Resulta llamativo lo variopinto de los personajes que pueblan las películas de Pixar, desde juguetes que cobran vida, insectos, monstruos que salen de los armarios, peces extraviados, coches con problemas de ego, superhéroes con familias en crisis, ratas cocineras, robots enamorados, ancianos aventureros, etc. Todos ellos protagonistas de historias que responden a una estructura narrativa clara y jugando con las claves del cine de género. Sin embargo, desde hace algunos años, el estudio de animación ha variado el perfil de sus historias, hacia un tipo de películas que apuntan más a lo que suelen presentar en sus aclamados cortometrajes.
Su cine sigue siendo narrativo y emocional, pero a raíz del éxito de Del Revés, Pixar ha apostado por llevar sus personajes más hacia la abstracción con el fin de seguir contando historias universales. En Del Revés se hablaba de la inteligencia emocional, dando un valor antropomórfico a conceptos abstractos e intangibles como los sentimientos, adentrándose en terrenos metafísicos con Soul. En su último trabajo, la mirada se sitúa en los cuatro elementos principales de la Naturaleza, Agua, Fuego, Tierra y Viento, con el fin de desarrollar un discurso de carácter social acerca de la integración.
LA CITA DE CARL
Con Elemental, Pixar recupera su tradición de acompañar la proyección de sus películas en el cine con un nuevo cortometraje original, algo que no sucedía desde Los Increíbles 2. En esta ocasión, se trata de La Cita de Carl, donde se recupera a los personajes de Carl Fredricksen y su perro Dug. No sólo se trata de una hermosa historia de amistad y que aborda la importancia de retomar aspectos de la vida personal tras la pérdida de tu pareja sentimental, sino que supone la última ocasión de escuchar (en su versión original) la voz del veterano actor Edward Asner, fallecido durante la producción del corto. La historia recupera con humor y delicadez la parte más emotiva de Up, ofreciendo una pequeña joya como aperitivo a la película principal.
MANUAL DE LA DIFERENCIA
Con esta división en los cuatro elementos, Pixar aprovecha para abordar aspectos como el racismo o la diversidad. El director Peter Sohn ha comentado que a la hora de desarrollar la historia se inspiró en su propia historia como hijo de una familia inmigrante. Si bien presentación de esta metrópolis donde cada elemento tiene su sitio, pero apenas interactúan apunta a la separación de razas por barrios, sumando el hecho de que la familia protagonista no sólo pertenece al elemento de Fuego, sino que además son una familia inmigrante, donde el padre siempre ha querido salvaguardar las tradiciones de su madre patria y ha mantenido a su hija aislada del resto de la ciudad.
Construir una historia de amor entre un ser de Fuego y uno de Agua, puede parecer tan imposible como tiempo atrás (y aún en algunos sectores a día de hoy) la existencia de parejas interraciales; sin embargo, precisamente ese es el reto de la película, trasladar al espectador que, en las relaciones personales, mientras exista el respeto y la tolerancia, no hay obstáculos insalvables.
Llama la atención también la inversión de roles establecida dentro del estereotipo habitual a la hora de la representación de géneros en el cine. Aquí la protagonista es Ember, que, por su naturaleza de fuego, es enérgica, emprendedora, creativa, pero, al mismo tiempo, impaciente, irascible, incapaz de controlar su temperamento; por otro lado, Wade, como ser de agua, es más pasivo, se deja fluir por los acontecimientos, empático y tremendamente emocional, lo que le lleva también a ser un torrente de lágrimas incapaz de contener sus emociones hacia los demás.
LA CIUDAD DE LOS ELEMENTOS
El diseño de esta metrópolis combina por un lado aspectos fácilmente reconocibles como pertenecientes a los diferentes elementos y, por otro, construcciones que podemos identificar como parte de capitales cosmopolitas y modernas, como Nueva York, donde confluyen elementos modernos con la herencia de un urbanismo pretérito, edificios lujosos y sofisticados con barrios sencillos y de casas más modestas.
Toda esta combinación de referencias, formas y colores dan pie a un imaginativo y sorprendente diseño artístico, así como un nuevo reto para el equipo de animación de Pixar, que debe jugar con la confluencia de aspectos tan diversos y su fusión en pantalla. El resultado, como no podía ser menos para un estudio de animación tan exigente, es extraordinario. Cada aspecto en pantalla está estudiado hasta el más mínimo detalle para que no sólo los aspectos representativos de cada elemento sean automáticamente identificables, sino para que la coexistencia de todos ellos resulte en pantalla, al mismo tiempo, orgánica y artísticamente exquisita.
MÚSICA COSMOPOLITA
El apartado musical vuelve a recaer en uno de los músicos habituales de las películas del estudio, Thomas Newman (el segundo más destacado dentro de la filmografía de Pixar, detrás de su tío, el incomparable Randy Newman). Músico de sonoridad particular y al que le gusta experimentar no sólo con la partitura en sí, sino con las orquestaciones y con la hibridación de estilos musicales, aquí Thomas Newman imbuye su música de una sonoridad de corte oriental, de influencia hindú, con el fin de representar así esa confluencia de razas, culturas y procedencias que habitan en la ciudad elemental.
A esto se suma también otros componentes como el jazz o referencias a la música urbana moderna.
Newman regresa aquí a sus orígenes con una partitura que rompe con los patrones musicales habituales de la música para el cine en favor de una partitura ecléctica, rítmica y polifónica. La partitura se construye así a partir de varias referencias concretas, como son el multiculturalismo de la ciudad, la personalidad arrolladora y candente de Ember, y el núcleo sencillo y conmovedor de su relación con Wade.
PARA GUSTOS, LOS ELEMENTOS
En nuestra opinión, Elemental no alcanza el virtuosismo de Del Revés o Soul, en parte porque su gran complejidad está en la recreación de las características de ese mundo elemental y los particularismos de la pareja protagonista, en detrimento de una trama que, siendo eficaz, emocionante y divertida, resulta también básica, un tanto errática y sin un desarrollo especialmente sorprendente. Elemental se salda como una película de gran belleza, experimental, abstracta, aunque accesible para todo tipo de públicos, que, sin alcanzar las más altas cuotas de genialidad del estudio Pixar, sí resulta espléndidamente representativa del prestigioso sello que la firma.