Presentada en 2004, la franquicia de videojuegos de Monster Hunter ha ido creciendo con desarrollo del propio juego y otros formatos como cómics, animes y juegos de cartas. Con su variedad de criaturas, el despliegue de armamento específico, con armas de gran tamaño para poder enfrentarte a los monstruos y con esa estructura de ARPG resultaba un universo muy goloso para el cine de fantasía.

Retrasado su estreno por culpa de la pandemia, resulta curioso que su estreno haya coincidido con el de Godzilla vs Kong, especialmente cuando esta adaptación viene producida por la todopoderosa Tōhō, madre de la antediluviana criatura radioactiva. Como suele ser habitual con el salto de los videojuegos al cine, el problema estaba sobre todo en cómo adaptar el lenguaje de una partida al formato cinematográfico. Pese al desarrollo de los efectos especiales y el carácter cada vez más y más cinematográfico de los productos para consolas, éste sigue siendo el caballo de batalla a la hora de llevar un juego al cine.

Aunque los resultados de sus películas no suelen convencer a la crítica e incluso pueden chocar con los fans de los juegos, lo cierto es que Paul W. S. Anderson es de los cineastas en Hollywood que más empeño ha puesto en acercar las películas al mundo de los videojuegos. Por supuesto, tenemos la franquicia de Resident Evil (de la que produjo y guionizó las seis entregas y dirigió cuatro), pero también con otros títulos como Mortal Kombat o Aliens contra Depredador, e incluso títulos que no son adaptaciones directas, pero que sí mantienen mucho la estética y las estructuras de estos juegos, como Death Race: La carrera de la muerte.

En este propósito una aliada fundamental ha sido su mujer en la vida real, Milla Jovovich, quien en gran parte a esta asociación ha pasado a convertirse en una de las mayores representantes femeninas del cine de acción de los últimos 25 años (fundamental aquí también sus trabajos previos con Luc Besson, El Quinto Elemento y Juana de Arco de Luc Besson). Con el paso de los años, la actriz ha mantenido una estricta disciplina de entrenamientos y aprendizaje de artes marciales para representar mejor en pantalla sus roles aguerridos.

Para la adaptación de Monster Hunter, Anderson se esforzó en mantener una gran fidelidad estética con el videojuego, ya fuera con el diseño de las criaturas, de las armas, del diseño de personajes (sí, la peluca de Ron Perlman es horrorosa, pero es que el personaje en el juego es así) y de las localizaciones. Ese entorno desértico al estilo Arrakis lo encontró el director en Sudáfrica y Namibia y es una de las grandes aportaciones a la película, ya que el espacio físico y no virtual trasporta de manera más empática al espectador a ese universo yermo.

Una historia original para la película Monster Hunter

Lejos de optar por adaptar directamente alguno de los juegos, Anderson ha creado una historia original, con personajes nuevos ideados expresamente para la película y que interactúan con algunos de los personajes del universo de las consolas. Así, mientras que Artemis y su pelotón representan el componente de sorpresa e incredulidad de alguien de nuestro mundo real que llega al mundo de fantasía donde se desarrolla la acción, la película juega también con el fan service mostrando algunos de los personajes clásicos, como la aparición de Felyne, cuya función en la película no va más allá del guiño al fan.

No puedo evaluar cómo funciona la película para los fans, pero para un espectador que llega a la cinta con conocimientos básicos de su referente y sin haber jugado a ninguna de las entregas en consolas, la cinta tiene a su favor un estupendo despliegue de diseño de criaturas, utensilios y vestuarios, un buen trabajo de efectos especiales. En este punto, resulta imposible no comparar con Godzilla vs. Kong al haberse estrenado simultáneamente y donde los dos titanes cuentan con un nivel de animación digital muy superior; sin embargo, esto no quita que los monstruos de la cinta de Anderson están muy bien recreados.

Los enfrentamientos entre armamento militar y criaturas fantásticas resultan espectaculares en pantalla, así como el resto de las secuencias de acción que involucran a los monstruos. Decepcionante nos resultó el cuerpo a cuerpo entre Jovovich y Tony Jaa, por las altas expectativas de ver frente a frente a dos iconos del cine de acción moderno y lo poco que el montaje y la puesta en escena nos deja disfrutar de las coreografías de lucha entre los dos.

Peor funcionan, sin embargo, las secuencias de compadreo entre los dos personajes, especialmente, ese supuestamente gracioso y entrañable diálogo de besugos que se entabla entre los dos al no hablar el mismo idioma. Tampoco es que el resto de los personajes secundarios (tanto los militares como los cazadores) aporten demasiado o resulten mínimamente interesantes. La participación de Ron Perlman, más allá de que su caracterización esté justificada por el origen del personaje, resulta altamente ridícula y de las peores aportaciones del actor a su filmografía (que ya es decir, ya que en la carrera del actor encontramos lo mejor y lo peor), a la altura de su colaboración con Uwe Boll en En el Nombre del Rey.

Veredicto

El resultado final es una película entretenida, pero que al mismo tiempo podemos considerar también una oportunidad perdida. Pese a sus aciertos, queda lejos de cuajar como producto cinematográfico y funciona más como una curiosidad, sin mayor ambición.