«Anoche en la ceremonia de entrega del premio, mencioné la canción ‘I never want to leave this world without saying I love you’. Yo solía ser un artista que nunca quiere dejar este mundo sin decirles que les jodan. Ahora soy un artista que nunca quiere dejar este mundo sin decirles que les quiero».
Paul Schrader.
Master Class de 4 de septiembre 2022
Festival de Cine de Venecia, Biennale 2022

La presencia del guionista y realizador Paul Schrader en la 79 Edición del Festival de Cine de Venecia tenía cierto regusto nostálgico a despedida del cine. El guionista de Taxi Driver (EEUU, 1976) y Toro Salvaje (Raging Bull, EEUU, 1980) y director de American Gigoló (EEUU, 1980), El Beso de la Pantera (Cat People, EEUU, 1982), Mishima (Mishima: a Life in four Chapters, EEUU, 1985), o Posibilidad de Escape (Light Sleeper, EEUU, 1992), entre otros films, presentó su más reciente propuesta: The Master Gardener.

El cineasta posee una carrera nutrida y compleja, provista de muchísima referencia literaria y cinéfila, que le llevó a escribir textos para otros realizadores, donde claramente destaca Martin Scorsese, pero también para Brian de Palma, John Flynn, Peter Weir o Harold Becker, algunos de los cuales escribió en combinación con su ya consagrada carrera como realizador.

Paul Schrader presenta The Master Gardener en Venecia 2022.
Paul Schrader presenta The Master Gardener en Venecia 2022.

El director de Aflicción (Affiction, EEUU, 1997), compareció la noche del 3 de septiembre en la Sala Grandi, junto a Sigourney Weaver y Joel Edgerton, que lo escoltaron hacia un acto muy especial. Esa noche del 3 de septiembre tocaba la pasarela. Tras las fotos de rigor y el contacto más inmediato con los fans, y el acceso a la sala, a través de la alfombra roja, una gala tuvo lugar. Una entrega y recepción de premio, merecido, sin duda. Nada menos que el Leone D’Oro alla Carrera, un premio que reconoce toda una vida tras las cámaras, una vida dedicada en cuerpo y alma al cine. Sus méritos, su personalidad, su cultura, los guiones para otros cineastas, etc. todo cuenta en el largo y doloroso proceso de la creación pasado por el calvinista, oriundo de Gran Rapids, Michigan.

Paul Schrader recoge el León de Oro honorífico en Venecia.
Paul Schrader recoge el León de Oro honorífico en Venecia.

Se trata de una trayectoria profesional que se prolonga sobre los 50 años en el tiempo. Martin Scorsese desde la distancia, a través de un video mensaje que fue proyectado, reconoció el enorme respeto que le tiene a su amigo Paul a medida que ha ido creciendo como cineasta, alabando cómo ha ido haciendo siempre, en condiciones presupuestarias muy pequeñas, el cine que él ha deseado levantar y componer. Schrader agradeció a Robert Bresson, a la ensayista de cine Pauline Kael, y “obviamente a Marty” (Martin Scorsese), entre otras personas, como aquéllas que le han ayudado en mayor medida a crecer como cineasta y a desarrollar su particular sensibilidad.

A primera hora de la tarde del día 3, había tenido lugar la rueda de prensa donde el realizador ya había dejado claro que The Master Gardener podía ser su última película, pues le costaba mucho respirar. Mucha energía es necesario desplegar en una filmación. Pongamos en cuarentena esa afirmación, pues una esperanza se abre en el horizonte en forma de entrada en la, en ocasiones poco fiable, web-archivo IMDB. En ella se dice que el cineasta prepara una nueva versión del excelente western dirigido por el especialista Budd Boetticher, Seven Men From Now (EEUU, 1956), de título Nine Men From Now, donde el actor Nicolas Cage parece estar en negociaciones para participar en el proyecto, siempre según la mencionada página web. Veremos.

Robert Bresson

El director de El Placer de los Extraños (The Confort of Strangers, EEUU, 1990), comenzó a encausar su nueva pasión (pasó 18 años sin ver una sola película debido a su férrea educación religiosa), cuando se trasladó a Los Ángeles, y comenzó a ejercer como crítico de cine con su grado en la UCLA en el bolsillo. En 1969 pudo ver Le Pickpocket (Francia, 1959), de Robert Bresson, un trabajo minimalista, de extrema contención formal, con actores no profesionales, acerca de un carterista de París que escribe un diario, que se enfrenta día a día a los bajos fondos y conoce una joven por la que siente afecto. El cineasta define ese momento como “…Los 75 minutos que cambiaron mi vida para siempre”. El filme y el cineasta francés reverberan una y otra vez en la mente y en las imágenes creadas por Schrader a lo largo de su vida.

