En todas las culturas existen mitos y leyendas de figuras femeninas capaces de encandilar a los hombres y llevarlos a su perdición, convirtiéndolos en víctimas de su propia lujuria e incapacidad de resistirse al canto sexual. Para su tercer largometraje, el realizador británico Jonathan Glazer se basó en la novela Bajo la Piel (Under the Skin) de Michel Faber, adentrándose así en ese territorio mitológico desde una perspectiva postmoderna y donde, más que una femme fatale al uso, encontramos una reflexión sobre las políticas sexuales de la sociedad moderna y, en un caso de inversión de roles, una denuncia de los casos de depredadores sexuales que, desgraciadamente, vemos multiplicarse a través de los medios.

Under the Skin es una película que debió estrenarse en nuestro país en 2013, pero que, ironías de la distribución cinematográfica, su llegada a nuestras pantallas siete años tarde hace que sea hoy más apropiada y relevante que entonces.

Glazer lleva a cabo una película difícil, críptica, pedante incluso (que no pretenciosa). El cineasta simplifica al máximo el componente narrativo, eliminando cualquier elemento explicativo de lo que sucede y ofreciendo una consecución de escenas intrigantes y turbadoras, visualmente subyugantes, pero también cargadas de frialdad y extrañeza.

Siendo una película sobre la sexualidad, contando con una actriz voluptuosa como Scarlett Johansson, quien además se expone aquí físicamente como nunca antes, estamos lejos de encontrarnos ante una obra erótica. Esa extrañeza y ese distanciamiento hace que los componentes sexuales de la película, lejos de ser atractivos, resulten incómodos y hasta frígidos. Esta dificultad explica las dificultades de distribución de la cinta, pero al mismo tiempo son lo que hacen que resulte una película diferente, interesante y provocadora.