Vengadores y castigados: ¿Quién es quién en «MILLENIUM» de David Fincher?

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En Millennium: Los hombres que no amaban a las mujeres, el director nominado al Oscar David Fincher traslada a la gran pantalla el universo del éxito literario mundial de Stieg Larsson. En el laberinto de la historia hallamos asesinatos, corrupción, secretos familiares y los demonios internos de dos inesperados socios en búsqueda de la verdad sobre un misterio oculto durante 40 años. A continuación, quién está detrás de los personajes más importantes en este thriller que llega el 13 de enero a las carteleras españolas.

Mikael Blomkvist

Al igual que lo fue el autor Stieg Larsson antes de su muerte, el personaje de Mikael Blomkvist es un periodista de investigación dedicado a destapar la corrupción en el sistema financiero y en el gobierno. Como copropietario de la exclusiva revista Millennium, no es ni mucho menos un activista, sin embargo es conocido por llegar demasiado lejos, hasta el punto de meterse en aprietos legales, e incluso correr peligro mortal, en sus despiadadas investigaciones sobre los ricos y poderosos.

Para interpretar a Blomkvist, David Fincher escogió a Daniel Craig, el actor británico cuyo equilibrio entre profundidad y atractivo le han valido el papel de James Bond en Casino Royale (2006) y Quantum of Solace (2008).

“Realmente el filme es de Blomkvist, porque es él quien nos proporciona la vía de entrada,” afirma Fincher. “Es el personaje más convencional y Lisbeth es el satélite que gira alrededor de él. Necesitábamos a alguien como Daniel, alguien que no solo tiene un tremendo atractivo cinematográfico sino que además tiene un don de Dios para la interpretación. Es tan bueno que puedes explotar sus matices.”

Como mucha gente, Craig había leído Los hombres que no amaban a las mujeres al poco de publicarse, en medio del furor inicial. “Alguien me regaló un ejemplar estando de vacaciones y lo leí en dos días,” recuerda el actor. “Es uno de esos libros que no puedes parar de leer. Sientes la inmediatez de saber que sucederán cosas malas y creo que, en parte, por eso son tan amenos para tantas personas.”

A pesar de ello, se sintió inexorablemente atraído a Lisbeth Salander. “Lo que me llamó la atención de ella es que a pesar de ser víctima de violencia sexual, psicológicamente jamás se convierte en una víctima” observa Craig.

La novela se mantuvo en su conciencia, pero fue gracias al equipo creativo que se formó para llevarla a la gran pantalla, por lo que Craig decidió aceptar el papel de Blomkvist. “De por sí era una buena historia, pero la combinación de David como director y el guión de Steven Zaillian, me resultó tremendamente irresistible” asegura el actor.

Steven Zaillian se sintió impresionado por la forma en la que Craig se introdujo en el personaje. “Blomkvist es un tío que no es tan duro como le gustaría ser, pero es realmente un hombre bueno y decente. Daniel lo interpretó maravillosamente,” observa. “Su papel es tan complicado como el de Salander.”

Desde el primer momento Craig decidió no adoptar un acento extremo para el personaje y  mantener la forma de hablar de Blomkvist en un registro más natural, que resulta más apropiado para la cultura cosmopolita de Estocolmo. “Busqué algo muy sencillo” explica. “David y yo lo hablamos y ninguno de los dos queríamos que el acento estorbara al personaje. En realidad, muchos suecos hablan inglés maravillosamente bien, con y sin acento. Sentí que ese debería de ser el camino a seguir. Blomkvist es un hombre que ha viajado, que conoce el mundo, ha sido oyente de la BBC desde los seis años, y creo que esa es la persona que él es.”

Craig apunta que estaba en la mejor forma física de su vida cuando le dieron el papel, lo cual no encajaba del todo con la de un periodista que pasa la mayor parte de su tiempo sentado en una mesa, o entrevistando a sus fuentes. David me dijo que engordara y, a pesar de que fue una lucha, lo conseguí” dice entre risas.

Lisbeth Salander

Nada más arrancar la producción de Millennium: Los hombres que no amaban a las mujeres, comenzó la búsqueda de la actriz que interpretaría a Lisbeth Salander.  El peligro: que todos los que habían leído el libro ya se habían formado una imagen personal de ella en su imaginación. Michiko Kakutani del New York Times describió así a Lisbeth en su reseña: “Lisbeth Salander, la feroz hada y heroína de Stieg Larsson, es uno de los personajes más originales que hemos visto en mucho tiempo: una chica de encanto misterioso, una Audrey Hepburn con tatuajes y piercings, con la actitud guerrera de Lara Croft y el intelecto cool y poco sentimental del Sr. Spock. Ella es la vulnerable víctima convertida en vigilante; una chica deliberadamente antisocial, la que fuera calificada como mentalmente incompetente por los servicios sociales del estado, ha demostrado que está tan incandescentemente capacitada como cualquier guerrera de vídeojuego.”

