En 2026 se cumplirá el 50º aniversario del estreno de Carrie de Brian De Palma, y con esta efeméride se conmemora también medio siglo de adaptaciones de novelas y relatos de Stephen King a la gran pantalla. No sólo estamos hablando de unos de los escritores modernos más prolíficos, sino además uno de los más adaptados a otro medio, en este caso, el cine. Una de las últimas adaptaciones ha sido The Monkey, basada en un relato corto publicado dentro de la antología Skeleton Crew en 1985. A esta recopilación le debemos películas como La Niebla de Frank Darabont o el segmento La Balsa de Creepshow 2 de George A. Romero.

DEL PAPEL A LA PANTALLA

En El Mono, King nos narra la historia de un mono de cuerda con platillos, que cada vez que hace sonar estos instrumentos profetiza una muerte violenta. Narrada a dos tiempos, durante la infancia y la madurez del personaje principal, vemos cómo el juguete ha acompañado a su familia en la tragedia. Como es habitual en Stephen King, aquí el componente sobrenatural se introduce en una realidad cotidiana, parasitándose de las propias relaciones de los personajes en busca de víctimas. El valor siniestro del juguete es uno de los elementos determinantes de un objeto ominoso, del que sabemos que es el responsable de las muertes, pero que, al mismo tiempo, todo puede estar en la mente obsesiva del protagonista y ser un caso calamitoso de encadenado de casualidades funestas.

LA COMEDIA DEL TERROR

Si bien en el relato, King deja patente la conexión sobrenatural de las muertes y el objeto, para su adaptación al cine Osgood Perkins ha ido más allá, incrementando el absurdo y la truculencia de las muertes, llegando a extremos apocalípticos. Osgood Perkins destacó el año pasado gracias a Longlegs, un siniestro thriller policial que, en nuestra opinión, forma parte de lo más destacado del fantástico del 2024. Con The Monkey logra mantener un estilo propio, pero saliéndose por la tangente. Mientras Longlegs era un psychothriller de raíces muy profundas, heredero de El Silencio de los Corderos; The Monkey es una comedia negrísima, lisérgica y absurda. Ambas coinciden en retratar la naturaleza violenta y perturbadora de las relaciones familiares, pero, mientras una busca establecer una dramaturgia sólida a través de los personajes, en la otra se juega más a encadenar situaciones aberrantes e histriónicas, algunas más a modo postal que con un desarrollo dramático.

The Monkey, de Osgood Perkins.
The Monkey, de Osgood Perkins.

JUGUETE CÓMPLICE

Aunque argumentalmente la película recoge parte del relato original, no se trata de una adaptación fiel, sino bastante libre, despojándose de la obra de Stephen King en toda su segunda mitad. Si bien algunos cambios no dependen de los autores de la película (el mono cambia platillos por tambor porque Disney adquirió los derechos de esa versión de los Jolly Chill para Toy Story 3), tampoco respeta el tono del relato, en absoluto tan virulento como la película, ni la estructura en flashbacks del original, optando por una narración lineal. Con una escenificación de las muertes que recuerda a la franquicia Destino Final, por lo azaroso de los elementos que intervienen y lo gore del resultado, la película esconde diferentes huevos de pascua para el espectador cómplice. No sólo los guiños a Stephen King, con la introducción de un personaje llamado Annie Wilkes (Misery) entre otras cosas. Osgood Perkins hace autoparodia familiar, con varios guiños a Psicosis, protagonizada por su padre Anthony Perkins, y ya de paso, a otros títulos de Alfred Hitchcock como Vértigo.

MAQUINARIA PECULIAR

A lo largo de toda la película, Perkins da a su narración un tono onírico, que permite cierta flexibilidad en la propia narración, a medida que avanza cada vez más etérea y absurda, con personajes que van aceptando el devenir de los acontecimientos con una cotidianidad pasmosa. Este aurea de irrealidad, acompañado por el componente humorístico, hace que la realidad donde se desarrolla la trama se mueva por sus propios parámetros y el componente de extrañamiento que genera en el espectador forma parte del valor lúdico de la película. Hace falta, eso sí, un tipo de espectador que se preste a tan estrambótico juego. Uno de los perfiles demográficos de espectador tipo viene a ser el público juvenil, fascinado por la arquitectura de las muertes en la película.

REDOBLE DE TAMBOR

The Monkey es una película que no tiene las aspiraciones de trascendencia de Longlegs, sino que se presenta como un juguete lúdico, desenfadado y desproporcionado, cargado de histrionismo y de vitriolo, con la finalidad de que los espectadores disfruten del viaje y sus excesos. Es cierto que podemos alabar la puesta en escena de Perkins, la excelente fotografía de Nico Aguilar o la labor de montaje de Graham Fortin y Greg Ng. Los actores no pueden disimular estar disfrutando de lo caricaturesco de sus personajes, especialmente Theo James por partida doble y una estupenda Tatiana Maslany; hasta pequeños cameos como los de Adam Scott, Elijah Wood o el propio director caracterizado como el Tío Chip exudan complicidad. Sin embargo, al final, lo verdaderamente relevante y la conclusión con la que nos quedamos, es el ánimo disfrutón con el que salen los espectadores de la sala.

Elijah Wood en The Monkey, de Osgood Perkins.
Elijah Wood en The Monkey, de Osgood Perkins.