El momento final de Le Pickpocket ha sido filmado ya tres veces por el cineasta de Michigan. Véase los finales de: American Gigoló, Posibilidad de Escape y El Contador de Cartas (The Card Counter, EEUU, 2021). El filme de 1959 llevó al futuro cineasta a la búsqueda de lo que él denominó en el libro que publicó en 1972, El estilo trascendental del cine, representado principalmente por tres cineastas: el japonés Yasuhiro Ozu, el danés Carl Theodore Dreyer, y, por supuesto, su adorado Robert Bresson. La influencia de Robert Bresson, por otra parte, además de los términos expuestos, puede apreciarse en su filme con Ethan Hawke, El Reverendo (First Reformed, EEUU, 2017) que viene a ser una especie de puesta al día de El Diario de un cura rural (Journal d’un curé de champagne, Francia, 1951), del susodicho realizador galo.

Pauline Kael fue, como decíamos, mentora en el período de crítica de cine del inminente cineasta. En una ocasión, Kael le ofreció, un día antes de Navidad, la posibilidad de ir a Seattle donde al parecer estaban faltos de voces que hablasen y escribiesen sobre la séptima de las artes y había un mercado enorme, toda una audiencia, que estaría receptivo para ello. Decir sí implicaba trasladarse desde Los Ángeles, California, a Seattle, Oregón. El futuro escritor le pidió una semana para pensarlo. Ella le pidió una respuesta inmediata. “Pauline si tú me pides ahora mismo una respuesta, mi respuesta es no”. “Aquí se quedó tu carrera como crítico de cine. Supongo que vas a ser guionista” se decía Paul mientras abandonaba la reunión con la gurú de la reseña cinematográfica.

En 1974 ya debutaba como guionista. El filme era Yakuza (EEUU, 1974), dirigido por Sidney Pollack. El libreto fue escrito a cuatro manos con su hermano Leonard y revisado por Robert Towne. Se habla mucho de los directores del llamado Nuevo Hollywood y de esa generación irrepetible de directores que surgió avanzados los 60, pero eclosionaron en los 70. A los críticos, historiadores y cinéfilos se les suele llenar la boca, valga la expresión, hablando de Coppola, Lucas, Scorsese, De Palma, Spielberg… Pero se habla poco de aquellos guionistas que también tendrían una gran carrera como directores, pero que debutaron y pasaron unos cuantos años escribiendo o reforzando guiones para otros que se llevaron la gloria más inmediata. Sin ellos, los sólidos pilares de muchos de los filmes de aquellos años que adoramos, serían otros.

Schrader, junto a John Milius y a Walter Hill son algunos de los ejemplos más palpables de esta tendencia un tanto soterrada pero imprescindible. Hill también acudió, casualmente o no, a la Biennale de Venezia 2022. También recibió su merecido premio por toda una carrera. También se vino con su más reciente filme, Dead For a Dollar (EEUU-Canadá, 2022) bajo el brazo. Muchas películas de los 70 que hoy adoramos, no habrían sido los grandes e inspiradores filmes que constituyen en la actualidad, sin estos maravillosos guionistas. Basten tres ejemplos: La ya mencionada Taxi Driver, de Martin Scorsese escrita, insistimos, por Schrader), Apocalypse Now (EEUU, 1979), de Francis Ford Coppola (libreto de John Milius) y La Huida (The Getaway, EEUU, 1972), de Sam Peckinpah (guion de Walter Hill).

Paul Schrader en el Festival de Venecia 2022.
Paul Schrader en el Festival de Venecia 2022.

Master class en Venecia

El director de Adam Resucitado (Adam Resurrected, EEUU, 2008), otorgó, a los pocos privilegiados que asistimos, una magistral Master Class que tuvo lugar el 4 de septiembre a las 15 horas en la Sala de prensa en la planta tercera del Palazzio di Casino. Tuve el enorme privilegio de sentarme justo delante, y a su derecha, es decir, a unos pocos metros de distancia del guionista y realizador durante toda una hora que rápidamente se podía calificar de fascinante.