A la hora de adaptar el personaje, la meta de Steven Zaillian era la de captar todos esos tonos contradictorios del personaje de Salander, quien se protege con una gran armadura y sin embargo es vulnerable si alguien se atreve a acercarse. “Ella es la clase de personaje que resulta más divertido escribir” explica Zaillian. “En cierto sentido representa el cumplimiento de un deseo en cuanto a su forma de llevar las cosas, de estar dispuesta a aguantar hasta un límite, pero además tiene otras muchas caras. Gran parte del poder del filme se debe a Lisbeth Salander.”

Fincher quería encontrar todas esas cualidades en una actriz, pero lo que más quería era encontrar a una persona dispuesta a caminar en el límite de un personaje ya de por sí arriesgado, y precipitarse al vacío.  Eso es lo que encontró en Rooney Mara, pero el camino no fue en línea recta.

Los productores emprendieron una búsqueda exhaustiva para el papel de Lisbeth. Entre las candidatas se encontraba Mara, que tuvo un pequeño pero memorable papel en La Red social (2010) de Fincher, como la ex novia de Mark Zuckerberg, Erica Albright. Fincher la sometió a una aparentemente interminable serie de intensas pruebas – en las que le pidió que hiciera de todo, desde recitar poesía sueca a posar con motocicletas – para demostrar lo que sería capaz de hacer en el papel.

Dice el director: “De inicio ella partía con muchas de las cualidades que buscábamos, que necesitábamos. En su vida real también es solitaria. Pero más que eso, estuvo dispuesta a trabajar para entender al personaje. Dije: ‘No sé si ella lo puede hacer, pero sé que lo intentará y se dejará la piel en ello si tan solo somos capaces de inspirarla y apoyarla, y luego dejarla volar.’ Y eso es lo que finalmente ocurrió. Se cortó el cabello, aprendió a conducir una motocicleta y se marchó a Suecia por su cuenta y desapareció del mapa. Si tienes a alguien dispuesto a hacer todo eso, eso lo es todo. Los piercings son piercings, eso lo puede hacer cualquiera.”

Para Mara, esta sucesión de pruebas la mantuvo alerta, ayudándole a conocer al personaje aún más. “Estaba preparada y dispuesta a hacer y a demostrar lo que hiciera falta para conseguir el papel” asegura la actriz. “Y a medida que me acercaba, pensé: ‘¿Qué más tengo que demostraros? Lo he hecho todo. Tengo que seguir con mi vida o si no, hagámoslo. Estoy a punto de dejarlo, así que decidíos de una vez.’”

Los meses de pruebas y de espera culminaron en un ultimátum. “David me llevó a su despacho y me empezó a hablar largo y tendido acerca del papel, dándome todas las razones por las que una actriz lo rechazaría – que podría cambiarme la vida, y no necesariamente para mejor. Luego me entregó su iPad con un comunicado de prensa que decía que yo había sido elegida para el papel. Me dijo que pensaban enviarlo esa tarde y que tenía media hora para decidir si quería el papel o no.”

Mara no lo dudó. El personaje ya se le había metido en la piel. “Nunca antes había existido un personaje femenino como Lisbeth, una especie de persona menuda, andrógina, con tantas facetas diferentes,” asegura la actriz. “Te pones de su lado – y sin embargo simultáneamente la cuestionas porque no siempre estás de acuerdo con las cosas que hace. Eso me resulta muy interesante.”

Añade la actriz: “Creo que aunque les resulte extraña, muchas personas se identifican con ella porque en algún momento de sus vidas la mayoría de las personas se han sentido marginadas, o como si hubieran fuerzas que las oprimieran o limitaran.”

En cuanto aceptó el papel, Mara se puso manos a la obra. “Una hora después de decirle que sí a David, estaba desmontando un ordenador, montando en moto, y dando clases para aprender a patinar. Y, literalmente, cinco días después ya estaba en Estocolmo” recuerda la actriz.

