Cuando Stan Lee creó a Spiderman en agosto de 1962 tomó un doble riesgo, por un lado, crear al primer superhéroe adolescente y, por otro, vincularlo con un insecto que sólo generaba asco y miedo entre los lectores de Amazing Fantasy. Aún así, el éxito fue rotundo y no sólo el personaje tuvo continuidad, sino que lleva décadas siendo el buque insignia de Marvel Comics.

ORÍGENES NO TAN SECRETOS

El salto del personaje al cine y la televisión fue casi inmediato. En 1967 se estrena la primera serie de animación basada en el personaje y una década más tarde, en 1978, aparece la primera serie de imagen real, protagonizada por Nicholas Hammond. Sin embargo, la primera película del superhéroe tardó en materializarse. Afortunadamente, porque las producciones Marvel para cine previas a 1998 era bastante lamentables.

James Cameron, que estuvo a punto de hacer su versión a mediados de los 90, fue el cineasta que más cerca estuvo de conseguirlo hasta la llegada de Sam Raimi impulsado por el éxito de Blade y X Men. La película se estrenó en 2002, coincidiendo con el 40º aniversario del personaje. A esta etapa protagonizada por Tobey Maguire le sucedió otra (coincidiendo con el 50º aniversario) donde Andrew Gardfield retomó el testigo, aunque con menor éxito. Ahora, a pocas semanas de llegar al 2022 y, por lo tanto, al 60º aniversario de su nacimiento, el Hombre-Araña regresa con Spiderman. Sin Camino a Casa, cierre de la trilogía protagonizada por Tom Holland que ha conformado su paso por el Universo Cinematográfico Marvel (a las que se suma Capitán América: Civil War, Vengadores: Infinity War y Vengadores: Endgame) y que no sólo supone un cierre al desarrollo personal del personaje de Peter Parker en las tres películas, sino que además supone una reconciliación con las encarnaciones anteriores del personaje.

UN MULTIVERSO DE BALDOSAS AMARILLAS

El multiverso es el concepto que Marvel pretende que guíe la dirección de la Fase 4 de su Universo Cinematográfico, que ahora incorpora ya también como canon las últimas producciones televisivas (Agentes de S.H.I.E.L.D. parece que ha quedado fuera, aunque, claro, qué queda ahora fuera del mapa el multiverso). Este concepto de realidades alternativas que se cruzan no es nuevo para el arácnido, ni siquiera para su versión cinematográfica, ya que, en 2018, la extraordinaria Spiderman: Un Nuevo Universo ya había jugado con los universos paralelos y cruzar diferentes personajes.

El particularismo de Spiderman: Sin Camino a Casa viene marcado por su carácter metafictivo. No es únicamente el hecho de rescatar a personajes de las anteriores versiones de las películas del Cabeza de Red, es que, al hacerlo también con sus actores originales, se crea una red nostálgica cargada de lecturas emocionales que se elevan por encima del espectro diegético de la película. De esta manera, no se trata únicamente de que el espectador reconozca a esos personajes, que azarosamente viven en universos distintos, sino que los conoce íntimamente con la misma apariencia física con la que aparecen en pantalla y que imbrican con un momento especial en el crecimiento personal de las diferentes generaciones de espectadores que se reúnen en esa sala de cine. A mayor implicación emocional del espectador, mayor es el éxito de la película.

EL JUEGO INFINITO

Se ha emparentado a este Spiderman: Sin Camino a Casa con las aportaciones de los Hermanos Russo al universo Marvel, especialmente sus dos últimas incursiones con el díptico de Los Vengadores que cerró la Fase 3. No es una mala vinculación, en absoluto, pero no tanto por la magnitud de las imágenes y la acción, por el grado de espectáculo que supone la película, que también; sino por la fortísima carga emocional que arrastra la película. El espectro de la historia a nivel de conflicto, de maduración de los personajes y de transmitir al espectador el drama por el que atraviesan los personajes no sólo le aporta un grado de maduración dramática a la historia, sino que además consigue llevar la catarsis con el espectador a un nivel que sólo han obtenido los mejores títulos del Universo Cinematográfico Marvel. Y es que sí, podemos situar a Spiderman: Sin Camino a Casa entre los mejores trabajos de la Casa de las Ideas para el cine.

La película mantiene los componentes habituales de las películas de Marvel. Tenemos mucho humor (¡Qué sería de Spidey sin sus chascarrillos!), pero a medida que la historia se va desarrollando, el impacto de la trama va dejando poco espacio para la comedia. De hecho, entre los peros a la película podemos situar algún que otro gag que intenta aliviar un momento dramático y queda fuera de lugar. A nivel de acción y efectos especiales, de nuevo el nivel técnico de la película es extraordinario, con un clímax final que, en cuanto a pirotecnia, es tremendamente disfrutable. La partitura musical de Michael Giacchino eleva notablemente el nivel musical de la franquicia, demostrando que es posible ofrecer grandes partituras dentro del Universo Cinematográfico Marvel.

HOLA, PETER

Toda esta excelencia, sin embargo, queda en un segundo plano en cuanto la interacción de los personajes empieza a actuar. En este caso, las escenas de diálogo no son relleno, no son un engrudo para unir secuencia de acción y secuencia de acción; se trata de la verdadera esencia de la película, precisamente por lo que comentábamos a esa red de nostalgia que construye la cinta. Las visitas de las variantes de otros universos no son meros cameos clickbait con los que engatusar a los fans, no son fan service para engolosinar la vista, pero sin más contenido.

Se trata de una auténtica clausura de aquellos elementos que había quedado coleteando si no argumental, sí emocionalmente en las anteriores encarnaciones del personaje. Hasta tal punto que, en algunos casos, Spiderman: Sin Camino a Casa logra mejorar y redimir errores pasados (y aquí pensamos especialmente en The Amazing Spider-Man 2: El Poder de Electro). Resulta imposible evitar emocionarse con la extensión de las tramas de Octopus y, muy especialmente, El Duende Verde, por no decir que Alfred Molina y Willem Dafoe han reivindicado su posición como dos de los mejores villanos de las adaptaciones de Marvel a la gran pantalla.

SCOOBY DOO

Spiderman: Sin Camino a Casa coctelea muchos elementos en una sola película y, en esta multiplicidad de ingredientes, es extremadamente difícil que no queden cabos sueltos, incongruencias, agujeros de guion, sobrantes o piezas que no termina de encajar o que faltan.

Como si del Doctor Extraño se tratara, los guionistas y el director Jon Watts han tenido que afrontar brechas en un tejido muy delicado; sin embargo, en nuestra opinión, el trabajo conseguido es notable y que cumple con los requisitos indispensables de toda buena película.

Es entretenida, tiene buen ritmo, el espectador se implica y se preocupa por los personajes y, cuando empiezan a subir los créditos, consigue despertar en él una reacción en cadena emocional donde las comisuras de la sonrisa chocan con las lágrimas que descienden por nuestras mejillas.