A estas alturas, decir que J.R.R. Tolkien creó todo un universo alrededor de su Tierra Media, y que éste iba más allá de los acontecimientos narrados en El Hobbit o El Señor de los Anillos, del Anillo Único o de la lucha ancestral contra Sauron es redundante. Quedarse en eso sería limitar el gigantesco trabajo que realizó el escritor. Como filólogo, experto en lingüística y en historia de la literatura, su mundo fantástico responde a una reinterpretación de la construcción literaria e historiográfica de nuestra propia historia.
Entre relatos y novelas, Tolkien fue construyendo todo un tejido complejo, repleto de personajes, eras y criaturas que bebían de los mitos y leyendas heredados de la tradición celta y germánica de la Alta Edad Media (siglos V al X d.C.). No sólo la construcción de lenguas por parte de Tolkien responde a los componentes lingüísticos de aquellas lenguas antiguas, hoy muertas, sino que él mismo, fue construyendo su propio tratado histórico de la Tierra Media, inspirándose en la labor de historiadores como el Benerable Beda o Godofredo de Mounmouth.
Un nuevo viaje de regreso a la Tierra Media
El Señor de los Anillos. La Guerra de los Rohirrim forma parte de ese corpus literario esbozado por Tolkien a modo de apéndices y que básicamente servía para establecer un marco temporal y desplegar el campo mítico de la Tierra Media, pero que aquí, convenientemente desarrollado, ha dado como resultado una película a medio camino entre la adaptación cinematográfica y la construcción de un relato original. De Tolkien se ha cogido la historia de Helm Mano de Hierro, rey de Rohan 183 años antes de la llegada de Theoden, y su enfrentamiento con Wulf, señor de los dunlendinos, después de que Helm matara en un enfrentamiento a su padre, Freca. En este enfrentamiento reside además la construcción de la leyenda de un emplazamiento mítico, fundamental en la trama de Las Dos Torres, Cuernavilla, también conocida como el Abismo de Helm.
La historia se convierte en leyenda
La película es fiel a lo narrado por Tolkien en los epígrafes y que equivalen a algunos de los momentos más espectaculares de la historia; sin embargo, aquí el protagonismo recae en un personaje especialmente desarrollado para la cinta. En lo epígrafes, Tolkien habla de la hija de Helm, quien el rey rechaza casar con Wulf, siendo éste el origen del conflicto. En su texto, el escritor sí dio nombre a los otros hijos varones de Holm, Haleth y Háma, pero no a la hija. En la película el personaje recibe el nombre de Héra, donde se la describe como una joven impetuosa, independiente, pero también con gran capacidad de liderazgo y honor, siendo su historia la que va a servir de hilo conductor de la narración.
La película establece además una conexión de Héra con Eowynn, marcando que el ímpetu de la primera es un precedente de la segunda, cuya voz (interpretada en la versión original por Miranda Otto, la actriz que dio vida a Eowynn en la trilogía de Peter Jackson) ejerce de narradora de la historia. En este sentido, la película se distancia de Tolkien, quien en sus textos dio el protagonismo principalmente a los personajes masculinos, y busca adaptarse a la sensibilidad del siglo XXI, situando a una mujer al frente de la acción.
Tolkien animado
No es la primera vez que la obra de Tolkien es llevada al cine en formato de animación. Existen dos adaptaciones de El Hobbit, una de 1967 y otra de 1977, además de El Señor de los Anillos de Ralph Bakshi y estrenada en 1978, o El Retorno del Rey, especial para televisión de 1980. La construcción de La Tierra Media y, especialmente, el Reino de Rohan, responde principalmente al diseño artístico creado para El Señor de los Anillos. Las Dos Torres. Al fin y al cabo, al contrario que la producción de Amazon, El Señor de los Anillos. Los Anillos del Poder, esta película se puede entender como una precuela de las obra de Peter Jackson, contando con él, la productora Phillipa Boyens y la guionista Fran Walsh como responsables de mantener ese vínculo con las obras anteriores.
En este sentido, contando además con los derechos de las películas anteriores, El Señor de los Anillos. La Guerra de los Rohirrim es muy continuista a nivel estético, narrativo y sonoro. No sólo el diseño artístico es heredado de lo anterior, sino que cuanta como compositor con Stephen Gallagher, músico y editor musical que ya había trabajado con Howard Shore, compositor de la música de las trilogías de El Señor de los Anillos y El Hobbit, y del que rescata no sólo algunos temas identificativos, sino también el tono épico y operístico de la partitura. Desgraciadamente, con resultados menos afortunados y que lucen menos en la película, quedando, salvo en momentos puntuales, más como un mero acompañamiento musical que realmente ejerciendo una labor narrativa junto a las imágenes. Puestos a elegir, la labor de Bear McCreary en las, hasta ahora, dos temporadas de El Señor de los Anillos. Los Anillos del Poder nos parece muy superior.
A través de los ojos del legendario director Kenji Kamiyama
Es cierto que inicialmente la estética anime de la animación resulta chocante, especialmente para el espectador que llega a la película más con el trabajo de Peter Jackson en mente. Tampoco la animación termina de cumplir al 100% en todas las secuencias, resultando pobre y muy limitada en algunos momentos. Sin embargo, superados estos escollos, la película ofrece un espléndido y épico entretenimiento. La trama cuenta con bastante acción y momentos de gran intensidad, destacando apartados como toda la recreación del relato de Tolkien de los ataques nocturnos de Helm Mano de Hierro o todo el clímax final, con varios guiños incluidos a las películas originales.
El Señor de los Anillos. La Guerra de los Rohirrim queda lejos del impacto y la excelencia de las películas de Peter Jackson, a las que apela continuamente, pero aún así nos parece una excelente película, que respira el espíritu de la Tierra Media de Tolkien, sin tener miedo a salirse de la letra de su creador, permitiendo un espectro más amplio y acorde con nuestro siglo XXI.