sin embargo la adaptación de “Parque Jurásico” al cine rompió con el canon de efectos visuales establecido y se sumergió de lleno en la era digital. La productora Amblin y Universal Pictures acudieron inicialmente al veterano Phil Tippett, quien había trabajado con un buen número de criaturas y maquinaria en la saga Star Wars y había perfeccionado una variante más realista del stop motion (go motion) pero sus primeras pruebas de cámara resultaron insuficientes para las cotas de realismo que se perseguían. Fue en este punto en el que ILM, la compañía de efectos visuales creada por George Lucas, convenció a los intervinientes de que podían mejorar el sistema de animación tridimensional por ordenador (utilizado con anterioridad en El secreto de la pirámide, Abyss y Terminator 2: El juicio final) para recrear a las criaturas jurásicas como nunca antes se había hecho. Con la revelación de la infografía tridimensional y el trabajo de marionetas a escala real del Stan Winston Studio nace la franquicia que tuvo puesta de largo en 1993 con un éxito arrollador en todo el mundo.

La maquinaria de hacer dinero se aceleró perfeccionando sorprendentemente los parámetros técnicos en JP: El mundo perdido, estrenada en 1997 sobre una novela de Crichton escrita para la ocasión, y en Jurassic Park 3, que llegaría en 2001 con resultados artísticos menos valorados por la audiencia y sin Spielberg en la dirección.

De manera tardía, pero con el mito muy vivo en la cultura popular, en 2015 una nueva generación de cineastas revivió la saga con un correspondiente cambio de título (Jurassic World) aunque conservando los mismos ingredientes en un entorno más grande y con inteligentes dosis de nostalgia hacia las películas estrenadas el siglo pasado. Colin Trevorrow, un realizador “más spielbergiano que Spielberg”, estuvo tras las cámaras de esta continuación maquillada de reinicio.

Esta semana se ha distribuido el primer tráiler de la secuela del Mundo Jurásico con el español J. A. Bayona (El orfanato, Lo imposible) a los mandos de un nuevo circo de cinco pistas en el que repiten los intérpretes del film inmediatamente anterior Bryce Dallas Howard y Chris Pratt con el añadido de Jeff Goldblum como el icónico personaje de Ian Malcolm de las dos películas originales. Una promoción que llega de manera temprana ya que los volcanes y criaturas de Jurassic World: El reino caído no se estrenará en Estados unidos hasta el 22 de junio de 2018 para dominar sin duda alguna las pantallas de todo el mundo.