Tuve el enorme placer de sentarme con mi amigo Ramón González Trujillo, codirector del Aula de Cine de la ULL y del Isla Calavera, Festival de Cine Fantástico de Canarias Ciudad de La Laguna. Con ciertas dificultades respiratorias, el artista estadounidense habló lúcido, generoso, como una metralleta verbal. Habló y mucho sobre su cine, el cine de su tiempo y acerca del estado del cine actual. Fue combativo con la situación contemporánea, y en particular con la relación del público actual con el cine: “No creo que el problema sea ausencia de buenos films, que también, sino ausencia de una buena audiencia. No tendremos muy buenas audiencias nunca más. Y cuando el público no acude a ver las películas importantes, es muy complicado hacer películas importantes. Y el público ya no piensa que las películas son importantes.”

Schrader explicó con gran precisión y satisfacción, su específico proceso creativo. Siempre empieza con el personaje principal. Su profesión, su personalidad, su soledad buscada, no perceptible por el resto de la sociedad como tal. El artista comienza a hacerse preguntas sobre él ¿qué haría si le ocurriese esto o lo otro? ¿qué le gustaría que pasase respecto a tal cuestión? y cuando tiene todas las dudas resueltas sobre la personalidad, entonces comienza la escritura del libreto.

Y llegó el consejo para los aspirantes a guionistas: “Como guionista las buenas ideas suelen venir bastante rápido. Las malas ideas pueden matarte. Una de las reglas que tengo como guionista es pasar tanto tiempo como pueda sin escribir. Solo si la idea viene una y otra vez y se te esboza una y otra vez, sin escribir una sola palabra en formato de guion, algo comenzará a suceder. Será una de dos cosas, y ambas son cosas muy buenas. La idea morirá y ese es tu día de suerte, te acabas de ahorrar seis meses de escribir un guion que nadie quiere hacer. Y no hay nada más debilitante que escribir un guion tras otro que la gente no quiere. Bueno, podría pasar lo contrario: el propio guion te diga: ‘calla la jodida boca y ponte a trabajar. Estoy harto de que me digas entre cervezas y café quiero convertirme en un guion ahora mismo’. Cuando eso suceda, irá rápido porque ha estado ahí sentado en tu cabeza, esperando, esperando…”.

El Maestro Jardinero

El encuentro entre quien escribe estas líneas y El Maestro Jardinero se produjo en la Sala Palabiennale a las 10.45 horas de la mañana del 4 de septiembre, después de la odisea de recorrido desde el continente, desde la región de Mestre, hasta la Isla de Lido: taxi, vaporetto y autobús, en una combinación de más de una hora. La recompensa sin duda esperaba paciente, aunque empezaba. Me senté en mi butaca cuando rezaba el rótulo “Screenplay by Paul Schrader”.

El visionado de su última película y una profunda reflexión sobre su carrera más personal, nos lleva a la conclusión de que suele haber un personaje, masculino, sobre el que pivota el filme, definido en el título elegido. Así, los títulos Taxi Driver, American Gigoló, Light Sleeper, The Walker (EEUU, 2007), The Card Counter, The Master Gardener… dejan perfectamente claro que cada película reposa en torno a un personaje concreto.

Todos ellos, de alguna manera, primos hermanos. Unos, evolución natural de otros, siempre caminando entre parámetros similares. Dos trilogías sobre personajes unidos por la soledad. Personajes que vienen de un pasado violento, y que, en un momento de su presente, tratan de pasar por la vida sobreviviendo, pero se ven abocados a tener que redimirse a través de la violencia, para sí mismos, o para ayudar a alguien cercano. De este modo, siempre hay una mayor o menor explosión de agresividad en torno al personaje central, pero no cualquier tipo de acción-reacción, sino una explosión que genera una onda expansiva redentora, de regreso al orden natural de las cosas. Sus héroes o antihéroes suelen ser bastante estoicos, metódicos en la profesión elegida.

Cuando se ven inmersos en la explosión de violencia no titubean y la llevan a cabo con la misma precisión y decisión con la que desempeñan su trabajo o reflexionan sobre su vida o sobre la sociedad en la que viven. Da igual que sea taxista, gigoló, traficante de drogas, modelo de compañía, jugador de cartas o jardinero. La evolución de un personaje similar a lo largo de los años, desde la ira de la juventud hasta el reposo de la mediana edad, unida al trabajo de documentación del guionista en cada film sobre cada profesión, convierte su filmografía en una muestra única para percibir la evolución y proceso de madurez como artista, en una carrera plena en coherencia. Lo va convirtiendo en alguien más reflexivo y sabio.

