Esta claro que la palabra de moda en el cine es “multiverso”. Entre las versiones alternativas importadas desde el mundo del cómic a través de las adaptaciones de Marvel y DC, los viajes temporales y a realidades alternativas de series de fantasía y ciencia ficción como Star Trek y demás variantes que van apareciendo en el panorama cinematográfico y televisivo actual, la metafísica parece estar invadiendo nuestro ocio audiovisual. Todo a la Vez en Todas Partes es el nuevo trabajo de Dan Kwan y Daniel Scheinert, quienes ya habían firmado aquella marcianada titulada Swiss Army Man y confirman aquí su gusto por las historias delirantes, el humor gamberro y absurdo, y una puesta en escena hipertrofiada que a base de excesos y desproporciones pretende mantener al espectador encandilado con la película.

SALTO DE FE

En la cinta, una mujer china, inmigrante en Estados Unidos, deberá afrontar diferentes crisis familiares (un marido que se quiere divorciar, una hija que reclama más atención y afecto y un padre que nunca la ha valorado lo suficiente) con una crisis multiversal (un ser de una realidad alternativa dispuesto a invadir y dominar todo el multiverso). Viniendo de la mano de Kwan y Scheinert, esto, a priori ya de por sí enloquecido, se junta con un sentido de la comedia absurdo y surrealista. El propio sistema de salto multiversal, teniendo que llevar a cabo alguna acción extravagante para activarlo, o la representación caricaturesca de los personajes, convierten a la película en un salto de fe al espectador.

Eso sí, un salto de fe calculado y que se convierte en uno de los principales ases de la propuesta, solicitando al espectador que no se tome en serio nada de lo que está viendo y, por lo tanto, restando importancia a lo inverosímil e incongruente de la propuesta.

DECONSTRUYENDO A YEOH

Si bien cuenta con un reparto de campanillas (geniales Jamie Lee Curtis y Ke Huy Quan; desaprovechado, como casi siempre, James Hong), el peso de la cinta recae sobre los hombros fornidos y capaces de Michelle Yeoh. La actriz que vive una segunda juventud gracias a sus papeles en títulos como Crazy Ricj Asians, Star Trek. Discovery o Shang-Chi y la leyenda de los Diez Anillos, consigue aquí un vehículo de lucimiento que va más allá de sus habilidades dentro del género de acción y que busca sacar partido a su desbordante carisma. La actriz no sólo sabe autoparodiarse gracias a este papel, sino que además sirve de plataforma para múltiples guiños cinéfilos propios y ajenos (fantástica su revisión de la Maggie Cheung de Deseando Amar).

PLATOS CHINOS

Desgraciada y paradójicamente, a una propuesta tan arriesgada, original y sugerente como ésta, lo que le falla es una falta de riesgo final. Si bien hay situaciones en las que los directores hacen un salto sin red, su mirada queda en el mero entretenimiento desquiciado, donde las ideas más prometedoras son meras muletillas, un juego de malabares de platos chinos, para la acción y el humor, sin mayor desarrollo. Esa falta de ambición no convierte a Todo a la Vez en Todas Partes en una mala película, ni mucho menos. Cumple a la perfección su pretensión de ser un producto desfasado, divertido y dinámico. La puesta en escena es postmoderna y virtuosa, con juegos visuales continuos, a base de filigranas de montaje y efectos visuales. Sin embargo, tras tanto dislate, tras tanto barroquismo narrativo, tras tanta propuesta insólita, uno no puede evitar la sensación de bala de fogueo, de disparo al aire que pierde la oportunidad de generar un verdadero impacto.

COMPLICIDAD

Todo a la Vez en Todas Partes es una película de complicidades. Cómplices todos los artífices, que se prestan a este juego tan extravagante; cómplices los espectadores que entran en el juego y que se dejan llevar por una montaña rusa narrativa. Cómplices todos en un juego, que, al final, sólo pretende ser eso, un juego, un divertimento.

Todo a la vez en todas partes
Todo a la vez en todas partes