Desde que escribiera el guion de Sicario no hemos hecho más que congratularnos con el descubrimiento cinematográfico que está siendo Taylor Sheridan como cineasta. ¿Quién nos iba a decir cuando inició su carrera como actor en televisión que, detrás de ese físico atractivo y aquella limitada capacidad interpretativa, iba a esconderse un narrador tan interesante?

Es cierto que su punto fuerte sigue siendo la escritura, pero su pulso narrativo como director también es notable, como ya demostró en su opera prima, Comanchería.

Aquellos que Desean mi Muerte parte de la novela homónima de 2014 escrita por Michael Koryta y cuyo éxito editorial llevó a la adquisición de los derechos por parte de BRON Studios, con otro director en mente y Sheridan únicamente reescribiendo el guion que habían preparado el propio Koryta con Charles Leavitt. Cuando el director previsto abandonó la producción, Sheridan se propuso como sustituto, endulzándole el ofrecimiento a la productora con la posibilidad de contar con Angelina Jolie para el papel principal.

Al igual que la novela, la película nos propone una trama de thriller hardcore, con una pareja de sicarios dispuestos a lo que sea por eliminar a los testigos de una trama de corrupción. En medio, una de las zonas montañosas de Nuevo México y una bombera forestal con pasado traumático que deberá ayudar a sobrevivir al hijo de la última víctima.
La película resulta una agradable sorpresa, sobre todo por su tono anacrónico con el cine actual.

Protagonistas esculpidos a la vieja usanza

Sheridan evita artificios y que la espectacularidad de la acción devore la trama y los personajes. Nos encontramos con unos protagonistas (en ambos bandos) esculpidos a la vieja usanza. Son todos personas rudas, fuertes, acostumbradas a la violencia y a salvaguardar sus sentimientos.

Jolie ofrece un buen trabajo, aunque la palma se la llevan la pareja de sicarios formada por Aidan Gillen y Nicholas Hoult. La acción es rápida, contundente y concisa, los golpes duelen al espectador y las balas impactan. La sequedad del tono, la ausencia de aspavientos nos hace recordar el cine de Walter Hill (con algún elemento argumental que recuerda a Máximo Riesgo de Renny Harlin). Además, el director y guionista vuelve a demostrar que maneja a la perfección el estilo de vida y la personalidad de la población del sudoeste estadounidense.

Hay elementos mejorables. En algunos momentos se le podía haber pedido a Sheridan un poco más de empaque visual sin comprometer la sobriedad del conjunto, el trauma del personaje de Angelina Jolie queda un tanto manido y la interpretación del joven actor Finn Little es mejorable; sin embargo, cuando una película arranca con un conjunto de paracaidistas saltando al epicentro de un incendio forestal y su intensidad no baja de ahí hasta los títulos de crédito finales, este tipo de detalles no lastran las excelencias de un estupendo producto de entretenimiento como el que nos ofrece el cineasta.