Comenta el director Bryce McGuire que la idea del cortometraje en el que se basa La Piscina se le ocurrió a raíz del impacto que le provocó de niño la película Tiburón. La sensación de vacío que provocaba el agua de la piscina familiar cuando se apagaba la luz interior despertaba terrores en él de que algo iba a surgir de las profundidades y se lo iba a comer. Que Night Swim, el cortometraje de 2014, tuviera como protagonista a una bañista (interpretada por Megalyn Echikunwoke) haciendo largos en la piscina de su casa era un guiño a Susan Backlinie, la bañista original de Spielberg.
MIS TERRORES PREFERIDOS
Este guiño a Tiburón no es baladí. En su salto al largometraje, McGuire regresa a la película de 1975 y recoge también múltiples guiños y referencias, visuales o argumentales, a ésta y otras películas de terror clásicas, tengan que ver con el agua o no, como It, Poltergeist o La Mujer y el Monstruo. La Piscina no busca ser una película de terror innovadora u original. Más allá del hecho de que cambiamos casa encantada por piscina encantada (que tampoco es que sea el culmen de la originalidad), la película está construida de una forma muy clásica, desde guion hasta la puesta en escena. McGuire es un cineasta elegante, con una planificación cristalina, sin abusar de los golpes de efecto y con un correcto uso de la atmósfera y la tensión.
Desde el guion, el trabajo con los personajes es efectivo, proporcionando a cada miembro de la familia Waller una cierta entidad, que posteriormente va a tener su correlación con su contacto con la piscina. El trabajo de los actores también es ajustado, especialmente por parte de Wyatt Russell y Kerry Condon. Aunque simplistas, los personajes se presentan bien construidos y con los ingredientes justos que requiere la película.
SUSTO O TRATO
La factura, por lo tanto, no es un problema en la película. Todo está presentado con exquisita corrección; sin embargo, la película es incapaz de elevarse más allá de ahí. Todo en la historia resulta previsible. El espectador ve venir cada situación y su resolución y, aunque hay un par de momentos inquietantes (el juego de Marco Polo, spoileado en el tráiler), la cinta no consigue resultar aterradora, lo que, sin duda, es un grave problema cuando hablamos de cine de terror.
Se agradece que la trama intente apartarse de la temática fantasmal, aunque la justificación de lo fantástico resulte lo más endeble de la propuesta y su área de influencia resulte argumentalmente un tanto errática. Eso lo podemos apreciar en la obligatoria y rutinaria secuencia explicativa con la señora Summers (Jodi Long), probablemente uno de los momentos gratuitos y peor conseguidos de la película. En ese sentido, nos gustaba más la resolución del corto, que en tan sólo tres minutos cuenta lo que tiene que contar y no se detiene a dejar una explicación masticada al espectador.
DAR PIE
La Piscina es, por lo tanto, una película de correcta ejecución, pero escaso calado. Por usar una metáfora cercana, la cinta en ningún momento se atreve a adentrarse en lo profundo y en todo momento se queda allí donde da pie y se siente segura, aunque eso reste diversión al chapuzón.