Blumhouse y el visionario guionista y director Leigh Whannell, creadores de la escalofriante versión moderna de El hombre invisible, vuelven con una nueva y aterradora pesadilla lupina: Hombre Lobo, de estreno exclusivamente en cines este viernes 17 de enero.

El nominado a los Globos de Oro Christopher Abbott (Pobres criaturas, Llega de noche) protagoniza esta historia en el papel de Blake, un hombre casado y padre de familia residente en San Francisco que hereda la remota casa donde creció en una zona rural de Oregón tras la desaparición de su propio padre, dado por muerto. En plena crisis de pareja con su enérgica esposa Charlotte, la ganadora de tres Premios Emmy Julia Garner (Ozark, ¿Quién es Anna?), Blake la convence para tomarse un descanso de la gran ciudad y visitar la propiedad con su hija Ginger, interpretada por Matilda Firth (Hullraisers, Coma).

Todo se tuerce cuando, de camino a la granja y en plena noche, la familia sufre el brutal ataque de un animal al que no consiguen ver y, en un intento desesperado por huir, se atrincheran dentro de la casa mientras la criatura merodea por la zona. Pero, con el paso de las horas, Blake comienza a comportarse de un modo extraño y a convertirse en algo irreconocible, y Charlotte se verá obligada a decidir si esa monstruosidad es más letal que el peligro que acecha en el exterior.

Completan el reparto Sam Jaeger (El cuento de la criada), Ben Prendergast (el audiodrama The Sojourn) y Benedict Hardie (El hombre invisible), junto con Zac Chandler, que debuta en la gran pantalla, Beatriz Romilly (Shortland Street) y Milo Cawthorne (Shortland Street).

Hombre Lobo está dirigida por Leigh Whannell y escrita por el propio Whannell y Corbett Tuck, cuyos anteriores títulos de Blumhouse incluyen El hombre invisible, Upgrade e Insidious: Capítulo 3.

La película está producida por el fundador y presidente de Blumhouse Jason Blum y la producción ejecutiva corre a cargo de Leigh Whannell, Beatriz Sequeira y Mel Turner.

El director de fotografía es el aclamado colaborador habitual de Whannell Stephan Duscio  (El hombre invisible, Upgrade (Ilimitado)) y la diseñadora de producción es Ruby Mathers (Años de sequía, Top Boy). El montaje lo firma otro colaborador habitual de Whannell, Andy Canny (El hombre invisible, Upgrade (Ilimitado)), y la diseñadora de vestuario es Sarah Voon (Posesión infernal: El despertar, Posesión infernal).

La música es del compositor nominado al Grammy, al Emmy y al Globo de Oro Benjamin Wallfisch, cuyas aclamadas bandas sonoras incluyen títulos tan emblemáticos como Twisters, Blade Runner 2049, El hombre invisible, It y Figuras ocultas. Los supervisores musicales son Devoe Yates (la saga Halloween, Ocean’s Eight) y el ganador de un Emmy Gabe Hilfer (The White Lotus, la película de Steve McQueen Blitz).

Hombre Lobo, de Leigh Whannell. (c) Universal Pictures
Hombre Lobo, de Leigh Whannell. (c) Universal Pictures

LA HISTORIA

Puede que no haya habido un cineasta más intrépido y visionario a la hora de reimaginar un monstruo clásico de Universal que el guionista y director Leigh Whannell, cuyo éxito de Blumhouse de 2020, El hombre invisible, protagonizado por Elisabeth Moss, transformó la novela del siglo XIX de H.G. Wells y película de terror del siglo XX en una alegoría del siglo XXI sobre el maltrato y los abusos domésticos. Por eso, es justo decir que no había director mejor equipado para reinventar la más feroz de las posibles adaptaciones de monstruos cinematográficos: la del hombre lobo.