Pero sin duda las advertencias de Fincher no la asustaron. “Me dijo: ‘Tendrás que irte a Suecia tu solita y experimentar la vida de esta chica.’  Me dijo: ‘La película te va a consumir. Tendrás que despedirte por un tiempo de tu familia y los amigos.’ Pero en ese momento realmente no me conocía,” explica. “No sabía que de hecho paso mucho tiempo sola y que lo que me dijo no me asustó. Tal vez hubiera asustado a otra persona, pero a mí no.”

Eventualmente también transformó radicalmente toda su apariencia, se cortó la melena, se hizo numerosos piercings, llegó al punto de teñirse las cejas, lo cual resultó ser lo más chocante para la actriz. No sólo le aportó una inquietante mirada transgresora, sino que además abrió el rostro de Lisbeth, permitiendo que la mezcla de fría inteligencia y rabia contenida del personaje tuvieran más espacio para manifestarse.

“Antes de teñirme las cejas me sentía bien, en control y preparada, estaba entusiasmada,” recuerda Mara. “Cuando me vi en el espejo me asusté. Pero creo que es una de las mejores decisiones que tomamos en cuanto a la apariencia del personaje. Realmente le pusimos nuestro sello.”

Otro sello característico de Mara en el personaje de Lisbeth fue el encontrar la forma adecuada de revelar sus propios bloqueos emocionales. “David y yo hablamos acerca de la idea de que Lisbeth no tiene heridas abiertas. Ella es una cicatriz entera. No llora, en contadas ocasiones se permite sentir algo, sin embargo los espectadores tienen que saber que bajo las cicatrices están sus heridas” describe la actriz.

Cuanto más se adentraba Mara en el cerrado mundo interior de Lisbeth, más empezó a comprender porqué Stieg Larsson consideraba la legendaria heroína de cuentos infantiles Pippi Calzaslargas una influencia en el personaje. Observa que: “Lisbeth es lo que Pippi Calzaslargas hubiera sido 25 años después. Ha cambiado el caballo por la motocicleta. Ahora tiene ordenador pero sigue obedeciendo su propio código moral luchando contra los tipos malos.”

La complejidad de Lisbeth se pone de manifiesto en algunas de las escenas más perturbadores de la historia – un par de asaltos violentos en el despacho del tutor legal de Lisbeth, Nils Bjurman, que abren y cierran la historia. Estas escenas supusieron un gran reto – tanto física como psicológicamente – pero también son esenciales para comprender su ímpetu por ayudar a Blomkvist a encontrar a un asesino de mujeres.

Cuando llegó el momento de representarlas en el set, se podía palpar el riesgo emocional de las secuencias. Recuerda la actriz que: “Siempre supe que esas escenas serían duras pero fueron mucho más duras de lo que imaginé.”

Para mantener la intensidad de la situación Mara evitó al actor que interpreta el papel de Bjurman, Yorick van Wageningen. “Yorick es un chico tan dulce, pero yo me alejé de él porque no quería pensar en lo dulce que es en realidad,” comenta la actriz.

Las cosas empiezan a desmoronarse para Lisbeth pero también otras empiezan a encajar a medida que se acerca más y más a Mikael Blomkvist. Lo que le resulta sorprendente no es la atracción sexual– sino el instinto desconocido de confiar. “Lisbeth se pasa gran parte de la película alejando a los demás. Constantemente intenta suprimir las cosas y alejarlas de su persona. No mantiene relaciones en las que realmente conecte con las personas,” observa Mara. “Pero con Mikael, empieza a pensar que tal vez haya encontrado finalmente una persona en la que puede creer, pero también tiene buenas razones para pensar que es estúpida si confía en alguien.”

Los actores de reparto

Sumándose a Daniel Craig y Rooney Mara en Millennium: Los hombres que no amaban a las mujeres se encuentra un talentoso grupo de actores de reparto entre los que se encuentra Christopher Plummer como Henrik Vanger, el magnate jubilado que inicia la investigación sobre el pasado oculto de su familia; Steven Berkoff como Dirch Frode, el abogado de Vanger, quien primero encarga a Lisbeth Salander espiar a Mikael Blomkvist; Robin Wright como la compañera de Blomkvist en Millennium Magazine y ocasional amante, Erika Berger; Stellan Skarsgård como Martin Vanger, el hermano de Harriet; Yorick van Wageningen como Nils Bjurman, el nuevo tutor legal de Lisbeth; Joely Richardson como Anita Vanger, quien mejor que nadie conocía a la desaparecida Harriet; y Geraldine James como la reservada Cecilia Vanger.

