Pixar no estrenaba una película en salas desde Onward. Aquello fue previo al arranque de la pandemia, una catástrofe que, entre grandes desastres, nos impidió ver en salas Soul, Luca y Red. El regreso de Pixar a la gran pantalla debía venir, por lo tanto, de manos de un título que diera cierta seguridad de éxito. El escogido ha sido Lightyear, spin-off de uno de los personajes más carismáticos del catálogo Pixar, pero no en su formato juguete, sino como Guardián Espacial.

No se trata de una idea novedosa, ya en el 2000 hubo una serie de televisión titulada en España Guardianes del Espacio, que seguía las aventuras del personaje como parte del Comando Estelar. Ya en aquella serie se desarrollaban una serie elementos presentados, sobre todo, en Toy Story 2, como el archienemigo Zorg o el tono de aventura espacial clásica en la línea de Star Trek. La justificación de Lightyear dentro del universo Toy Story, aunque anecdótica, sí resulta curiosa. El plantear que Buzz (juguete) es, en realidad, merchandising de una película, por lo que con el visionado de “Lightyear” verdaderamente estamos siendo testigos de una precuela a la cinta de 1995.

HASTA EL INFINITO

Lightyear no entra en la complejidad de otros títulos de Pixar, como Del Revés, Coco, Soul o la propia Toy Story 3. A nivel argumental pretende ser simplemente (y nada menos) que un homenaje a la fantasía de aventuras y a la space opera clásica, con algún ingrediente un poco más hard como la relatividad del tiempo y las paradojas temporales como telón de fondo. Es por esto que, acostumbrado a las últimas producciones del estudio, ésta pueda parecer más simple e inocente, pero, precisamente, ese es el aliciente con el que se busca enganchar al público adulto.

Si una de las señas de identidad de Pixar ha sido ofrecer películas con diferentes niveles de lectura, capaz de funcionar con el público infantil y con el adulto, Lightyear lo que hace es apelar, no a la mayor madurez de la audiencia adulta, sino a su bagaje cultural, con guiños y un tono narrativo que nos retrotrae a la ficción de los años 60 y 70, pero con la tecnología y el ritmo narrativo del siglo XXI.

En la película encontramos naves espaciales, plantas agresivas, insectoides, robots, pistolas de rayos láser y sonido en el espacio. Todo abordado con respeto, usando el humor, pero sin reírse del modelo que está reproduciendo. Aunque el personaje de Buzz pueda resultar caricaturesco (al fin y al cabo debe mantener las constantes de la versión en juguete que ya conocemos), la película no busca ser una parodia, sino funcionar narrativamente como una aventura de ciencia ficción.

PUENTE DE MANDO

A los mandos de la nave tenemos a Angus MacLane, hombre de confianza de la compañía, veterano del equipo de animación y director de varios cortos del estudio, incluyendo dos relacionados con Toy Story y con Buzz en concreto; sin embargo, si miramos en los créditos vemos que cuenta con la supervisión de Pete Docter y Andrew Stanton, después de Lasseter, dos de los principales responsables del auge de Pixar con títulos como Bichos, Monstruos S.A., Buscando a Nemo o Wall-E, entre otras. En este sentido, la película mantiene las bases del cine del estudio, desde la excelencia técnica a la transmisión de una serie de valores basados en la permanencia a la familia y a la sociedad.

Aunque el núcleo grueso de la película está centrado en la aventura, una vez más Pixar aprovecha la trama para hablar del sentimiento de comunidad y los valores familiares.

Mientras Buzz representa al héroe individualista que busca solventar los problemas él sólo sin depender de los demás, a su alrededor crece el sentimiento de fraternidad, representado sobre todo por la comandante Alisha Hawthorne y su familia. Al igual que en otras películas de Pixar, aquí el protagonista es un personaje que se ha desprendido de la comunidad y debe encontrar su camino de vuelta.

LARGA Y PRÓSPERA VIDA

Como homenaje a la ciencia ficción clásica, la animación de la película tiene el reto de poder mantener el tono retro, sin resultar anacrónica o anticuada. El planeta donde se desarrolla la trama está diseñado como si fuera algunos de aquellos lugares visitados por la nave Enterprise en su misión de cinco años de exploración, mientras que el diseño de las naves señala más al universo galáctico de George Lucas o a las películas de Steven Spielberg (¿No recuerda El rábano a la nave de E.T.?).

Tampoco queda muy lejos el mundo de los videojuegos, especialmente cuando entramos al diseño de Zorg y su ejército de droides. La propia puesta en escena de las secuencias de acción bebe mucho de la narrativa de las producciones para consolas.

Además, que la música corra a cargo de Michael Giacchino, compositor de las tres últimas entregas de Star Trek y Rogue One: Una Historia de Star Wars”, suma en favor de ese componente referencial.

MÁS ALLÁ

El 22 de noviembre del 1968 el episodio Los Hijastros de Platón de Star Trek mostró el primer beso interracial de la historia de la televisión en Estados Unidos. Gene Roddenberry al crear la serie tuvo claro que la ciencia ficción era el terreno perfecto para poder romper barreras en una época en la que la censura coartaba todo tipo de contenidos. Cincuenta y cuatro años después, Lightyear se ha convertido en la primera cinta Disney en mostrar un (casto y fugaz) beso lésbico, así como una familia formada por una pareja de mujeres. Que para la finalidad de la trama se podría haber usado una familia heterosexual y el resultado hubiese sido el mismo, sí; sin embargo, tras 85 años de películas Disney con Princesas y Príncipes Azules, después de ver todo tipo de besos en pantalla, entre ciervos (Bambi), perros (La Dama y El Vagabundo), gatos (Los Aristogatos), zorros (Robin Hood), leones (El Rey León), y ya con ejemplos de besos interraciales (Pocahontas), que Pixar haya optado por representar otro modelo de familia nos parece perfectamente válido. Si alguien quiere escandalizarse por carga sexual en una película infantil, una revisión de El Jorobado de Notre Dame no estaría de más.

QUE LA FUERZA NOS ACOMPAÑE

Lightyear no es la mejor película de Pixar. Es más, particularmente, los tres títulos anteriores estrenados directamente en la plataforma, nos parece muchos más interesantes. Eso no quita que estemos ante una cinta de exquisita factura, una trama bien elaborada, un buen equilibrio entre humor y acción y que ofrece tanto al espectador adulto como al infantil un entretenimiento fantástico con el que poder inaugurar la temporada estival.