Hubo un momento en el que todo aspirante a cineasta quiso ser Neill Blomkamp. En 2005, estrenó su cortometraje Alive in Joburg, con la suerte de que Peter Jackson lo vio en YouTube y se puso en contacto con el director para ofrecerle 30 millones de dólares con los que transformar la idea en un largometraje (Distrito 9). No sólo esto, sino que, además, el largo se convirtió en todo un éxito, recaudando más de 200 millones en todo el mundo. A continuación, Blomkamp consiguió un cheque de unos 115 millones para rodar su primera superproducción, con Matt Damon y Jodie Foster de protagonistas. ¿No es un sueño? ¿Qué pasó después? Pues que el sueño se desinfló.

DEL CIELO A LA TIERRA

Elysium supuso una decepción tanto en taquilla como a nivel de crítica. Blomkamp regresó a los presupuesto modestos y, en 2015, con 49 millones, rodó Chappie, una versión punk de Cortocircuito, con un papel secundario para Sigourney Weaver, pero que tampoco contentó a nadie. Blomkamp aprovechando su buena relación con Weaver, se la jugó presentando el proyecto de rodar una secuela directa de Aliens: El Regreso, contando con el visto bueno de la actriz y acompañado con unos prometedores bocetos. Desgraciadamente, el proyecto chocaba frontalmente con los planes de Ridley Scott tras Prometheus y la producción nunca llegó a conseguir luz verde. Desde entonces, el director ha estado desarrollando una serie de cortometrajes con la esperanza de repetir la jugada de Alive in Joburg sin demasiada suerte.

CELDA DIGITAL

Demonic es un proyecto para el que ha contado con un presupuesto de 70 millones, protagonizado por algunos rostros con cierta presencia en televisión como Carly Pope, Chris William Martin, Nathalie Boltt o Kandyse McClure.

De nuevo la mala suerte ha acompañado al director y el rodaje tuvo que verse interrumpido por la pandemia, retomándose meses más tarde con una serie de restricciones que obligaron a cambiar el plan de producción y ajustarse a equipos más pequeños y un menor despliegue de medios.

Neil Blomkamp parte de un concepto interesante, la madre de la protagonista es una asesina que ha cometido un crimen atroz. Una extraña empresa ha desarrollado un programa que permite, mediante una simulación entrar en la mente de la asesina y tratar de comprender como una mujer pacífica llevó a cabo unos crímenes tan brutales, y es que, en esa realidad virtual que es en realidad el subconsciente, anida algo sobrenatural.

ENTRAR EN EL JUEGO

El uso de esta realidad virtual, con un diseño del 3D digital que apuesta por una estética bidimensional de los personajes y los escenarios, introduciendo glitches y jugando con las leyes de la física para ofrecer algunas de las imágenes más sugerentes de la película se convierte en el componente central de la película, casi en su justificación. Este cruce de subconsciente con tecnología con elementos oníricos y con terror no es novedoso, pero sí es el componente que distingue a la historia frente a otras de similar calado.

Lamentablemente, este mecanismo queda un tanto disperso en la historia y no se le saca todo el partido que prometía. La versatilidad del mundo digital podría haber dado para una mayor recreación pesadillesca, pero Blomkamp parece preferir manejarlo con pequeñas dosis, tal vez por presupuesto, tal vez por evitar caer en el abuso de este recurso. Lo cierto es que ya este apartado viene a definir uno de los principales problemas de la película, que es quedarse corta a la hora de desarrollar sus propuestas más atractivas.

NPJs

Existe también una indefinición lamentable de los personajes. Blomkamp sitúa en el tablero una serie de fichas, que supuestamente deberán jugar un papel fundamental en la estrategia de la historia, pero que acaban resultando conjuntos vacíos. Evidentemente, todo gira en torno al personaje de Carly que, a priori, es presentado como un personaje pasivo, que intenta evitar en todo momento verse involucrado en lo que sucede, pero que se ve forzada a participar por esa relación no resuelta con su madre o el personaje de Martin, o por lealtad a su amiga Sam.

Por desgracia, el resto de los personajes entran y salen de la acción de manera forzada y, en ocasiones, injustificada, más por necesidad de que la trama avance que por su propio valor y personalidad, siendo desechados por el sistema una vez dejan de aportar alguna función a la trama. No hay mayor indagación en las características de los personajes que aquellas ideas básicas que el director y guionista requiere de ellos, sin molestarse en crear un diseño mínimamente sólido de personajes. Usando el lenguaje de los videojuegos, son personajes no jugadores, situados en el escenario por su creador únicamente para aportar algún dato informativo a la protagonista (y, por ende, al espectador) o para ayudarle a desbloquear la entrada a la siguiente fase.

DEMONIC PANDEMIC

Podríamos decir que Demonic es una película dañada gravemente por los efectos de la pandemia y el confinamiento en su producción. Evidentemente, entendemos que los planes iniciales de Neill Blomkamp eran muy distintos y que el nuevo contexto le obligó a prescindir y redefinir de elementos fundamentales de la historia original. La película evidencia una clara pobreza de medios, no por una cuestión de presupuesto, sino de no contar en el set con todos los elementos técnicos y artísticos para ofrecer un producto más cuidado y profesional. El resultado final acerca a la película más a un contexto de cine de guerrilla que a una producción comercial firmada por un cineasta que llegó a gozar en su carrera con presupuestos de clase A de Hollywood.

Pero no todo es achacable a la pandemia. La película evidencia pobreza de ideas, desgana de sacar partido de su material de base. La puesta en escena de Blomkamp es muy pobre y rutinaria. El trabajo con los actores, muy esquemático. Esa máxima repetida de que “la falta de medios agudiza el ingenio”, en el caso de Demonic brilla por su ausencia. Tal es así, que uno se pasa todo el metraje con la sensación de que el director no quería estar allí y que ha hecho una película por cumplir.

ONE HIT WONDER

A día de hoy, los resultados de Demonic no hacen más que reafirmar la posición de Neill Blomkamp como un One Hit Wonder, es decir, un director que tuvo un gran éxito, una película que le abrió las puertas de la gloria, pero que posteriormente ha sido incapaz de asentar esa oportunidad y confirmar las promesas hechas. No sabemos cuántas oportunidades más le quedarán al cineasta en la recámara, pero, desde luego, esta última película suma varios clavos en la tapa de su ataúd.

 

Demonic, la primera incursión de Neill Blomkamp en el terror, llega a los cines tras su paso por el V Festival de Cine Fantástico de Canarias Isla Calavera.