«Lo que Leigh Whannell fue capaz de conseguir con El hombre invisible fue asombroso», nos cuenta el productor Jason Blum. «Partió de un momento íntimo de una heroína tratando de escapar de una situación de abuso y expandió su horror para convertirlo en un viaje aterrador para el público. Cuando Universal nos preguntó cómo queríamos abordar Hombre Lobo, supe que debíamos poner a Leigh al frente. Su increíble capacidad para destilar el terror de momentos con los que cualquiera podemos identificarnos le permite mostrarnos un miedo que no es fantástico, sino inmediato y palpable».

Los relatos ancestrales de hombres lobo son casi tan antiguos como la propia humanidad, presentes en historias que se remontan hasta el año 2100 a. C. Las leyendas sobre licantropía (la transformación de un hombre en lobo) enraizaron tanto en el folclore europeo que inspiraron incluso juicios en Europa en los siglos XVI y XVII, práctica que fue desapareciendo en torno a la misma época en la que comenzaron los famosos juicios a las brujas de Salem en Estados Unidos. Los hombres lobo aparecerían años después en la novela de Bram Stoker de 1897 Drácula, así como en su relato corto El invitado de Drácula.

El hombre lobo en el cine

El hombre lobo debutó en la gran pantalla en 1935, con El lobo humano, y luego quedó inmortalizado en la cultura popular a partir de 1941 con el clásico de Universal protagonizado por Lon Chaney, Jr. El Hombre Lobo. En los años transcurridos desde entonces, el personaje ha merodeado casi por cada década y género cinematográfico, del terror malévolo (la película de 1981 Aullidos) al body horror o terror corporal (también de 1981 Un hombre lobo americano en Londres) y la comedia tradicional (Teen Wolf (De pelo en pecho)), y ha sido desde un héroe romántico (la película de 1994 Lobo con Jack Nicholson) a un torturado sex symbol preadolescente (la saga Crepúsculo).

«Los monstruos clásicos han perdurado por algo», asegura Whannell. «Son tan emblemáticos y famosos como Michael Jordan, Marilyn Monroe, Charlie Chaplin, Winston Churchill… Todas esas personalidades de nuestra historia. La Momia, Drácula, el Hombre Invisible y el Hombre Lobo son el Monte Rushmore de la cultura popular. Hay algo en ellos inmensamente fascinante, aterrador y misterioso que los hace inolvidables».

Sin embargo, cuando Blumhouse abordó a Whannell con la idea de reimaginar al hombre lobo para una nueva generación, el director y guionista se sintió intrigado por la idea, pero inseguro de si quería embarcarse en ese viaje. «Mi primera respuesta fue: “No, acabo de hacer El hombre invisible. No quiero ponerme después de eso con Hombre Lobo», rememora Whannell. «Pero luego se me ocurrió un enfoque que podía adoptar. Tenía que escarbar un poco y encontrar mi forma de adentrarme en la historia. En el pasado, el personaje del hombre lobo había estado marcado por una gran transformación, como la famosa escena de Un hombre lobo americano en Londres. El hombre lobo en ese caso fue un maravilloso diseño de Rick Baker y es todo un referente en el mundo de los efectos manuales. Es imposible superar lo que hizo. Tanto es así que no deberíamos ni siquiera intentarlo, sino más bien ir por una senda totalmente distinta».

Leigh Whannell, creador de la versión moderna de El hombre invisible, vuelve con Hombre Lobo.
Leigh Whannell, creador de la versión moderna de El hombre invisible, vuelve con Hombre Lobo.

Protege a los tuyos

Esa dirección fundamentó la película y a los personajes en un mundo real, sin fantasías. A medida que Whannell y su compañero guionista Corbett Tuck desarrollaban el guion, la historia evolucionó para convertirse en el relato de Blake Lovell, un padre de familia casado que afronta un pasado turbulento. Producto atormentado de un padre obsesionado por las técnicas de supervivencia y una adorada madre enferma de ELA, Blake pensaba que ya había dado carpetazo a su cruel infancia. Ahora que está criando una hija en la Bahía de San Francisco con su esposa Charlotte, periodista, y en plena crisis matrimonial, Blake se siente torturado por secretos enterrados durante años que ponen en peligro a su actual familia.

