En 1984, cuando se estrenó Cazafantasmas, hubo un pequeño, nimio, malentendido. En plena ola del cine juvenil y de aventuras, la película se incluyó dentro de un lote de películas entendidas como entretenimiento familiar, cuando, a lo mejor (y sobre todo desde una perspectiva actual, no tan laxa a la hora de calificar los contenidos permitidos a menores), aquello no estaba pensado para que lo vieran mentes infantiles. Esto dicho sin crítica, ni acritud, pero sí es cierto que títulos que aquellos que estamos en la generación entre los 40 y los 50 vimos en el cine, hoy no se podrían poner a nuestros hijos.

En el caso de Cazafantasmas, la película contaba con un grupo de humoristas salidos de programas de humor como Saturday Night Live, con un humor irreverente, cáustico y procaz. En la película, Ray, interpretado por Dan Aykroyd, tenía sueños húmedos con un fantasma y aquello de la ‘Guardiana de la Puerta’ y el ‘Maestro de las Llaves’, como metáfora sexual, no era nada discreta. Por otro lado, la película, definida como ‘comedia sobrenatural’, contaba con algunas concesiones al terror que, para determinadas edades imberbes, podían resultar un tanto chocantes. Estos elementos fueron ampliamente suavizados en las diversas secuelas que ha tenido la cinta original. Esto es perfectamente patente en las dos últimas entregas, entendidas como secuela/ reboot, ya que, aunque forman parte de la continuidad clásica (no como Cazafantasmas de 2016), el protagonismo principal se ha traspasado a nuevos personajes que han recogido el testigo, introduciendo un factor mucho más familiar.

FAMILIA SPENGLER

En  la familia Spengler está de vuelta en Nueva York, ocupando la sede original de sus predecesores. Estos irán apareciendo en base a un doble baremo: caché y nivel de implicación en la franquicia (Aykroyd sigue sintiéndose muy apegado a la historia y los personajes, siendo el único de los tres creadores originales que permanece vivo, mientras que Bill Murray sólo pasaba por ahí). En esta ocasión, mientras los Cazafantasmas intentan evitar la liberación de una entidad sobrenatural milenaria llamada Garraca, tendrán que lidiar con varios conflictos de corte familiar que van desde la entrada en la adolescencia de Phoebe (Mckenna Grace) a la falta de definición del rol dentro de la familia de Gary (Paul Rudd).

LA NUEVA GENERACIÓN

Esta nueva entrega vuelve a venir de la mano de la pareja creativa formada por Jason Reitman (hijo de Ivan Reitman, director de las dos primeras entregas de la franquicia, fallecido en 2022 y a quien va dedicada la película) y Gil Kenan (director de Monster House o Ember: La Ciudad Perdida). Si Cazafantasmas. Más Allá venía firmada por el primero, en esta ocasión, la silla de dirección está ocupada por el segundo, aunque en ambas ocasiones, el guion está escrito a cuatro manos y se ve que las decisiones creativas son compartidas.

Como en la anterior, la película se apoya enormemente en el factor nostalgia, aunque en este caso, en nuestra impresión, con resultados mucho más forzados que en la anterior (esa gratuita aparición el espectro de la bibliotecaria). El propio diseño de producción de Eve Stewart es una extensión del original, al igual que la música de Dario Marianelli, que se nutre de los temas de Elmer Bernstein, poniendo, en ambos casos, excesivo empeño en fijar la mirada en el pasado.

CRUZANDO LOS RAYOS

La película resulta un entretenimiento ligero, con algunas secuencias que saben mantener bien el ritmo entre la acción, el humor y los personajes, pero con tramos donde pierde bastante fuelle, cayendo incluso en el aburrimiento. Y es que la cinta arrastra varios inconvenientes. El primero y más alarmante es la saturación de personajes. No son sólo la suma de los cazafantasmas clásicos y los nuevos, es la introducción de nuevos personajes propios de esta trama o la recuperación de algunos clásicos como William Atherton (que recupera su rol de Walter Peck, ahora alcalde de Nueva York). Todo esto hace que, para poder a cada cual su espacio, se ralentice mucho el desarrollo de la trama y la acción. Por otro, el escaso interés por la trama principal. Garraca es un villano sin entidad ninguna, sin diálogo, y con escasa presencia en pantalla, sirviendo la mayor parte del metraje como mera introducción estirada del clímax final.

¿A QUIÉN VAS A LLAMAR?

Aunque la nostalgia enternece y nos gustaría que la franquicia gozara e mucha vida para seguir trayendo nuevas aventuras, lo cierto es que, más allá del cariño y el entretenimiento leve que aporta esta película, a estos cazafantasmas les falta espíritu, les falta la irreverencia original y quedan como un producto acomodaticio y gratuito, más preocupado por el pasado del que viene que por el futuro al que se dirige.

Cazafantasmas: Imperio helado. (c) Sony Pictures
Cazafantasmas: Imperio helado. (c) Sony Pictures