Para Schrader, su trilogía dorada viene dada por las mencionadas Taxi Driver, American Gigoló y Light Sleeper. Sin embargo, The Master Gardener cierra otra no menos interesante trilogía compuesta en los otros dos vértices, por las mencionadas The Walker y El Contador de Cartas.

Joel Edgerton en The Master Gardener, de Paul Schrader.
Joel Edgerton en The Master Gardener, de Paul Schrader.

Joel Edgerton es el maestro jardinero

No cabe la menor duda de que este Maestro Jardinero, interpretado en modo estoico y pausado por Joel Edgerton, es, como ya apuntamos, un primo lejano de Travis Birkle, aquel taxista atrapado en su “ataúd amarillo de metal”, conduciendo por un maloliente Nueva York, con la esperanza de que una lluvia justiciera, cuan diluvio universal, acabase con toda la miseria humana que asola la ciudad. Narvel Roth, por el contrario, lleva otro proceso diferente, más pausado, pero con conclusiones similares. Roth es un hombre paciente, sobrio, reposado, meticuloso, que no da puntada sin hilo. Casi podríamos decir que pertenece a otros tiempos, del mismo modo que la sobria y clásica puesta en escena del realizador. Narvel perteneció a las fuerzas especiales y tiene el cuerpo tatuado con mensajes reaccionarios, racistas y supremacistas, que pertenecen a otro momento violento de su vida: guerra, muerte, violencia exacerbada fueron los condicionantes de su vida. Es un hombre que ha llevado la muerte y el odio consigo.

Ahora vive plácidamente entregado a la creatividad y meticulosidad de cuidar los jardines y setos de una gran mansión, propiedad de la acaudalada Norma Haverhill (extraordinaria Sigourney Weaver). Norma le hace un encargo a Roth. La hermana de aquella, fallecida, tuvo una hija, lo que convierte a la señora de la casa en una suerte de abuela.

Su relación con Maya (Quintessa Swindell), su nieta, no es buena. Va a venir a la mansión y le pide a Narvel que sea el mentor de la joven, que la enseñe a trabajar los jardines y las plantas. Enseguida se establece un cierto afecto entre Narvel y Maya, pese a la diferencia de edad y racial. Maya es consumidora de drogas, en vías de desengancharse, y tiene ciertos problemas con algunos proveedores y proxenetas, que no aceptan la marcha de la joven. El Jardinero se tendrá que recolocar en “modo exterminador” y convertirse en esa “lluvia redentora” que persigue al atormentado cineasta desde 1976.

El filme es magnífico, de principio a fin. Brillante en el trabajo de recopilación de la información necesaria para construir la profesión del jardinero, pero también para diseñar su personalidad, y su pasado, que marca su presente y futuro, definidos por su estrategia y acciones. El diseño de su pasado establece de manera natural su proceso de toma de decisiones, especialmente a partir de un momento determinado del filme.

Sigourney Weaver, por su parte, se enfrenta al papel con la absoluta entrega de quien adora el guion y profesa fe ciega en el cartógrafo y en su hoja de ruta. La esbelta actriz, en un personaje no demasiado lejano a la señora Havisham de Grandes Esperanzas, la novela de Charles Dickens, afronta desde la antipatía a un ingrato personaje. Debido a los afectos desarrollados por ella misma hacia Narvel, no acepta la relación de éste con la joven Maya.

La recolocación de las vidas de los personajes, el estallido de violencia, previa advertencia, son servidos por Schrader con claridad expositiva, sin artificios ni subrayados y con sabiduría narrativa en la duración precisa. Su cine, de otro tiempo, es muy bien recibido en nuestro tiempo.

Las salas Grandi y Palabiennale estaban llenas hasta los topes. La veterana actriz en la gala de entrega del León de Oro la noche del 3 de septiembre dijo que “Fue un rodaje espartano: 20 días, sin volantes, sin tiempo extra, mínimo set, mínima luz. En otras palabras, ninguna red. Y esa es la elección de Paul”. Weaver añadió que Paul ha sido “un faro en el cine americano de los últimos cincuenta años”, encantada de haber trabajado con el cineasta.

The Master Gardener, de Paul Schrader
The Master Gardener, de Paul Schrader