No importa lo mucho que evolucione la humanidad, hay determinadas cosas que nos siguen produciendo el mismo repelús generación tras generación. Dentro del reino de los insectos cucarachas y arañas se llevan la palma, algo que el cine ha sabido explotar en múltiples ocasiones. Vermin. La Plaga, primer largometraje del director francés Sébastien Vanicek, saca buen provecho de esta pulsión atávica, como demostró en su paso por festivales como Sitges, San Sebastián o Isla Calavera.

ARACNOFOBIA

De argumento sencillo, la cinta nos presenta una bola de nieve de terror que se apoya en la presencia cada vez más numerosa e incontrolada de arañas en la trama. La premisa nos presenta una especie de araña exótica, muy venenosa, que se reproduce a gran velocidad y donde cada nueva generación va adquiriendo un tamaño mayor que la anterior. Cuando esta especie queda liberada en un edificio del extrarradio de Francia, la cinta adquiere una estructura de elaboradas set pieces que se van sucediendo una detrás de otra, buscando incrementar paulatinamente el nivel de tensión y ansiedad en el espectador. Vanicek se apoya precisamente en la reacción visceral que estos insectos nos provocan para ir generando incomodidad hasta que la invasión se desata.

El director juega con la planificación para hacer lo más cercana posible la sensación al espectador y que se vea inmerso en la situación que están viviendo los protagonistas. Secuencias como la del baño o el pasillo del sótano son maestras en cuanto al uso del timming y la tensión.

Vermin: La Plaga
Vermin: La Plaga

ATTACK THE BLOCK

Aunque lo primordial es el componente aterrador del ser humano contra una naturaleza hostil, la cinta busca también implementar un componente social y de relación entre los personajes para que la implicación del espectador sea mayo y su reacción emocional más profunda. No es baladí que la acción tenga lugar en un edificio del extrarradio francés o que los protagonistas sean jóvenes con escasas opciones de futuro o que, ante la infestación, queden todos sitiados en el inmueble, con las autoridades coartando cualquier posible salida.

Sin cargar demasiado las tintas, pero sin obviar la lectura, Vanicek convierte a las arañas en una metáfora social sobre las barreras y los prejuicios que impiden a estos jóvenes salir de esta situación de pobreza. Menos afortunada son las lecturas interpersonales entre los personajes. No es que los conflictos internos entre los protagonistas estén mal definidos, pero hay ocasiones que, por darle desarrollo a este componente, se interrumpe el ritmo de la acción. Afortunadamente, el ritmo de la cinta se mantiene robusto y empuja al espectador por este carrusel de emociones sin que se detenga demasiado a reflexionar acerca de algunas de las incongruencias de la trama (como la ausencia de teléfonos móviles).

INFESTACIÓN

Vermin. La Plaga es una película muy disfrutable. Promete al espectador un festival de arañas y, desde luego, cumple con su palabra. La puesta en escena de Vanicek es potente y la dinámica de los actores verosímil. Desde luego, como opera prima nos hace tener altas expectativas de los futuros trabajos del cineasta.