Cuando, en 1978, John Carpenter le dio el pistoletazo de salida definitivo al slasher, lo hizo con una película, La Noche de Halloween, que apostaba por una narrativa clara, fluida, que apostaba más por la creación de atmósfera y suspense que por los golpes de efecto o la truculencia gratuita. Casi 45 años más tarde, con toda la evolución de este subgénero, su violencia puede resultar demasiado inocente a estómagos más curtidos y experimentados, pero es indudable que, en materia de puesta en escena, sigue siendo uno de los títulos estrella.

Basta con revisar su prólogo en plano subjetivo para confirmarlo. Desgraciadamente, con el paso del tiempo, el slasher, víctima de la sobreexplotación y la vulgarización, fue cayendo en todo lo contrario. La violencia podía ser cada vez más cruda y explícita, pero pocos títulos pueden resistir una comparativa en cuanto a maestría de la narración con el clásico de Carpenter.

Esto es especialmente evidente en la propia franquicia que él inauguró. A excepción del díptico de Rob Zombie, los continuos regresos de Michael Myers resultaban cada vez más endebles y cinematográficamente fallidos, faltos del sentido del terror y la tensión que el maestro del terror supo aportar en la cinta original. También la forma en la que el público se acercaba a este tipo de películas fue cambiando a medida este proceso de transformación iba teniendo lugar en la acumulación de títulos de asesinos enmascarados con arma blanca. El villano pasó a ser el héroe y los crímenes, de ser aterradores a ser vitoreados por la audiencia.

Por eso, a día de hoy, a la hora de acercarse a un título como Halloween Kills y valorar sus resultados, hay que plantearse primero qué le pedimos a un slasher de estas características cuando vamos a la sala dispuestos a disfrutar de él.

La nueva trilogía de David Gordon Green

En 2018, David Gordon Green hizo una propuesta para recuperar el espíritu de La Noche de Halloween original, desprendiéndose de todas las secuelas (aunque, junto con la cinta original, su película bebía también mucho de Halloween II), y presentando una continuación tardía de la historia, donde se recuperaba no sólo al propio Michael, sino también a Laurie Strode (la “final girl” de las dos primeras entregas y personaje que granjeó a Jamie Lee Curtis la corona de una de las primeras Reinas del Grito).

Aunque La Noche de Halloween versión Gordon Green estaba muy lejos de alcanzar el listón marcado por su referente, sí era una cinta con un saludable sentido de la nostalgia y que procuraba devolver cierta seriedad y respeto al personaje. Es por esto que nos llama la atención el viraje que ofrece esta segunda entrega, episodio intermedio de una trilogía que promete cerrarse en próximo año con Halloween Ends.

Si lo que le pedimos a un slasher y a esta película en concreto es que mantenga el tono y el compromiso con la historia y el terror, vamos a salir desencantados de la sala. Si bien la trama arranca escasos minutos después de donde quedó la entrega anterior, hay un salto evidente entre las dos. Por un lado, a nivel de guion, la película busca reescribir el pasado a partir de flashbacks para justificar la introducción de determinados personajes. El tono es mucho más exagerado, con un despliegue de muertes superior a todas las entregas anteriores de la saga.

La puesta en escena del director, esforzada en la primera parte, aquí es totalmente deslavazada, con algunos momentos donde recupera el tono elegíaco ya presente en la anterior, pero con secuencias que caen en la vergüenza ajena, no sólo a nivel argumental, sino también en cuanto a planificación y montaje (el epitome de todo esto es la secuencia del hospital, la parte más grotesca y ridícula de toda la película). Es cierto que se aventuran ideas muy atractivas, como el tratamiento del miedo colectivo y los levantamientos populares, pero la ejecución de estos conceptos hace aguas por todos lados, lastrado principalmente por un pobre tratamiento de personajes.

Por otro lado, si lo que le pedimos a un slasher y a Halloween Kills en particular es un mata-mata, excesivo, grotesco, repleto de imágenes explícitas y gores, un entretenimiento descerebrado para comer palomitas y vitorear cómo la figura silenciosa y asocial destroza a personajes de lo más diverso, ésta es vuestra película.

Lo que la cinta tiene de apatía cinematográfica, lo suple con casquería. A su favor la película tiene el valor icónico de la figura de Michael Myers. La figura con el mono de mecánico y la máscara del Capitán Kirk, a fecha de hoy, sigue teniendo una presencia impactante en pantalla y hay que reconocer que Gordon Green le saca buen partido, recalcando la inevitabilidad de los asesinatos.

La música de John Carpenter, acompañado como en la entrega anterior por su hijo Cody y por Daniel A. Davies, sigue siendo tremendamente efectiva en su simpleza y recalcando no sólo el terror, sino el carácter inexorable de Michael.

Conclusión

¿Es Halloween Kills una buena película? Jamás de los jamases. ¿Es Halloween Kills un producto lúdico y efectista para disfrutar en pandilla en el contexto de la noche de las Brujas? Pues sí, siempre y cuando mantengamos en todo momento el listón a esa altura y demos por válido sus incursiones al inframundo de la bufonada histriónica. En vuestras manos queda la elección de qué le pedís a un slasher.