Cuando Blake se entera de que su padre ha muerto y le ha dejado la granja de los Lovell, Charlotte y ella deciden darse un descanso del bullicio de la ciudad y resintonizar en la zona central de Oregón. Sin embargo, la misma noche en la que llegan, se cruzan con una enfermiza criatura (ni hombre ni animal) que amenaza con romper la frágil relación que mantiene la pareja.

Según progresa la noche, Blake comienza a transformarse en algo irreconocible. Pero, a diferencia de las anteriores encarnaciones del hombre lobo, Whannell decidió que nosotros, como público, nos transformaríamos con él. «Comencé a pensar en ver al hombre lobo cambiando desde la perspectiva del monstruo», dice Whannell. «Gran parte de la historia del hombre lobo ha sido sobre esta maldición y sobre lo que la luna llena podía provocarte. Quería conseguir algo similar a lo que hizo David Cronenberg en La mosca. Profundizó en la esencia de una película anterior que podía considerarse bastante cómica. Lo mismo ocurrió con La cosa, de John Carpenter. Estas películas se toman en serio a los monstruos y no dejan resquicio alguno para guiños o referencias divertidas».

Leigh Whannell junto a los actores protagonistas en el set de Hombre Lobo. (c) Universal Pictures
Leigh Whannell junto a los actores protagonistas en el set de Hombre Lobo. (c) Universal Pictures

Permitiendo al público experimentar la transformación de Blake desde la perspectiva del propio Blake y la de su esposa y su hija, Whannell se dio cuenta de que la película podía situar a marido y mujer en dos espacios independientes, brindando en exclusiva al público el privilegio de ver simultáneamente ambos lados. «Una de las partes viviría en el mundo humano y la otra en el animal», dice Whannell. «En cuanto vi que la pareja ya no podía comunicarse, ese fue el punto de inflexión. Blake escucharía hablar a su mujer y literalmente no entendería lo que decía. Me encantó la idea de mezclar los diálogos de uno y otro de modo que no se pudieran entender».

Como siempre, el objetivo de Whannell es comprender las verdades emocionales que hay de base en los personajes que está creando y luego construir el horror que yace en los cimientos de esas verdades. El terror se convierte en algo real para el público porque, aunque no hayamos visto realmente un hombre invisible o un hombre lobo en nuestras vidas, reconocemos al hombre dentro del monstruo. «Haces la película cuando la escribes», dice Whannell. «Rodar es un arte interpretativo. Escuchaba mucha música mientras estaba escribiendo, hallando un modo de acceder emocionalmente a la historia. Me pregunté: “¿Qué me da escalofríos? ¿Qué me hace llorar?”. A través de esos sentimientos, descubres la película. Lo que a mí me gusta es deshacerme de cortinajes y capaz externas y descubrir lo que tienen de espeluznante esos personajes. Si lo haces bien en una película de terror, puedes ahondar en la psique de alguien».

Pero, para hacerlo bien, Whannell necesitaba un reparto que pudiera representar esa verdad emocional. Y dio con las personas adecuadas en Christopher Abbott, Julia Garner y Matilda Firth. «Se trata de una situación muy intensificada», dice Whannell. «Usamos maquillaje protésico. Muchos elementos podrían resultar ridículos si no los gestionáramos con cuidado. Cada vez que veía a Christopher, Julia y Matilda en las escenas, desplegaban muchísimo de sí mismos. Eso es precisamente lo que hay que hacer en estos momentos de humanidad. Hay que insuflar vida a esas palabras».

* Extracto de las Notas de Producción de Hombre Lobo, de Leigh Whannell.
Cartel de Hombre Lobo, de Leigh Whannell.
Cartel de Hombre Lobo, de Leigh Whannell.