“En resolución, él se enfrascó tanto en su lectura, que se le pasaban las noches leyendo de claro en claro, y los días de turbio en turbio, y así, del poco dormir y del mucho leer, se le secó el cerebro, de manera que vino a perder el juicio. Llenósele la fantasía de todo aquello que leía en los libros, así de encantamientos, como de pendencias, batallas, desafíos, heridas, requiebros, amores, tormentas y disparates imposibles, y asentósele de tal modo en la imaginación que era verdad toda aquella máquina de aquellas soñadas invenciones que leía, que para él no había otra historia más cierta en el mundo.” (Don Quijote de La Mancha. Parte I Capítulo 1).

DE YELMOS Y MOLINOS

El destino ha querido que la filmografía de George Miller no sea especialmente pródiga, pero cada película suya es un acontecimiento. Incluso cuando se sumergía en títulos aparentemente comerciales y dirigidos a un público infantil como Babe. Un Cerdito en la Ciudad (que de infantil sólo tenía el ser la secuela de una película de ese perfil, también producida por él) o las dos entregas de Happy Feet. Su incursión en el blockbuster Hollywoodiense, aunque traumática para el cineasta fue también prueba de una impronta propia (Las Brujas de Eastwick). Miller, sin embargo, es y será siempre recordado como el creador de la saga de Mad Max, todo un revulsivo del cine de acción. Pese a todo esto, en nuestra opinión, su mayor logro sigue siendo El Aceite de la Vida, un título lamentablemente olvidado, pero que sublima como pocos el género del melodrama.

CUENTO DE CUENTOS

En lo que esperamos a su spin of de Mad Max. Furia en la Carretera, Furiosa, Miller ha tenido tiempo de llevar a cabo un proyecto pequeño, intimista, pero que, en sus manos, es también de una fantasía y una imaginería desbordante. Basada en el relato de A.S. Byatt The Djinn in the Nightingale’s Eye, publicado en 1994, Tres mil Años Esperándote nos propone una fabulosa (por espléndida, pero también por fabuladora) narración de corte metafictivo, una reflexión en torno a la materia de la que se hacen los cuentos, donde podemos apreciar múltiples capas de significado, no sólo por la historia en sí, sino también por la puesta en escena del cineasta, repleta de vasos comunicantes entre los diferentes relatos que la componen y que bien valdría para un estudio detallado y analítico que nos permitiera aprehender la verdadera complejidad de la película. Nosotros nos quedaremos en un par de capas para las intenciones de esta crítica.

DeAPlaneta estrenará Tres mil años esperándote el 2 de septiembre exclusivamente en cines.
DeAPlaneta estrenará Tres mil años esperándote el 2 de septiembre exclusivamente en cines.

MITO VS CIENCIA

El escritor británico de ciencia ficción Arthur C. Clarke escribió “cualquier tecnología suficientemente avanzada es indistinguible de la magia”. La naturaleza de los cuentos pertenece a una etapa previa a la ciencia, donde, como el mito, se empleaba la fantasía, la fabulación como herramienta didáctica con la que transmitir conocimiento, valores, ideales.

En Tres mil Años Esperándote Tilda Swinton interpreta a Alithea Binnie, una filóloga, estudiosa de esas narraciones primordiales y cuyo trabajo consiste en explicar a través de la ciencia, el valor mágico de los cuentos. Precisamente, ese nombre no es casual. Procedente del griego, el término “Alétheia” hace referencia al concepto filosófico que se refiere a la sinceridad de los hechos y la realidad. Pese a trabajar con obras de fantasía, la protagonista tiene una mente analítica y científica, que busca la verdad tras la ilusión. La película de Miller parte de un punto en el que existe una fractura entre esos dos conceptos.

La interacción de Alithea y su genio o Djinn (Idris Elba) marca un itinerario de reconciliación entre ambos, hasta descubrirnos, con un discurso que nos traslada incluso hasta la teoría cuántica, lo íntimamente vinculados que están ambos conceptos. Eso se extrapola a la propia relación entre la científica y el Djinn, dos vidas solitarias por su propia naturaleza y que encontraran el sentido último de su existencia en su unión.

LIBROS DE CABALLERÍAS

¿Qué es realidad y qué es ficción en la película? Como hemos visto, la Verdad es uno de los conceptos debatidos en la cinta. El Djinn cuenta una serie de relatos de corte orientalista, que nos retrotraen a Las Mil y Una Noches, según su narrador, verídicos y experimentados por él mismo y que servirán de puente para romper el muro empirista de la protagonista y conectar con su sepultada capacidad emocional. No son relatos que puedan parecer ajenos a la propia protagonista.

Como especialista en este tipo de narración, Elithea ha leído y desgranado miles de ellos, hasta extraer su propia fórmula narratológica. Antes de la aparición del Djinn, ella misma tiene una serie de visiones/alucinaciones que apuntan también a ese sustrato mítico de la literatura. ¿Y si, como a Alonso Quijano, a la protagonista se le secó el cerebro de tanto leer cuentos orientalistas? ¿Y si la cinta nos presenta no la Verdad, sino una hermosa ilusión? Miller despliega en la película tal cantidad de capas de lectura, que lejos de descartar esta posibilidad, nos parece una lectura de lo más probable. ¿O acaso, en ese afán científico y empirista, intentamos buscar también una justificación psicológica al componente fabuloso de la historia?

LA MAGIA DEL DJINN

Lo que sí tenemos claro es que existe un Djinn en la película, y nos es el personaje que interpreta Idris Elba, sino el propio George Miller. El cineasta, que ya con sus películas de Mad Max, y otros de sus trabajos había demostrado estar más interesado en el mito que en lo empírico (incluso El Aceite de la Vida, dentro de su búsqueda científica, tiene estructura de cuento). Aquí, el cineasta emplea una puesta en escena cargada de barroquismo; empleando el CGI para construir un mundo de fábula que nos traslada a un imaginario ya anacrónico, más propia de las producciones de los Hermanos Korda, que de una ficción del siglo XXI. Miller vuelve a demostrar que es un narrador fuera de serie, con un sentido de la imagen extraordinario y una capacidad para poner la cámara en el sitio justo. No hay fallas de planificación, el juego con el montaje es de un virtuosismo maravilloso y la belleza de la imagen es tan mítica como le propio arte de los cuentos.

LA LÁMPARA MARAVILLOSA

Miller parte de un relato y, a priori, puede parecer que esta historia se queda en un título menor de su autor. Es cierto que, pese a todas sus maravillas, la película no está entre las grandes obras maestras del cineasta, pero no por falta de méritos de ésta, sino por la desbordante abundancia de aquellos.

Tres mil Años Esperándote es una rara avis en nuestra cartelera (lo es hoy y lo hubiese sido también en el pasado), probablemente le va a costar conectar con una audiencia amplia que le dé el respaldo económico en taquilla que necesita para corresponder a su presupuesto, pero, en nuestra opinión, responde a la verdadera naturaleza del arte y del cine.

Tres mil años esperándote, de George Miller.
Tres mil años esperándote, de George Miller.