En el centro del poder de la familia Vanger está Martin, actual Director Ejecutivo del  negocio familiar en apuros, quien da la bienvenida a Blomkvist a la hacienda familiar en la Isla Hedeby para investigar la desaparición de Harriet.

Stellan Skarsgård, el actor sueco conocido por sus papeles internacionales, interpreta a Martin. “Me interesan los seres humanos complejos y complicados y así es Martin,” explica el actor. “Puede ser un verdadero encanto, pero también es capaz de convertirse en una persona totalmente diferente en ciertas partes de la película.”

Al igual que los demás actores, Skarsgård confió en la sensibilidad de Fincher. “David se esmera en cada detalle. “Tiene grandes capacidades técnicas, pero también trabaja en base a la idea de que independientemente del género, el que sostiene a la película es el personaje, así que dentro de todas las cosas que tan brillantemente hace en el terreno técnico, lo que más le interesa es el personaje – y eso proporciona interpretaciones realmente buenas.”

Otro miembro de la familia Vanger que juega un papel decisivo en la película es Anita Vanger, interpretada por Joely Richardson. Al igual que sus compañeros de reparto, se sintió motivada por el planteamiento de Fincher, especialmente en cuanto a su personaje, que no es nada sencillo. “Él me repetía ‘más oscuro, más al límite, no suavices nada, nada está zanjado ni curado,’” dice la actriz. “Aún cuando te empezabas a mover en dirección a la resolución y la sanidad, él insistía en que quería el límite y la oscuridad. No hay emociones directas y sencillas en el universo de esta película.”

El personaje que lleva a Lisbeth Salander al límite es Bjurman, su recién asignado tutor legal, quien, tras estudiar su sombrío informe de casas de acogida, arrestos, adicciones y reclusión psiquiátrica, piensa que puede controlarla. Controla su cuenta bancaria. Exige favores sexuales. Cuando ella no aguanta más el abuso, decide que lo hundirá y al hacerlo él quedará por siempre señalado como un psicópata.

El actor holandés Yorick van Wageningen interpreta a Bjurman. Fincher lo escogió por un motivo muy concreto. “Sentí que el personaje no debería ser malvado, tenía que ser peor” dice el director. “Tenía que ser alguien que no es tanto un violador como un hombre que ve a una chica triste, con el pelo en punta, que no mira a los ojos, y que él decide que no vale nada. Su necesidad de dominar a alguien lo convierte en una especie de arenas movedizas. No quería un pervertido retorciendo el bigote, ni mucho menos. Por eso, cuando vi a Yorick, vi a una persona que es un ser humano pleno y además un brillante actor que podría aportar todas esas cosas. Fue capaz de llevar su interpretación desde un lugar lógico en la mente de Bjurman y hallar la oscura ciénaga en ebullición que lo habita.”

Precisamente fue esa complejidad la principal razón por la que Van Wageningen accedió a aceptar un papel tan gráfico. “Este personaje experimenta muchas cosas y no estaba seguro de querer experimentarlas yo” admite van Wageningen. “Al principio me debatía entre la euforia por poder trabajar con David Fincher y el espanto que me provocaba el personaje, pero al final pude utilizar ambas cosas. Los dos coincidimos en que lo más interesante sería presentar a Bjurman de forma un tanto afable. El reto no era encontrar la violencia monstruosa, sino más bien la humanidad de este hombre.”

Aún así, no resultó ser un proceso fácil, ni muchísimos menos. “A menudo me pasaba unos buenos 15 minutos llorando en mi caravana entre toma y toma” recuerda van Wageningen. “Creo que una escena como la violación de Lisbeth sólo funciona si se convierte en realidad para ambas partes. Así que las emociones tenían que ser reales en esa escena, y los empujones también. Para mí fue bastante horrible y luego la gran escena final entre los dos…  creo que aún no me he recuperado del todo. Me llevó a un lugar al cual no suelen ir las personas, a un lugar al que nadie le apetece ir.”

Van Wageningen y Mara decidieron no mantener contacto fuera de sus secuencias. “Fue algo osado, porque cuando compartes escenas importantes tiendes a querer discutirlas hasta el más mínimo detalle,” dice el actor. “Pero creo que ambos comprendíamos lo que quería Fincher, y sabíamos lo que nosotros queríamos de nuestros personajes, y luego sencillamente nos entregábamos en las escenas. Creo que eso es lo que le aporta esa realidad que se puede palpar.”