Cuando en 1982 se estrenó Halloween III. El Día de la Bruja, la apuesta por parte de John Carpenter (en este momento, productor, co-guionista no acreditado y compositor de la cinta) de alejar el universo de Halloween de la figura de Michael Myers resultó un absoluto fracaso. Tras la estela de Norman Bates o Caracuero, el asesino con el mono de mecánico y la máscara del Capitán Kirk era ya un emblema del cine de terror, había engendrado a su primer vástago, Jason Voohees, y un par de años más tarde aparecería otro de los herederos del trono, Freddy Krueger. Contar historias de Halloween sin él, para el público del momento, fue desnaturalizar la franquicia. Curiosamente, con el paso del tiempo, la película se ha ido revalorizando y, a día de hoy, se mantiene como una apreciada rara avis dentro de legado de la saga. Seguramente, la ínfima calidad de las siguientes entregas, donde ya sí estaba Myers, tuvo mucho que ver.
NACIMIENTOS OSCUROS
Tras la interesantísima y personal aproximación realizada por Rob Zombie entre 2007 y 2009, el director David Gordon Green, quiso hacer un borrón y (casi) cuenta nueva, borrando de un plumazo siete de las ocho entregas de la saga, proponiendo una secuela directa y tardía de la cinta original de 1978 (aunque la influencia de Sanguinario fuera también palpable). El cineasta propuso completar una trilogía confrontado nuevamente a la final girl original, Laurie Strode, con su acosador Myers. La Noche de Halloween, Halloween Kills y Halloween. El Final debía entenderse como un conjunto que abarcaba de manera crepuscular y definitiva la conclusión de la saga (al menos un final de etapa, porque nadie duda que Michael Myers volverá, aunque sea en forma de un nuevo reboot). El concepto resultaba atractivo, pero también muy ambicioso, recuperar el prestigio de la serie del fango en el que estaba enterrado y darle un cierre por todo lo alto. Todo esto de la mano de un director que había alcanzado la fama con comedias como Superfumados, Caballeros, Princesas y Otras Bestias o El Canguro.
LOS HIJOS DEL MAL
Ya antes de entrar en la sala, los autores nos venían advirtiendo que esta nueva película no iba a resultar del gusto de todos. En un regreso a Halloween III. El Día de la Bruja, aquí nuevamente Michael Myers queda desplazado de la trama principal, convertido en esta ocasión en un personaje (muy) secundario. La historia de Corey (Rohan Campbell) pretende reflejar cómo el impacto del Mal que representa Myers infecta al resto de la sociedad y la forma en la que la violencia no es algo anómalo y puntual, sino que anida de manera sistémica en Haddonfield, ya sea por los imitadores del asesino, como por aquellos dispuestos a llevar la violencia a sus últimas consecuencias en favor de la tranquilidad del pueblo.
EL PLAN ES QUE NO HAY PLAN
Recientemente, J.J. Abrams comentaba que tal vez había sido un error hacer la última trilogía de Rohan Campbell sin tener un plan cerrado desde el principio (obvio, JJ, no aprendiste la lección después de Perdidos); a David Gordon Green le ha pasado algo similar. Sí, entre las tres películas hay una continuidad argumental, pero, en nuestra opinión, falta una mayor consistencia temática y de enfoque. Green ha querido que cada una de sus películas reflexione en torno a diferentes temas vinculados con el concepto de la violencia en la sociedad moderna. Su trilogía no son meras películas que busquen contentarse con los asesinatos que se suceden en pantalla, sino que atesora poder dar a cada uno de estos crímenes un contexto y un discurso. Eso es positivo. Sin embargo, hay elementos en la tercera entrega que resultan contrapuestos a acontecimientos anteriores, cayendo en uno de los principales conflictos de las sagas de slashers con muchas entregas, la “amnesia” de acontecimientos pasados y el cambio de naturaleza de algunos personajes.
Si en Halloween Kills quedaba claro que Michael Myers era una fuerza sobrenatural imparable, aquí Green regresa a una representación más humana y, por lo tanto, con debilidades. Por otro lado, si en la anterior, en la escena del hospital, el cineasta lanzaba un premonitorio discurso anti Trump en cuanto al peligro de enardecer a la turba; aquí sucede todo lo contrario en la secuencia del clímax final, justificando la violencia colectiva como un medo de sanación comunitaria. El salto temporal de cuatro años tampoco ayuda, ya que interrumpe la evolución psicológica de los personajes establecida hasta entonces con los dos títulos anteriores.
CUCHILLO DE PUNTA FALSA
Podemos entender la intención de David Gordon Green. En lugar de optar por el camino fácil y presentar al espectador lo previsible, es decir, una lucha descarnada entre Michael y Laurie, ha preferido coger un camino inesperado y descentralizar la trama de sus dos protagonistas principales. Desgraciadamente, hay ocasiones en las que hay que dar al público lo que pide y, opinamos, ésta era una de ellas. Cuarenta y cuatro años después del inicio de la saga, cuando abiertamente presentas la película como el cierre no sólo de una trilogía, sino de la franquicia al conjunto, no puedes prescindir de tu principal reclamo y dejar a Myers prácticamente como testigo de una nueva trama, con un falso imitador de la estrella del show.
TARTA DE CALABAZA
Halloween. El Final mantiene algunas de las virtudes de sus dos predecesoras. La principal, una Jamie Lee Curtis totalmente comprometida con su personaje, dispuesta a darle la profundidad y la despedida honrosa que se merecía el personaje que la lanzó a la fama. La puesta en escena, clásica, comedida y atmosférica de Green, aleja también a la película de aquel montón de secuelas de bajo pelaje en el que había caído la serie. Es, como hemos comentado, una película que no resulta gratuita, sino que se esfuerza en aportar una reflexión social a la trama. Sin embargo, ni tiene el calor nostálgico de su primera entrega, ni la brutalidad de la segunda, quedando como la más endeble de la trilogía y la más insatisfactoria, al no haber sido capaz de aportar ese cierre catártico que demandaba el espectador.
EL TREN DE LA BRUJA
Quién sabe. Tal vez, dentro de 30 ó 40 años, tengamos que desdecirnos de esta crítica y, como con Halloween III. El Día de la Bruja, la osadía de desprenderse de la figura de Michael Myers se valore como algo positivo rescatando la obra como cinta de culto. A día de hoy, a nosotros nos parece un error de planteamiento y un tiro fallido como cierre de ciclo. Eso sí, como sucede con James Bond, nos quedamos expectantes por ver de qué manera se recicla esta franquicia y qué nuevas sorpresas nos depara La Noche de Halloween.