Podemos definir a Alex Garland como un escritor que hace cine. No es sólo que sus orígenes artísticos estén más en el campo de la escritura, sino que, en todos sus proyectos, el punto de partida es siempre un guion sólido sobre el que se construye todo el andamiaje cinematográfico, ya sea en aquellos títulos dirigidos por él, como los que han caído en manos ajenas.

Como otros escritores/ directores, hay que decir que, aunque guiones suyos han sido llevados al cine por cineastas como Danny Boyle o Mark Romanek, él mismo ha sido quien mejor ha sabido trasladar sus historias a la gran pantalla. Las suyas son historias tremendamente ambiciosas, aunque no necesariamente requieran de un gran presupuesto.

La primera superproducción del oscarizado estudio A24

Civil War es su película más cara hasta la fecha y viene de la mano de una productora independiente como A24. Si bien juega con las claves del género, el suyo no es un cine abiertamente comercial, entre otras cosas, porque se sustenta en conceptos complejos y que requieren una lectura profunda por parte del espectador, algo que, desgraciadamente, no suele venir acompañado de grandes recaudaciones de taquilla.

Civil War responde a todo esto. Si Men, su anterior película, era una alegoría bíblica acerca de las relaciones tóxicas de los hombres con las mujeres; este nuevo trabajo es una metáfora socio-política de la polaridad en la que han caído las relaciones humanas y el crecimiento de las ideologías más reaccionarias en Estados Unidos (aplicable, lamentablemente, a otras geografías).

Periodismo de guerra

Civil War es también un tributo (crudo y desalentador, pero tributo, al fin y al cabo) del trabajo del periodismo de guerra, especialmente el fotoperiodismo, representado en la cinta por dos personajes femeninos, que, al final, vienen a representar dos caras del mismo espectro.

Kirsten Dunst interpreta a Lee, una fotógrafa veterana desencantada con el ser humano ante la cantidad de violencia y crueldad de la que ha sido testigo su cámara durante años; por su parte, Cailee Spaeny (con otra espléndida interpretación a pocos meses de haber estrenado Priscilla) interpreta a Jessie, una joven e inexperta fotógrafa, que aún conserva una imagen romantizada de la profesión. Les acompañan Joel (Wagner Moura), periodista enérgico, pero emocionalmente roto y dependiente de diferentes tipos de estimulantes químicos, y Sammy (Stephen McKinley Henderson), el más veterano, el único con una visión clara de la situación, pero que, como Casandra, sus avisos caen en el vacío de la necesidad de los otros de recorrer su propio camino.

El nuevo filme del visionario cineasta Alex Garland conquista la taquilla de Estados Unidos recaudando más 25 millones de dólares. (c) DeAPlaneta
El nuevo filme del visionario cineasta Alex Garland conquista la taquilla de Estados Unidos recaudando más 25 millones de dólares. (c) DeAPlaneta

Alex Garland no se detiene a contextualizar su historia. No hay prolegómenos, no hay muchas explicaciones. No hacen falta. Todos somos capaces de comprender el conflicto sin mayores explicaciones y eso es de las cosas más dolorosas de esta película. Tampoco cae en el proselitismo ideológico. Aunque sí apreciamos una crítica a los sectores más reaccionarios de Estados Unidos (por ejemplo, el fabuloso episodio con Jesse Plemmons), Civil War logra difuminar las banderas políticas y lleva esa guerra civil a su propio corazón, el enfrentamiento de una nación consigo misma. Siendo ficción, es terriblemente plausible.

Garland no cae en ningún tipo de romanticismo, ni catastrofismo, pero sí pretende ser didáctico acerca de la naturaleza humana y la facilidad con la que se deja adueñar de sus facetas más oscuras. Tampoco cae en el sentimentalismo. Cada vez que hay un atisbo de subrayado de emotividad, por lo general de la mano del personaje de Spaeny, ahí está el personaje de Dunst para devolver la situación a la tierra. Incluso ahí, Garland evita posicionarse y todo el discurso pivota entre estas dos posturas, la sentimental y la desencantada, dejando claro que la supervivencia no está en ninguno de estos dos extremos.

Una distopía cercana

Como en sus películas anteriores, su puesta en escena es quirúrgica. Esa huida del sentimentalismo da una mirada dura a la realidad, peo sin regodearse en los aspectos más oscuros. Incluso en algunas escenas que podrían haber dado pie a un énfasis morboso, el drama en la película es escenificado como un disparo. Llega a bocajarro y no deja apenas espacio para la recreación. Enseguida la acción pasa a otra escena. Sí se permite Garland algún momento donde poesía y violencia se dan la mano en su contraste. La narrativa de la película da protagonismo a la imagen fotográfica, al instante encapsulado en el tiempo, y eso sirve de breve subrayado por parte del director; sin embargo, las fotos, aunque expresivas, son sucias, secas, desnudas.

Hay breves ocasiones en las que, para ese mismo efecto, Garland emplea breves ralentíes, que son las pocas excepciones que el cineasta da al énfasis. Son imágenes bellas en su desolación y su retrato de la brutalidad del ser humano.

Civil War es también una película, una reflexión, una advertencia necesaria. Garland usa el cine como parábola, a veces abiertamente bíblicas como en Men, pero por lo general recurriendo al componente genérico, ya sea la ciencia ficción o, como es el caso aquí, a las road movies. Con esta película nos presenta un recorrido por parte del territorio de Estados Unidos, remarcando los contrastes y las diferencias y previniendo de los riesgos de dejarnos seducir por el enfrentamiento y la discrepancia.

Alex Garland se retira de la dirección

Dice Alex Garland que Civil War va a ser su último trabajo como director, y eso, sin duda, es lo más negativo de esta película, porque si algo nos deja claro con este trabajo, es que necesitamos cineastas como él, capaces de retratar y advertir los riesgos a los que nos aproximamos como sociedad.

Civil War. DeAPlaneta
Civil War. DeAPlaneta